¿Dónde se informa Pablo Casado?
He leído, me imagino que como muchos lectores, una cantidad considerable de comentarios y análisis sobre las elecciones del pasado martes en los Estados Unidos de América. Con ligeros matices, en todos se ha llegado a la misma conclusión: la polarización de la sociedad americana ha alcanzado un nivel que no se recordaba desde la Guerra Civil en la década de los 60 del siglo XIX. Por eso, se ha llegado a escribir que, acabe ganando o perdiendo, como parece casi seguro que va a ocurrir, Donald Trump ha ganado las elecciones, en el sentido de que su política de división y enfrentamiento en el seno de la sociedad americana es la que han reflejado los votos emitidos en cantidad muy por encima de lo que ha sido la norma en la historia electoral del país. Sea quien sea finalmente proclamado presidente, lo será con muchos más votos de los que ha tenido ninguno de sus predecesores. Sea quien sea el que no lo sea, lo será también con muchos más votos que los que perdieron las anteriores elecciones. La mucho más elevada participación ha sido la expresión de una mucho más elevada polarización en el interior de la sociedad estadounidense.
Esto es lo que he leído y oído y visto en todos los medios de comunicación, nacionales y extranjeros. Hay elecciones que son difíciles de interpretar. Pero las del pasado martes en los Estados Unidos no han sido una de ellas. Joe Biden puede y parece que va a acabar siendo presidente de los Estados Unidos, pero no ha conseguido que la sociedad americana haya “repudiado” a Donald Trump. De ahí que los republicanos conserven, según parece, la mayoría en el Senado y hayan aumentado su representación en el Congreso. El país está dividido, se podría decir que casi “partido”, por la mitad y con la expectativa de continuar así en el inmediato futuro, como mínimo. Y todo esto, dando por supuesto, que el proceso electoral siga su curso sin interrupción hasta el 20 de enero en que el proclamado candidato electo, sea el que sea, tome posesión del cargo. Espero y confío en que sea así, pero ya es un indicador de como está el patio, que tengamos que expresar esta reserva.
¿De dónde ha sacado, pues, Pablo Casado la información para responder de manera rotunda en Trece Tv que “la política americana está MUY CENTRADA y, desde luego, no hay algo equivalente al PSOE en España”? ¿Dispone el presidente del PP de una fuente de información a la que solamente él tiene acceso? Si es así, sería bueno que la identificara y no nos privara a los demás de la misma.
Porque con la información de la que disponemos, los interrogantes que se suscitan son muy diversos. Por ejemplo: ¿Puede considerarse que un país está “muy centrado” cuando se está convirtiendo en norma que el partido que pierde las elecciones en número de votos consigue la presidencia y se preocupa, sobre todo, de dificultar o impedir el ejercicio del derecho de sufragio, precisamente porque sabe que es un partido minoritario? ¿O de tratar de impedir que se sigan contando los votos ya emitidos porque teme que, si se cuentan, acabe perdiendo las elecciones?
Esto es lo que viene haciendo el Partido Republicano desde hace decenios. Lo contrario de lo que hace el Partido Demócrata, obsesivamente preocupado también desde hace decenios, por evitar que se impida el ejercicio del derecho de sufragio. Potenciar o dificultar el ejercicio del derecho de sufragio es la línea divisoria más permanente entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano.
En el fondo hay una contraposición entre dos concepciones de la democracia. Los republicanos la aceptan “a beneficio de inventario”. La democracia está bien siempre que gobernemos nosotros. Si no es así, hay que intentar introducir “elementos correctores” en el funcionamiento de la misma. Y mientras esos “elementos correctores” no dan fruto, hay que cuestionar la “legitimidad” del resultado electoral. De ahí es de donde arranca la polarización política del país. El combate por el “alma de la nación” que ha centrado el enfrentamiento en estas elecciones de manera expresa.
Y aquí sí hay una cierta similitud con lo que ocurre en España, donde Vox de manera vocinglera y el PP de manera menos ruidosa pero no menos inequívoca, también se han apuntando a la tesis de la “ilegitimidad” del Gobierno de coalición investido tras las elecciones del 10 de noviembre de 2019. Tanto Vox como PP saben que son “minoría” y no aceptan el Gobierno de la “mayoría”, a la que descalifican como “no constitucional”, que es la forma singular española de negación de la legitimidad.
Pablo Casado sabrá lo que hace, pero tomar las elecciones americanas centradas en la ejecutoria de Donal Trump en sus cuatro años como presidente de los Estados Unidos, como referencia de la política de centro a la que el PP pretende dirigirse, parece descabellado.
Tengo curiosidad por ver cómo reacciona Pablo Casado los próximos días ante las maniobras de Donald Trump para impedir que Joe Biden sea proclamado candidato electo. ¿Será ese su modelo de política centrista?
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