Cinco años ‘secuestrado’ por Julio Iglesias
No anda España muy sobrada de títulos que analicen en profundidad los grandes, medianos y pequeños fenómenos musicales de este país, que los ha habido, y bien jugosos. Entre los vacíos más inexplicables de la literatura pop española destacan, por monumental e irrepetible, trabajos rigurosos sobre la vida y obra de Julio Iglesias. Nadie en Estados Unidos o Inglaterra va a dedicar cinco años a bucear en el 'Sinatra latino'. Tenía que hacerlo un paisano suyo. Y ese ha sido Hans Laguna: 42 años, sociólogo, músico y actual bajista del cantautor Nacho Vegas. Hey! Julio Iglesias y la conquista de América, editado por Contra, es desde ya el manual de referencia sobre Julio y sus circunstancias y el ejemplo a batir en cuanto a biografías musicales publicadas en España.
“¿Lo estoy dejando todo para escribir un libro sobre el puto Julio Iglesias? ¿Qué relevancia tiene este señor? ¿Qué importancia tiene todo esto para el mundo? ¿Qué coño estoy haciendo con mi vida?”. Estas y otras preguntas atenazaron a Laguna en varios momentos de 2020. Tras pedir una excedencia en la universidad, abandonó sus clases de pensamiento social para levantarse a las nueve de la mañana y dedicar el día y la noche a escudriñar vídeos y actuaciones de Julio Iglesias o a localizar en internet a personas que hubiesen tenido algún roce significativo con él. Todo ello, en plena pandemia. Meses y meses encerrado en casa con Julito. Julio para desayunar, comer y cenar. Julio en casi todas las conversaciones que ha mantenido desde 2017 hasta hoy.
No está de más introducir esta información porque Hey! no es exactamente un libro sobre Julio Iglesias: es un libro sobre un tipo que escribe un libro sobre Julio Iglesias. La fórmula está inspirada en el ensayos El loro de Flaubert, de Julian Barnes, y la biografía sobre Limonov que escribió Emmanuelle Carrère. También en títulos de Werner Herzog y Agnès Varda, en los que los cineastas compartían con la cámara sus descubrimientos en tiempo real. Todo ello, desde la perspectiva de un músico del indie precario crecido en los años 80, justo la década en la que Iglesias despegaría como gran supernova latina en el presuntamente inalcanzable mercado yanqui. Como es sabido, Julio lo hizo. Vamos que si lo hizo. Pero, ¿por qué Laguna decidió escribir su Hey!?
La culpa fue de Nacho Vegas, que lo lió para grabar una versión de Manuela en un programa de TVE. No, la culpa fue de aquella librería de segunda mano de Buenos Aires donde criaba polvo la autobiografía Julio Iglesias: entre el cielo y el infierno. No, la culpa es de YouTube, ese video-vertedero en el que puedes localizar hasta un concierto benéfico de 1986 en el que el cantante de country Willie Nelson comparte escenario con ese tipo al que Francisco Umbral definiría como “nuestro Sinatra de plastilina”. En realidad, la culpa es de la humanidad entera, puesto que nadie hasta hoy había escrito un libro que se tomase en serio la obra de Julio Iglesias. “Este libro se lo toma en serio, reconoce su labor y hace justicia a Julio Iglesias en España”, insiste Laguna, ya relajado tras conceder su primera entrevista al programa Sálvame. En un arrebato muy latino, fija la vista en el libro, lo agarra y estampa un beso al Julio de la portada.
Emociones, entonaciones e invenciones
Laguna, tal y como hiciese Carl Wilson respecto a Celine Dion en su no menos excepcional estudio Música de mierda, ha tenido que quitarse de encima décadas de prejuicios. “Parece que si te acercas a Julio Iglesias tiene que ser con una aproximación irónica. Siempre hay algo de repelús, pero me he ido quitando de encima las capas de recelos hasta dar con el artista auténtico”, confiesa. Que a partir de 1985 abunden las “producciones infumables” no impide que escuchando con auriculares al Julio de los años 70, Laguna se “emocione genuinamente”. De hecho, dedica la primera parte del libro a analizar con precisión su técnica vocal, esa aristocrática sprezzatura que le permite cantar sin aparente esfuerzo. Laguna transcribe cuando es necesario la notación de las melodías. Periodismo musical español basado en datos y notas, algo que no se ve muy a menudo.
