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Componer una serie musical en formato audio, un “reto” para el ganador de dos premios Goya

El compositor Lucas Vidal, con sus dos premios Goya en 2016.

Laura García Higueras

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Jimena es una mujer de más de cincuenta años que trabaja en una tienda de succionadores de clítoris. O, como ella misma describe: “Vendiendo alegría y ayudando a las mujeres a ser un poco más felices”. Inmersa en su rutina, todo parece tener relativo orden, hasta que una inesperada llamada de su hermana Concha siembra la semilla del que terminará siendo un cambio radical. Ella es la protagonista de Jimena soy yo, la serie musical en formato audio que Sonora estrenará el próximo 2 de marzo. Una producción creada y dirigida por el compositor Lucas Vidal, ganador de dos premios Goya.

El título se incorporará a la plataforma de entretenimiento de audio que el grupo Atresmedia lanzó en julio del año pasado. Fue el propio servicio el que se puso en contacto con el autor para proponerle que generara un formato que combinara audio y música; y fue entonces cuando se le ocurrió la idea de hacer una serie musical. No es habitual pero no es la primera vez, el género de podcast musical cuenta con Crímenes el musical como antecedente.

Ainoa Careaga, guionista del proyecto, tenía ya entre manos una historia sobre Carmela Rosingana. Una funcionaria de servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid a la que había conocido y cuyo carisma le impactó tanto que decidió escribir algo que girara en torno a ella. Pese a no contar con experiencia previa en la interpretación, apostaron también por que fuera ella misma quien encarnara al personaje principal, Jimena. “No queríamos que fuera una persona o actriz conocida”, explica a este periódico el músico.

Junto a ella forman parte del reparto de voces otros nombres como Cecilia Suárez (La casa de las flores), Edu Soto (Perdiendo el este), Mariola Fuentes (Kiki, el amor se hace), Itziar Castro (Historias lamentables), Jorge López (Élite), Francis Lorenzo (Águila Roja) y Boris Izaguirre. Entre todos narran cómo una persona con una vida aparentemente normal acaba teniendo una posición muy relevante en la paz mundial.

El proceso de composición

La pasión por la música estuvo presente en la vida de Vidal desde su infancia. Su abuelo era José Manuel Vidal Zapater, fundador de Hispavox, la discográfica en la que despegaron sus carreras artistas como Karina y Raphael. De su madre heredó el amor por el ballet. El músico empezó a tocar el piano con tres años y con siete la flauta travesera. Tras asistir con quince años a un campamento de verano de composición en la Berklee College of Music en Boston, consiguió una beca para estudiar allí cuando cumpliera los dieciocho. Posteriormente amplió su formación en la Julliard School of Music en Nueva York.

Suyas son las bandas sonoras de Fast and Furious 6 (Justin Lin), Invasor (Daniel Calparsoro), El árbol de la sangre (Julio Medem) y Nadie quiere la noche (Isabel Coixet), por la que obtuvo uno de sus dos premios Goya en 2016. El segundo lo ganó ese mismo año por la canción principal de Palmeras en la nieve (Fernando González Molina), junto a Pablo Alborán. “Se lo dedico a todos los jóvenes para que con esfuerzo y sacrificio luchen por sus sueños. Al principio es bastante difícil y muchas puertas se nos cierran; pero poco a poco se van abriendo y se va viendo el resultado”, pronunció entusiasta al recogerlo.

Su trayectoria incluye igualmente series como Dime quién soy y Érase una vez pero ya no; además de teatro musical, ballet y un disco de música electrónica. De ahí a que al haberse lanzado por primera vez a hacer una serie musical en formato de audio lo haya vivido como “un reto”. “Al no haber imagen todo tiene que ir mucho más picado, más rápido. Y se tiene que entender todo muy bien, las tramas, las letras; combinándolo con los efectos sonoros que cuenten si está cogiendo un coche o en la oficina”, describe sobre el proceso creativo.

