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Pirómanos

Andreu Escrivà

pirómano, na.

1. adj. Dicho de una persona: Que padece piromanía.

piromanía.

1.f. Tendencia patológica a la provocación de incendios.

No tiene otro nombre: en el Partido Popular de la Comunitat Valenciana son unos pirómanos. Isabel Bonig y Luis Santamaría acaban de contarnos que modificarán el PATFOR (Plan de Acción Territorial Forestal) para permitir fuegos artificiales allá donde antes no se podía: barrancos, playas y cauces de ríos. Que crearán una nueva categoría de suelo (¿disparable? ¿castilleable?) para “conciliar los intereses” con el sector pirotécnico. Es decir: parece que no tiramos los suficientes petardos, mascletàs y castillos en el País Valenciano y, por lo tanto, hay que habilitar más espacios para ello.

Y todo esto después del incendio en Cullera a mediados de primavera por culpa de unos castillos artificiales y en el que el alcalde, Ernesto Sanjuán, hizo caso omiso a las advertencias de los bomberos y al nivel 3 de preemergencia, el más alto. Y aunque sea el más sangrante, el caso de Cullera no es el único: el día siguiente, 27 de abril, se celebró en Llíria un festival de paellas en el Parc de SantVicent, un entorno periurbano con una altísima inflamabilidad debido a los pinos, piñas y pinocha muy seca que allí se acumula. La preemergencia nivel 3 seguía decretada, pero tanto el alcalde, Manuel Izquierdo, como la concejal de Urbanismo y Medio Ambiente (y probable candidata en 2015) Reme Mazzolari decidieron seguir adelante. Días después aún había restos vegetales humeantes.

Pero lo importante no es que el de Cullera no sea un incidente aislado, ni tan siquiera que el gobierno dé prioridad a un lobby como el pirotécnico antes que a nuestros bosques. El problema, lo grave, es que Alberto Fabra presentó esta misma semana un “Plan medioambiental” como la solución al desempleo rural, al estado de abandono del monte y a los incendios. Dejando de lado lo absurdo de iniciar este tipo de trabajos en agosto, y también la paupérrima dotación económica -4 millones de euros, que se traducen en 4.000 euros por “trabajador”: dos meses de contrato-, ¿qué legitimidad tiene para presentar ninguna acción en defensa del bosque y del interior valenciano? ¿Cómo puede vendernos un “plan de mejora” (sic) medioambiental si a nivel legislativo está allanándole el camino a el fuego en nuestras montañas? Simple y llanamente, piromanía institucional.

En los últimos 10 años se han producido 56 incendios por lanzar elementos pirotécnicos. Lo que está haciendo la Conselleria que dirige Isabel Bonig y la Generalitat de Alberto Fabra es poner los cimientos para que dentro de una década nos parezcan pocos. Quizás no sea algo tan grave para ellos, teniendo en cuenta que una de las primeras decisiones que tomó Alberto Fabra fue permitir recalificar el suelo quemado tras un incendio. Así que quién sabe, quizás hasta les convenga mantener a alcaldes como el de Cullera y el de Llíria, cultivar su menosprecio patológico por el medio ambiente y darles vía libre para encender sin complejos la mecha del bosque.

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