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El mexicano Hari Sama lleva a Sundance los rebeldes y “agridulces” años 80

El mexicano Hari Sama lleva a Sundance los rebeldes y "agridulces" años 80

EFE

Park City (EE.UU.) —

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Años de rebeldía juvenil pero también de ingenuidad, de espíritu contestatario a la vez que de inocencia y temeridad. Así retrata el mexicano Hari Sama la década de los 80 en “Esto no es Berlín”, una cinta que se ha estrenado en Sundance y que explora el legado “agridulce” de aquella época.

“Que ahora veas en Ciudad de México a parejas del mismo sexo besándose o tomándose de la mano es impensable sin lo que pasó en los 80 y después. Ahí empezó un esfuerzo de recuperación del espacio público que había sido, literalmente, ultrajado desde el movimiento de 1968. Como que había quedado una atmósfera de dictadura, en especial contra jóvenes y estudiantes”, explicó a Efe.

“Yo viví esos años de manera muy intensa. Y también me pasé, como muchos. Hubo momentos de demasiados excesos de todo. Y me siento muy afortunado de estar vivo, de ser de los que quedaron y de poder reflexionar sobre lo que pasó”, admitió.

Autor de otras películas como “El sueño de Lu” (2012), Hari Sama (Ciudad de México, 1967) presenta estos días en el Festival de Sundance, la cita más importante del cine independiente en Estados Unidos, su filme “Esto no es Berlín”, que protagonizan Xabiani Ponce de León, Ximena Romo y José Antonio Toledano.

En esta película, Carlos (Ponce de León) es un joven de una familia de clase media de la capital mexicana que se adentra en el agitado y excitante ambiente de la contracultura en los años 80, donde se enamora del post-punk, el arte provocador y político, las drogas o la experimentación sexual.

En una película con un gran componente autobiográfico y con una puesta en escena muy dinámica y realista (se contó con público real para algunas “performances” y conciertos), el director explicó que la adolescencia, para lo bueno y lo malo, genera “las cicatrices que te definen”.

“Empiezas a reaccionar a los estímulos de la vida a partir de esas cicatrices (...). Para mí fue una época muy significativa por las cicatrices que se generaron a nivel familiar, humano o de percepción de mí mismo”, afirmó.

“Y también por haber tenido la fortuna de conocer a ese grupo de locos que estaban buscando en el arte, las drogas y la investigación de la brutalidad una forma de decir 'esto es lo que yo soy'. A mí eso me transformó para siempre”, añadió.

En este sentido, el realizador contó que el rodaje fue una experiencia ambivalente.

“De pronto, estaba filmando en este bar que era como una cosa muy romántica pero, al mismo tiempo, tenía unos recuerdos súper dolorosos de cosas que me habían pasado. Era una búsqueda personal muy atormentada”, indicó sobre un filme que no esquiva terribles realidades como el sida o las sobredosis.

Sama dijo, además, que para esos jóvenes que se refugiaban en espacios de libertad como la Zona Rosa, en Ciudad de México, ciudades como Londres o Nueva York representaban “un anhelo”.

“Allá estaban pasando todas esas cosas. De repente recibíamos un poco de la movida madrileña, porque venían Alaska y Miguel Bosé y reventaban, pero veíamos con mucho romanticismo a Bowie viviendo en Berlín, a Nueva York con un momento de creatividad y como una ciudad muy peligrosa con artistas súper interesantes”, describió.

Esa mirada, sin embargo, dio paso a una reflexión personal y colectiva.

“'Si esto no es Berlín o Nueva York, ¿entonces qué es? Somos mexicanos, ¿pero qué mexicanos somos?' Creo que había una enorme confusión en ese sentido: no entendíamos muy bien cuál era nuestro lugar”, aseguró.

De la misma forma, “Esto no es Berlín” también muestra la aparente paradoja de esta rebeldía juvenil, cuyos integrantes provenían de familias blancas y muy acomodadas.

“La insatisfacción no es una cuestión económica: es una cuestión humana. Lo que cambia un poco es quizá el estilo o nivel de descontento”, opinó antes de recalcar que México “es un país de contradicciones sociales y raciales aunque a los mexicanos no les guste hablar de ello”.

En una película que acaba lanzando un elogio de la amistad y una aproximación no moralista a la adolescencia, Sama subrayó la entrega y el compromiso de su joven y talentoso reparto.

“Me interesa conocer las cicatrices de los actores, no por morbo, sino para saber qué es lo que podemos usar. A lo mejor a no todo el mundo le gusta, pero ellos se dejaron entrar a la aventura”, finalizó.

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