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“Si pagamos el recibo de la luz, no tenemos para comer”: la lucha de Emilia y Manuel contra el frío

Emilia con sus dos hijas tapadas con mantas.

Carlos Navarro Castelló

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“Nos parece muy mal que suba tanto el recibo de luz y más en plena ola de frío, se debería de hacer algo al menos para la gente sin recursos porque, en nuestro caso, si pagamos la luz, no tenemos para comer”.

Así de indignada se muestra Emilia Giménez, de 35 años, quien vive junto a su marido Manuel Moreno, de 38 años, y sus dos hijas de 17 y 8 años en una vivienda en estado precario que compraron a una entidad bancaria hace cinco años en Oliva (València) y que no cuenta con calefacción, más allá de una pequeña estufa eléctrica que comparten.

Según explica, Manuel padece paraparesia espástica, una enfermedad rara (la padecen 20 personas por cada 100.000 habitantes) del sistema nervioso que genera una debilidad progresiva en los músculos, en su caso, en las piernas. Por esta enfermedad, cobra una pensión por invalidez de 400 euros: “Antes vivíamos en casa de mis suegros y teníamos que compartir una habitación, pero salió la ocasión de comprar esta casa por 20.000 euros, por la que pagamos una hipoteca de 100 euros al mes”.

Sin embargo, la casa estaba “destrozada” ya que había estado muchos años ocupada, por lo que tanto el sistema eléctrico como los ventanales estaban en “muy mal estado” y por supuesto no contaba con calefacción.

“En estos momentos no tengo trabajo y solo con la pensión de mi marido más una aportación de 150 euros por la Ley de Dependencia no podemos pagar todos los recibos de suministros, más la comida y el resto de gastos”, lamenta Emilia.

Por este motivo, han recurrido a la ayuda de Cruz Roja, que según afirma, se ha hecho cargo de varios recibos de luz, pero sobre todo, les ayudan aportando comida. Además, ahora la entidad realiza en estos momentos un proyecto de acondicionamiento de la vivienda que consiste en el cambio de los ventanales de las dos habitaciones y el comedor, además de arreglarles todo el sistema eléctrico: “los ventanales que teníamos eran de madera, estaban rotos y entraba muchísimo frío; ahora la casa va a estar mucho más aislada”.

Fernando Seiquer es electricista autónomo y, como voluntario de Cruz Roja, realiza arreglos de forma altruista en viviendas precarias como la de Emilia, en la que está llevando a cabo diversas mejoras enfocadas al ahorro energético y a la seguridad. “Además de instalarle un temporizador en el termo de agua caliente para reducir consumo, estoy realizando las canalizaciones del cableado, que estaba todo al aire, e instalando los apliques; por supuesto todo el alumbrado que le vamos a poner es de bajo consumo”.

Siquer comenta que es voluntario de la organización desde hace años y que antes realizaba labores de visita y acompañamiento de personas mayores. Sin embargo, le propusieron realizar este tipo de intervenciones en viviendas relacionadas con su trabajo y aceptó sumarse al proyecto. Según explica, en lo que va de año ya han acondicionado seis viviendas y, según la magnitud y el tipo de trabajo, lo realiza como voluntario sin coste alguno (como lo realizado en casa de Emilia) o factura una parte de la faena.

Un 9% de los hogares españoles padecen pobreza energética

La pobreza energética relacionada con la capacidad de los hogares de mantener una temperatura adecuada en los hogares vuelve a crecer en España y afecta al 9,1% de la población (el año anterior fue el 8%). Esta situación impacta especialmente sobre las personas vulnerables con las que trabaja Cruz Roja.

El 50% de las familias atendidas tiene que elegir entre pagar gastos básicos, como llevar una alimentación adecuada o calentar sus hogares. En lo que a la Comunitat Valenciana se refiere, Cruz Roja ayudó a un total de 1.153 familias afectadas por pobreza energética. De ellas, 81 en Castellón, 506 en Alicante y 566 en Valencia.

Para apoyar a las personas afectadas por la pobreza energética, Cruz Roja desarrolla diferentes acciones que van desde la atención a necesidades urgentes, pasando por las ayudas para el pago de recibos o la entrega de kits de eficiencia energética, hasta la participación en talleres de ahorro doméstico.

En la Comunitat Valenciana Cruz Roja impartió a lo largo del año un total 186 talleres en los que ofreció pautas, consejos y recordó hábitos sobre cómo mejorar el consumo energético en sus hogares. Asimismo, Cruz Roja entregó 1.120 kits de eficiencia energética a familias que tenían problemas para acondicionar sus hogares.

En su atención a los hogares que padecen pobreza energética en la Comunitat Valenciana, Cruz Roja atendió las necesidades de 528 familias en extrema vulnerabilidad, en el pago puntual de suministros básicos. 169 de ellas en Alicante, 181 en Castellón y 178 en València.

Con la llegada de la pandemia, y la crisis socioeconómica derivada de la crisis sanitaria, se ha agravado notablemente la situación de vulnerabilidad y las necesidades de las personas atendidas por Cruz Roja, según apunta Sara Casas, del Departamento de Medio Ambiente de la organización humanitaria: “A comienzos de año teníamos el objetivo de atender a 15.000 personas a través de nuestro proyecto de Pobreza Energética pero, con el impacto de la COVID-19, hemos visto cómo las necesidades se han disparado y por ello nuestro reto es incrementar en un 15% nuestra respuesta para poder asistir a casi 17.000 personas”, indica la portavoz.

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