Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
Sobre la reforma constitucional exprés: ¿de qué hablamos cuando hablamos de regeneración democrática?
Durante los últimos años y, especialmente, en los últimos meses, los episodios de corrupción estallan uno tras otro. Con el objetivo de combatir esta corrupción generalizada y empezar a implementar la llamada “regeneración democrática”, el punto 2 del apartado VII del documento de acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos (C’s) se titula “Reforma urgente de la Constitución”. A grandes rasgos, establece el mandato de llevar a cabo, en el primer mes de ejercicio de un supuesto nuevo Gobierno, una reforma constitucional exprés en los siguientes términos: supresión del aforamiento de parlamentarios estatales y autonómicos, limitación del cargo de presidente del Gobierno a dos legislaturas, reducción a 10 el número actual (20) de vocales del Consejo General del Poder Judicial, supresión de las Diputaciones Provinciales de régimen común y reducción a 250.000 firmas el mínimo exigido para presentar una Iniciativa Legislativa Popular, hoy situado en 500.000.
A menudo se dice que la lucha contra corrupción y la regeneración democrática es un tema transversal y neutral donde todos los partidos, independientemente de su ideología, deberían estar de acuerdo y unidos. De hecho, esta es una reforma que el PSOE vende públicamente como al margen de cualquier ideología y transversal a la izquierda y la derecha. Sin embargo, esta no es una cuestión tan sencilla. Las explicaciones acerca de las causas de la corrupción y las medidas de lucha contra la misma no son neutrales ni transversales, sino funcionales a objetivos políticos conservadores o transformadores, y no hay duda de que detrás de la propuesta de reforma constitucional del PSOE y C’s existe un objetivo claramente conservador.
Izquierdas y Derechas han tenido, históricamente, explicaciones causales de la corrupción y formas de regeneración democrática distintas. La tradición marxista ha partido de la idea de que el ser humano es naturalmente bueno, es el sistema capitalista y el Poder el que lo enajenan y corrompen. De acuerdo con ello, la solución pasa por desenajenar al sujeto mediante la transformación de la base material de la sociedad. Como señalaba Marx, “es el ser social lo que determina la conciencia y no a la inversa”, con lo cual una transformación de la base económica operaría a la vez sobre el desarrollo de la conciencia creando al hombre nuevo honesto. El tipo de reformas a adoptar para implementar esta solución consistirían, en consecuencia, en medidas de transformación de las relaciones de poder existentes, esto es, de transformación de las relaciones entre Estado y ciudadanos. Con ello, la regeneración democrática adquiriría una naturaleza transformadora del sistema.
Por el contrario, la tradición liberal parte de la idea de que el ser humano es naturalmente egoísta y malo y, por tanto, este es quien pervierte el correcto funcionamiento de un sistema que es bueno por sí mismo. De acuerdo con ello, la solución pasaría por dotar al sistema de mecanismos institucionales de autodefensa frente a la avaricia humana que le permitan conservarse y funcionar de manera saneada. El tipo de reformas a adoptar para implementar esta solución consistirían, en consecuencia, en la introducción de cambios en el aparato estatal, cambios que operan dentro del Estado y sus aparatos, sin afectar a los ciudadanos. Con ello, la regeneración democrática adquiere una naturaleza conservadora del sistema, previniendo que los abusos humanos lo deslegitimen.
Como resulta evidente, no es demostrable empíricamente que el ser humano sea bueno o malo por naturaleza, al igual que tampoco lo es que todos los habitantes de Francia o Inglaterra se reunieran un día en asamblea para firmar un “Contrato social” como señalan las teorías contractualistas. En el ámbito de las ciencias sociales, las causas, explicaciones o axiomas primeros de los fenómenos políticos no están hechos para ser demostrados, sino para ser funcionales a determinados objetivos políticos de conservación o transformación del statu quo. Las explicaciones de las causas de la corrupción no son una excepción, y el hecho de que haya explicaciones causales antagónicas de este fenómeno demuestra que las reformas de regeneración que se levantan respectivamente sobre cada una de ellas persiguen objetivos políticos también contradictorios.
Una mirada a la propuesta de reforma constitucional para la regeneración democrática del PSOE y C’s permite ver rápidamente: 1. Que parte, implícitamente, de las explicaciones causales liberales de la corrupción, según las que es el ser humano egoísta el que provoca que el sistema (bueno por naturaleza) funcione mal; 2. Que, en consonancia con lo anterior, las reformas propuestas operan solo dentro del Estado y sus aparatos intentando establecer mecanismos de autodefensa del sistema, sin afectar a las relaciones de poder elites-ciudadanos existentes; y 3. Que su objetivo político es conservar la legitimidad del régimen del 78, actuando como regeneración conservadora.
Esta no fue la regeneración democrática por la que miles de personas salieron a las plazas. La regeneración que se pedía no era conservadora sino transformadora y esto último exige dos elementos fundamentales interrelacionados entre ellos.
Uno es la conformación de mecanismos de control democrático en manos de los ciudadanos, como podría ser, entre otros, la aprobación de una ley que permita a grupos de ciudadanos u organizaciones sociales constituirse en “veedurías ciudadanas” permanentes o temporales para fiscalizar cualquier persona, entidad pública o privada encargada de la ejecución de un programa, proyecto, contrato o prestación de un servicio público, pudiendo acceder a toda la información disponible y denunciar ante la autoridad judicial correspondiente cualquier irregularidad detectada.
Y otro es la adopción de medidas destinadas a la reducción clara de la desigualdad social. La igualdad sustantiva facilita la participación efectiva de todas las personas en los asuntos públicos. No se puede lograr menos corrupción sin mecanismos participativos, pero, a la vez, no se puede lograr más participación sin reducir la desigualdad social.
La regeneración democrática operaría, en esta última manera, estrechamente vinculada con una concepción y forma de reparto y ejercicio del poder, adquiriendo una naturaleza transformadora.
No obstante, la lectura del acuerdo entre PSOE y C’s nos muestra cómo no solo sus reformas de lucha contra la corrupción se limitan al interior de los aparatos de Estado sin vincular la ciudadanía a esta tarea, sino que además ello se combina con medidas que agudizan la desigualdad y la injusticia social: “Mantener un firme compromiso con la estabilidad presupuestaria y el cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE”, “cumplir los objetivos de déficit que se negocien con las autoridades europeas” (punto I.4 del acuerdo), etc.
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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.