Mi gato ha cogido peso: ¿tiene un problema de obesidad?

Un gato obeso

Inés Aguerri Alonso

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“El 59% de los perros y el 61% de los gatos se clasificaron con sobrepeso u obesidad en 2022 en Estados Unidos”. Así lo afirma la Asociación para la Prevención de la Obesidad en Mascotas.

Y aunque no existen datos concretos en España, este porcentaje encaja con la cantidad de gatos obesos que llegan a las consultas de Mónica González, auxiliar de veterinaria y Certificada en Dietética y Nutrición Veterinaria y de Carmen Barreiro, veterinaria nutricionista. 

Por su parte, Delia Saleno, veterinaria y directora técnica de la Clínica Veterinaria Son Dureta, asegura encontrar con demasiada frecuencia que “las familias no son capaces de percibir el sobrepeso u obesidad en sus animales”.

Esto se debe, como ella misma nos explica, a “la normalización social del sobrepeso en los animales de compañía en la vida real, en vídeos de redes sociales o en muchas películas famosas, haciéndonos creer que son graciosos y olvidándonos de lo peligrosa que es esta enfermedad para su salud”. 

¿Cómo puedo comprobar si mi gato está por encima de su peso?

Las expertas coinciden en que lo primero y más importante es reconocer el problema, algo cada vez más difícil ante la mencionada normalización social del sobrepeso en animales de compañía. 

Hay tres claves que nos pueden ayudar a identificarlo, basadas en el Body Condition Scoring, una herramienta utilizada para determinar la condición corporal y acumulación de grasa de las mascotas.  

La primera es que “si miramos a nuestro gato desde arriba, debemos poder observar que la circunferencia de la cintura es más pequeña que la del tórax”, explica Saleno. Por otro lado, según Barreiro, “nos tendremos que fijar en la zona de las costillas, que se puedan palpar bien al pasar la mano sobre ellas, sin tener que presionar mucho”.

Por último, aunque es cierto que los gatos tienen un almacén de grasa conocido como bolsa primordial para proteger su abdomen, “esta piel no debería ser colgante cuando los vemos desde el lateral, sino que debe ser un abdomen liso y firme”, apunta González.

¿Cuáles son las causas o factores de riesgo más comunes? 

La castración, la edad, la genética, la ingesta de medicamentos o diferentes problemas endocrinos son algunos de los factores de riesgo que llevan a los felinos al sobrepeso u obesidad. Aun así, estos son mínimos en comparación a las dos causas principales ante las que coinciden los expertos. 

Por un lado, “mientras que en un entorno natural los felinos cazan prácticamente durante todo el día y están constantemente en movimiento, los gatos que viven dentro de casa tienen muy pocos estímulos que les hagan moverse y, por tanto, suelen realizar poca actividad física”, explican Saleno.

Por otro lado, apunta que también influye la calidad de la comida, que suele ser “principalmente comida seca muy concentrada en calorías y con demasiados hidratos de carbono en su composición para una especie estrictamente carnívora”.

Aunque quizá lo más significativo es el fácil acceso al alimento. “Los dueños de gatos suelen rellenar el cuenco cuando se acaba creyendo que su gato se autorregula, algo que no suele ser muy común en gatos caseros y/o sedentarios”, asegura González. Esto, sumado al aburrimiento, hace que entren en un ciclo constante de dormir y comer. 

¿Cómo puedo evitar que mi gato tenga sobrepeso?

“Por una parte, actividad y juegos a diario para hacer que se muevan”, apunta Barreiro. Esto se consigue con enriquecimiento ambiental, para lo que necesitan tener un refugio en altura, zonas por donde trepar, saltar y esconderse, así como juguetes variados que promuevan el comportamiento de caza.

Respecto a la comida, debemos saber que “por un metabolismo felino muy particular del agua, las tomas de comida húmeda se deben ofrecer diariamente, ya que absorben el agua mucho mejor desde la comida que bebiendo”, sostiene Saleno. 

Una de las opciones para hacerlo, como explica González, es “ofreciéndoles alimentos que no tengan carbohidratos, es decir, llevando a cabo una dieta cruda o, en su defecto, buscando latas de calidad que, además de no tener carbohidratos, tienen mucha más cantidad de agua que la comida seca”. 

¿Cómo debemos alimentar a un gato con sobrepeso?

Combinar dieta con actividad física es la clave y hacerlo desde la etapa joven nos ayudará todavía más, pues cambiar los hábitos en gatos, sean malos o buenos, es tarea complicada. Como pauta general, además del enriquecimiento ambiental, la clave está en seguir las indicaciones de cantidad visibles en las etiquetas de cada pienso y no darle la comida “a ojo”.

Esto se debe a que nuestro ojo percibe lo mucho o poco teniendo en cuenta nuestro tamaño y no el de nuestro gato, por eso, según Saleno, “es fundamental calcular la ración diaria de calorías y medir la comida”.

Aun así, lo idóneo es consultar a un profesional, pues como explica Barreiro, “dependiendo del peso que deban perder puede suponer un estrés muy grande al animal si restringimos mucho la ración diaria”.

¿Cuáles son las consecuencias? 

“Los gatos con obesidad tienen la vida más corta, con menos calidad y con más  predisposición a sufrir patologías debido al sedentarismo, a las dietas hipocalóricas ricas en hidratos de carbono y a la falta de tomas de comida húmeda”, sostiene Saleno.

A eso hay que sumar un sinfín de patologías derivadas de la obesidad felina: desde una diabetes que implica medicación de por vida, hasta problemas pancreáticos y hepáticos por cúmulo de grasa en estos órganos.

Pero además, según Barreiro, la obesidad también implica “problemas inmunitarios provocando que nuestro gato se ponga enfermo con mucha más frecuencia; trastornos emocionales y estrés debido a esa necesidad de estar comiendo todo el rato; así como problemas cardiorespiratorios, pudiendo ver como a nuestro gato le falta el aire a la mínima que se mueve un poco”.

Como ha demostrado un estudio de la Universidad Complutense de Madrid y Las Palmas de Gran Canaria, los gatos con sobrepeso muestran parámetros de función pulmonar más comprometidos que los que no la padecen.

Por si fuera poco, la obesidad es una enfermedad proinflamatoria. “Los adipocitos, las células del tejido graso, secretan un montón de sustancias proinflamatorias como las citoquinas que hacen que su cuerpo se inflame a nivel sistémico, predisponiendo a nuestro gato a sufrir problemas de inflamación como la artritis”, apunta González.

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