Catalá abandona a los niños y niñas de la dana
Somos conscientes de la importancia de cuidar la salud mental a lo largo de la vida y, principalmente, en los momentos de catástrofes o traumas que rompen de manera abrupta nuestro ritmo cotidiano. En situaciones dramáticas, como las sucedidas recientemente con la dana, el grupo de infancia corresponde a uno de los más vulnerables. Por esta razón, la intervención en el bienestar emocional no se puede ajustar tan sólo a los días cercanos a la tragedia del 28 de octubre. La pérdida de seres queridos, junto al escenario de destrucción de colegios y la interrupción de su educación, ha generado un entorno de inseguridad y estrés entre niños, niñas y adolescentes. No hace falta recordar cómo esos traumas ya afloran, por ejemplo, cuando empieza a llover. Hace unos días leíamos testimonios de jóvenes que explicaban la falta de rendimiento en este curso porque no han podido concentrarse. Y por eso llevamos meses exigiendo al Ayuntamiento de València ayudas específicas para ellos. Pero termina el curso y la respuesta firme que necesitan permanece invisible.
Hemos pedido la activación de programas en La Torre, Horno de Alcedo y Castellar-Oliveral que incluyan refuerzo escolar y apoyo psicológico, así como salidas, campamentos y también escuelas de verano para trabajar cualquier trauma o situación de stress en la infancia. Sin embargo, llegamos al mes de julio y el balance del gobierno valenciano de PPVox para los más pequeños es nulo. Comprobamos con tristeza cómo ocho meses después de la Dana el Ayuntamiento de València no ha habilitado ninguna partida de Educación destinada a esta respuesta. A pesar de contar con diversos informes profesionales que ponen la voz de alarma en la atención psicológica postemergencia a largo plazo, el gobierno de María José Catalá ni tan siquiera ha iniciado ese camino.
Save The Children ya ha estimado en 71.000 los niños, niñas y adolescentes afectados por la dana y anunciaba en noviembre el reto de la atención hacia ellos por ser uno de los colectivos que más han sufrido a nivel de salud mental. Advertía así a las administraciones de la urgencia por reforzar los servicios de salud mental infantojuvenil. Y es que los datos son rotundos: La mayoría de las familias afectadas por la dana reportan cambios emocionales y señalan la falta de acceso a servicios psicológicos. Lo indica claramente el documento “Análisis de necesidades en el sector de la educación y protección de la infancia tras la DANA”, publicado por varias organizaciones, con el apoyo de la Red Interagencial para la Educación en situaciones de Emergencia (INEE). Conocemos iniciativas como la de FAMPA, la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de la Provincia de València que, junto con la ONG Educo, han organizado campamentos a través de la campaña 'Una infancia sin barro', destinados a los centros educativos afectados. Estos proyectos que ofrecen un espacio seguro donde los alumnos pueden trabajar la gestión emocional de lo vivido, a través de talleres de arteterapia y apoyo psicológico, siguen sin recibir ninguna ayuda del Ayuntamiento.
Además, en el “Informe de conclusiones de la Comisión para la recuperación de las zonas afectadas por la dana en la ciudad de València”, el doctor Rafael Tabares afirmaba que “la salud mental y el bienestar emocional se ven afectadas por las situaciones catastróficas, con repercusiones que pueden durar largos períodos cronológicos, de dos a tres años”.
Queda claro que contamos con un gobierno que da la espalda a la salud mental en la infancia de la dana, sin programas específicos para los más pequeños y dejando las actuaciones sólo en manos del voluntariado. Desde el Colegio Profesional de Psicólogos o la Fundación Princesa de Girona están ofreciendo un apoyo valioso, pero que resulta efímero y no cuenta con un seguimiento establecido. Ante esta grave situación de irresponsabilidad y con un curso escolar ya finalizado, seguimos reclamando una atención para la infancia de las pedanías afectadas, con una asistencia psicológica que cubra las necesidades reclamadas tanto por las familias como por diversos informes de expertos. Pero esto representa una muestra más del retrato de abandono de Catalá hacia las personas vulnerables. Un suspenso en atención social. Otro más.
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