Pero esa misma precisión con que analiza sus canciones (¡página y media para ahondar en la letra de Me va, me va!) se transforma en perseverancia a la hora de desmontar un mito construido a base de medias verdades. Toda la leyenda de Julio está sustentada en la película La vida sigue igual, biopic de 1970 protagonizado por él mismo cuando apenas había lanzado un puñado de singles. Resulta que no iba a fichar como portero por el primer equipo del Real Madrid cuando tuvo el accidente porque, de hecho, Julio no era tan buen portero. Tampoco estaba licenciado en Derecho, ya que no acabó la carrera hasta 2001. Ah, y tampoco el famoso accidente fue tan grave como se dijo. Unos rasguños, aunque él asegurase décadas después que pasó tres meses en coma.
Resulta que no iba a fichar como portero por el primer equipo del Real Madrid cuando tuvo el accidente porque, de hecho, Julio no era tan buen portero. Tampoco estaba licenciado en Derecho, ya que no acabó la carrera hasta 2001
Su participación en Benidorm y Eurovisión también tienen un lado oscuro, pues para colarse en ambos festivales intervinieron desde su padre, el doctor Iglesias Puga, conectadísimo con las altas esferas franquistas, hasta el futuro presidente del Gobierno Adolfo Suárez. En Hey!, metido ya en el rol de obsesivo investigador, Laguna sigue el hilo de Fernando Sánchez Barroso, un empresario malagueño que aseguró haber compuesto una canción que Julio le robó y convirtió en Gwendolyne. Sigue el hilo hasta dar con su hermana, que le confirma la historia. La prueba física, la grabación de Tú vendrás cualquier tarde, del grupo malagueño Los Dalí, ha estado hasta hace poco colgada en YouTube.
Ambiciones, adicciones y revelaciones
La biografía se centra en la conquista de Estados Unidos porque es en esta etapa de su carrera en la que estalla de forma más visible y estratosférica la característica que mejor define a Julio Iglesias: su desatada ambición. Y ahí es donde Laguna ahonda en el asunto clave de Hey!: la sofisticada estrategia de marketing y relaciones públicas que respaldó su ambición. Hablamos de una maquinaria aplastante, de precisión casi militar y similar a la que estos días emplea Rosalía con el mismo objetivo. Este paralelismo no es el único. Para desentrañar las bambalinas del show business también acude a los asaltos de Estados Unidos que en su día emprendieron Rodolfo Valentino y Renato Caruso.
Hey! compone un retrato de Julio de contrastes casi bipolares: ambicioso e inseguro, zalamero y tirano, seductor y acomplejado. Un Julio adicto al trabajo, adicto al éxito, adicto al sexo, adicto al sol... En fin, adicto a Julio. Laguna, un poco adicto a Julio, también, utiliza todos los recursos imaginables (sociología, semiótica, psicoanálisis, dermatología...) y un sinfín de referencias: de Johnny Cash a Theodor Adorno, de Stendhal a Wu-Tang Clan, de C Tangana a Franz Liszt, de Walter Benjamin a Metallica. Hey! ofrece una investigación tan concienzuda como las del prestigioso crítico estadounidense Greil Marcus. Pero aquí, además, hay un sentido del humor que atraviesa toda la obra y la aligera. A Greil Marcus jamás se le hubiese pasado por la cabeza lamentar que Julito fichase por la multinacional CBS y dejase escapar la oportunidad de unirse laboralmente a la discográfica más acorde con su característico grito: WEA.