Vidal reivindica como “bonita” la forma en que los oyentes amplían posteriormente el relato: “Cuando alguien escucha una canción, puede imaginarse cosas totalmente diferentes a lo que se plantee otra persona”. En cuanto a los estilos que ha combinado dentro de la ficción sonora, comparte que quería que fuera “muy actual. Hay trap, reguetón, pop, música de los 80 y un guiño a los musicales de Broadway”. Del mismo modo, tuvo en mente que los temas pudieran ser posteriormente escuchados de manera independiente a la producción.

“Tuve que hacer un ejercicio de saber qué quería decir en ellos para que siempre añadieran algo a la historia. Que no estuvieran ahí porque sí”, afirma. Todo ello combinado con la técnica del propio género musical, que implica que haya instantes en los que los diálogos se mezclen con las melodías, silencios, diferentes duraciones, etc. En conjunto, asegura que el resultado es “un viaje en el que la música va subiendo, igual que las tramas e igual que ocurre en las películas”. Para ello estuvo trabajando seis meses que incluyeron la grabación del musical entre Madrid y Viena con un equipo de cerca de 90 personas entre solistas, coro y orquesta.

En su carrera, Vidal cita como referentes a clásicos como Johann Sebastian Bach y otras figuras más contemporáneas como Alexandre Desplat, Ennio Morricone y John Williams. Respecto a cómo lleva a cabo su labor, señala que el primer paso es leer el guion de los proyectos que le ofrecen. “A partir de ahí voy pensando ideas para los temas principales, el de la chica, el del amor, el del malo, etc. Y los voy compartiendo con el director”. Una vez concluye el rodaje, se reúne de nuevo con el cineasta: “Hacemos una sesión en la que vamos decidiendo dónde ponemos música y dónde no”. Lo siguiente es materializar la banda sonora en sí a través del ordenador y grabarla con orquesta en caso de que se necesite; para finalmente mezclarla con los diálogos y los efectos de sonido.

Homenaje a las mujeres de 50

Vidal no tiene preferencia por ningún género a la hora de componer bandas sonoras. “Ahora estoy haciendo mucho thriller y drama”, indica señalando que aun así, lo importante es la historia que se narre. “Una historia bien contada es una buena historia”, defiende. De ahí a que lo que busque a la hora de aceptar proyectos sea “que tengan alma y algo interesante que contar”. En el caso de Jimena soy yo, le atrajo el poder “dar voz a mujeres de más de cincuenta años. En cierta manera están invisibilizadas en la sociedad pese a lo necesarias que son”. “Es una llamada para reflexionar y hacerles valer su posición”, añade.

De esta forma es como se siente en gran parte Jimena, la protagonista, que hará lo posible para ayudar económicamente a su hermana. Una mujer que regenta un restaurante junto a su pareja Wang, que acaba de ser multado por Sanidad por intoxicaciones masivas. El marido se ha dado por vencido y quiere mudarse de nuevo a Corea del Norte, algo que su cuñada intentará evitar de todas las formas posibles. En un primer momento todo apunta a que será sencillo, ya que cuenta con un bonus que van a darle en la empresa. Sin embargo, un cambio en la directiva de la compañía trastoca sus planes.

El segundo punto fuerte que Vidal apunta de la historia es su “crítica a la guerra y concienciación de lo que es la paz”. “Teníamos claro que era lo que debía marcar el relato. Hay mucha comedia y es divertido, pero tenía que haber un mensaje bonito y, sobre todo, inspirador”, expone.

El compositor, que está trabajando en una zarzuela con guion de Boris Izaguirre que verá la luz el próximo mes de mayo, aprovecha para ensalzar el buen momento que está atravesando el teatro musical en España. Y, en concreto, en Madrid. “Es un formato que está calando. Cada vez hay artistas más preparados. La situación actual no tiene nada que ver con la de hace veinte años”, celebra. También augura un porvenir prometedor a los proyectos de audio: “El futuro no es solo lo visual”.

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