Piratas

Basta echar un vistazo a la portada de este diario hoy, sin necesidad de ser muy sagaz ni experto analista político, para darse cuenta de que no hay nada nuevo bajo el sol de Valencia: el chiringuito caciquil se sigue desmoronando, las cifras macroeconómicas no mejoran y la clase gobernante sigue al abordaje de las naves más endebles y de los galeones con tesoro público, en un intento desesperado de seguir capitaneando un barco pirata que se hunde.

Las cuentas no salen: la brutalidad de los recortes no ha evitado un déficit por encima de lo previsto y pérdidas de más de 3.000 millones. No es fácil remontar décadas de boato y de costales públicos con sangrías, cuyo reguero iban recogiendo los pícaros en sus propios sacos. La receta propuesta, más de lo mismo: el conseller de Hacienda ya ha anunciado que se contemplan más recortes. A la par, se lanzan a malvender el patrimonio público (Canal Nou, la Ciudad de la Luz, el circuito de Cheste), aunque tampoco será suficiente.

Pero lo que más indigna –porque sorprender, ya no sorprende nada, ahíta ya nuestra capacidad de asombro– es que se desvíen cinco millones y medio de euros de Sanidad y Educación para publicidad institucional, ese eufemismo de propaganda de partido con apariencia de interés público. Ahí estás los comicios europeos y sólo falta un año para las elecciones autonómicas, y como el barco hace aguas y la tripulación se amotina, hay que buscar vientos favorables para llegar una vez más al puerto del poder. Arribar a la costa a costa de lo que sea.

Pero estos bucaneros ni siquiera toman sus espadas y arremeten de frente. Se quitan el parche, se visten de nobles, se suben a las tablas y representan su papel de caballeros, pero por debajo de sus falsos ropajes asoma la pata de palo. Declaman y declaman, gesticulan, lloran… Nos dicen que los culpables de nuestros padecimientos son los villanos de Madrid, que no pagan lo que deben; que no perdamos de vista tampoco a otros malandrines de baja ralea, esas familias que moran en viviendas sociales y que no las pagan porque no quieren, pilluelos todos ellos que prefieren ve el fútbol en plasma, y merecen los más de 400 desahucios a los que han sido sometidos. Mejor cientos de viviendas sociales vacías (592, exactamente) que exponerse a la mala saña de esta picaresca.

Y aún continúan su cháchara vergonzante más allá, pues tras tres años de Gobierno del reino de España aún Rajoy se atreve a pronosticar que si el PP no gana las europeas “habrá un retroceso en la recuperación económica”. El argumento “de aquellos barros socialistas, estos lodos económicos” engancha cada vez a menos creyentes crédulos, pero a ellos les da igual: sabemos que los piratas, de moral, no pueden tirar, pero se ve que estos, de inteligencia, tampoco.

Y seguirán surcando estos mares mientras puedan, arrojando cada vez más cadáveres de la miseria a babor y a estribor, porque allá a su frente, sólo ven ese gran sol que les ciega, y es el de su vil ambición.