Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.
Santiago Abascal tiene la llave de los debates
Sigo pensando que si el PP tiene alguna posibilidad de impedir que se celebre algún debate en esta campaña electoral, hará uso de la misma. Alberto Núñez Feijóo es obvio que no tiene ningún interés en debatir ni a solas con Pedro Sánchez y mucho menos con el presidente, con Yolanda Díaz y con Santiago Abascal. Parece que el PP ha acordado la celebración de un cara a cara entre Núñez Feijóo y Pedro Sánchez y ha rechazado que su candidato participe en cualquier otro que pudiera tener lugar entre los cuatro candidatos de las opciones política de ámbito estatal. Pero, insisto, si el PP encuentra una buena coartada para evitar el cara a cara entre su candidato y el presidente del Gobierno, seguro que no hay debate. El recuerdo de 1993 está muy presente en la dirección del PP. De ahí que su preferencia sea la de 1996, 0 debate.
Únicamente Abascal puede hacerles cambiar de opinión. Si el candidato de Vox anuncia su decisión firme e irrevocable de participar en los dos debates propuestos por RTVE y por el grupo Prisa, a los que están invitados los cuatro candidatos de las formaciones políticas de ámbito estatal que compiten en estas elecciones, a Feijóo se le plantearía el problema del vértigo de la silla vacía. El anuncio de que él no acudiría al debate, no evitaría la celebración del mismo, sino que se traduciría en que el debate se produciría sin su presencia. El candidato y la dirección del PP tendrían que ponderar qué es peor para sus intereses, participar en los dos debates o dejar la silla vacía en ambos. La única opción buena que tiene, que es la cancelación de los debates si Feijóo no decide asistir a los mismos, desaparecería con el anuncio de la decisión firme e irrevocable de Abascal.
Me imagino que en este momento se tiene que estar organizando una operación de acoso sobre Abascal similar a la que se puso en marcha esta pasada semana sobre la candidata del PP a la presidencia de la Comunidad Autónoma de Extremadura, aunque ahora de manera preventiva, es decir, una campaña para evitar que Abascal se comprometa a participar en los debates, ante la evidente dificultad que supondría hacerlo rectificar una vez que el compromiso se hubiera anunciado.
La incógnita más importante a despejar para saber qué tipo de campaña vamos a tener es esa. Si Abascal decide que va a haber debates, la campaña será una. Si decide, por el contrario, que, si no participa Feijóo, él tampoco se presentará a debatir, la campaña será otra. En el primer caso, Vox afirmaría su autonomía respecto del PP y lo pondría en una situación muy incómoda, por decirlo de manera suave. En el segundo, ocurriría lo contrario. Vox aceptaría su subalternidad respecto del PP, dando por supuesto que, puesto que de los partidos de la derecha española únicamente el PP podrá formar Gobierno, a Vox le toca hacer todo lo posible para que esto pueda suceder.
En unos días veremos cómo se despeja la incógnita y qué contrapartidas se le prometen a Vox para que opte por la anulación de los debates. ¿La vicepresidencia del Gobierno para Santiago Abascal en todo caso, independientemente del número de escaños que Vox consiguiera? ¿Se dejaría en suspenso la “matemática” teorizada por Feijóo para la entrada o no de Vox en los gobiernos de las Comunidades Autónomas? ¿Se les garantizaría un determinado número de ministerios, además de algún o algunos candidatos en la renovación del Consejo General del Poder Judicial? ¿La Dirección General de la Guardia Civil?
Algunas de las decisiones más importantes de esta campaña electoral se van a adoptar antes de que empiece y nos enteraremos o no dependiendo de la decisión que acabe optando Abascal. La aversión a debatir del PP en general y de Feijóo en particular ha puesto en las manos de Vox una herramienta sumamente poderosa. Veremos qué uso hace de ella.
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