Café 'take away': esta es la razón por la que no es sostenible (y no va del grano)

Foto: JÉSHOOTS

Eva San Martín

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Es girar una esquina de una gran ciudad cualquier mañana y cruzarte con puñado de ellas: son las tazas desechables de café. El café para llevar viaja en el metro con nosotros, nos despabila antes de entrar o en las pausas del trabajo y lo encontramos en los lineales del supermercado. Incluso hay vasos que lucen reconocibles logos de grandes cadenas cafeteras como Starbucks o Café de caracas, etc. Pero con la popularidad vienen sus consecuencias climáticas: aunque aparenten lo contrario, muchos resultan muy complicados de recuperar y reciclar.

En España, cada minuto tiramos 2.854 vasos de café desechables. En un año, suman 1.500 millones de tazas de usar y tirar, según un estudio europeo de Seas at Risk, desglosado por países. El problema: buena parte de ellos acaban enterrados en un vertedero o incinerados. “En España, la gran mayoría de los vasos desechables de café ni son compostables ni se pueden reciclar: por mucho que los tiremos al contenedor del papel o al de los envases, son desechados en las plantas de tratamiento”, afirma Julio Barea, responsable de la campaña de residuos y plásticos de Greenpeace España.

Tu vaso de café (probablemente) no es reciclable

Los cafeteros bienintencionados van y vienen por la calle con su vaso en busca de un contenedor para reciclar papel o envases. Pero estos esfuerzos valen para poco. Tu taza de café para llevar puede parecerte casi inofensiva para el planeta: al fin y cabo, está hecha de cartón. En principio, un material sencillo de recuperar.

Pero al contrario que el vidrio, que es un material 100% recuperable, los vasos desechables de café no se lo ponen tan fácil a los recicladores. El problema: la mayoría están recubiertos de una delgada capa interior de polietileno, un plástico que los impermeabiliza y evita que el café se derrame, pero que también dificulta y encarece mucho su tratamiento. El resultado: las plantas de reciclaje las tratan como basura no recuperable. 

Los recipientes con distintos tipos de materiales complican el trabajo en las plantas de tratamiento. Y los millones de vasos de café descartados cada año son un ejemplo clásico de este dilema ambiental: aunque en principio serían recuperables, y Ecoembes recomienda depositarlos en el contenedor azul (del cartón), la capa de polietileno complica y encarece el reciclaje, porque los materiales hay que separarlos.

“Por eso, muchos vasos desechables de café ni pueden reciclarse como el cartón ni pueden recuperarse como si fueran plástico u otro envase”, dice Barea. Y así, acaban en el vertedero. En este vídeo de la BBC (en inglés) lo explican muy bien.

Hay más: muchas de las tapas de los vasos desechables de café tampoco se salvan; la baja calidad del plástico las hace poco atractivas para el mercado del reciclaje. Esto sin contar con los millones de pajitas o removedores que acompañan nuestro café para llevar y que, por su pequeño tamaño, se pierden en las plantas de reciclaje, y acaban en el vertedero.

Entonces, ¿qué hacemos con ellos?

España no es el único país que se enfrenta a este problema: en Reino Unido, el asunto del café para llevar ha llegado al Parlamento, donde una comisión ha planteado gravar con una tasa de 25 peniques (unos 29 céntimos de euro) cada uno de los 2.500 millones de estos productos que cada año consumen los británicos. Con el dinero recaudado se plantea crear plantas de reciclaje apropiadas para su tratamiento. Por su parte, las cafeterías de San Francisco (EE.UU.) se han propuesto dejar de servir café para llevar.

Solución: lleva tu termo a todas partes. Y pide que te sirvan el café en él. Si nos hemos acostumbrado a ir con nuestra propia bolsa reutilizable a la compra, por qué no hacer también esto. 

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