'Hey!' compone un retrato de Julio de contrastes casi bipolares: ambicioso e inseguro, zalamero y tirano, seductor y acomplejado. Un Julio adicto al trabajo, adicto al éxito, adicto al sexo, adicto al sol...
A lo largo de sus más de 400 páginas, la acumulación de datos, detalles y revelaciones es una auténtica juliopedia. Que si de joven estuvo tocando versiones de los Beatles en Inglaterra, que si medió para que el videoclip de Thriller apareciese en el programa de fin de año de TVE, que si el padre de Julian Casablancas (cantante de los Strokes) le proporcionaba modelos de su agencia para alegrarle la vista y lo que hiciese falta, que si gastaba un millón de dólares al año en vino, si Michael Jackson durmió en la habitación de Chábeli (en ausencia de ella), que si Latoya Jackson tenía un póster de Julito en su cuarto, que si el sex symbol por antonomasia tiene una aparatosa cicatriz en la espalda, que si el narco Pablo Escobar planeó (y desestimó) secuestrar a Chábeli...
Cualquier anécdota relacionada con Julio Iglesias, y el libro está plagado de ellas, tiene una envergadura a escala de un personaje estratosféricamente universal. Universal nivel: tener en casa a Bill Clinton. Universal nivel: invitar a Andy Warhol a tu cumpleaños y que se presente. Universal nivel: ser el primer artista extranjero que protagoniza un programa especial en la televisión estatal China. Universal nivel: salir ligeramente entonado a cantar Surfer girl con los Beach Boys en la ceremonia del 4 de julio en la explanada del Capitolio ante decenas de miles de patriotas yanquis. La saga completa de James Bond no le llega a la suela del zapato de lo que ha vivido nuestro Iglesias, Julio Iglesias.
Y, claro, cuando apuntas tan alto, el precipicio crece y crece. Los delirios de Julio no son de este mundo. “Es una lástima que en los aviones, estando tan cerca del sol, no se haya inventado todavía un solarium para recibirlo tan cerca”, llegó a declarar. Y Laguna, en vez de echarse a reír, aprovecha para dedicar medio capítulo a profundizar en su tanorexia (adicción al sol) y en qué significaba socialmente tener la piel ultrabronceada en los años 80. Cuando el cantante más famoso del planeta dice “una mañana en París tuve la sensación de que estaba agarrado a la cola de un tigre de Bengala”, es el momento de indagar cómo Julio Iglesias saltó de la montaña rusa más lujosa jamás imaginada a la depresión más… lujosa jamás imaginada. Y ahí empiezan a tomar relevancia las grietas en un personaje chapado en oro. Una operación fallida en los ojos, los remordimientos como padre, el agotamiento tras años trabajando al 200%, la certeza de haber logrado lo inalcanzable... El abismo y el sinsentido.
Miedo a Julio, miedo a la vejez
¿Es posible escribir una biografía sobre Julio Iglesias sin tener en cuenta que él pueda llegar a leerla? La respuesta es no. En el libro, Laguna reconoce que ha sido muy prudente porque no quiere problemas legales. “El gabinete jurídico de una importante editorial rechazó el libro porque no quería meterse en líos”, explica. Por eso, las revelaciones más comprometidas citan historias que ya habían explicado antes sus allegados (su mánager, su mayordomo, su productor...) en otros libros. De Muñeca de trapo, la de su expareja Vaitiare proviene este pasaje: “Cada noche hay una mujer distinta en nuestra cama. Son como él las quiere, siempre de senos grandes y dispuestas a todo. Son sombras que me abrazan, me hacen el amor, me comparten con él. Un día lo encuentro acompañado de una niña de 16 años. Me quedo con él y hacemos el amor”.
Laguna resalta que una de las espinas que aún tiene clavada Iglesias es no sentirse artísticamente reconocido en España. Hey! no quiere reivindicarlo como tampoco pretende ridiculizarlo: simplemente analizarlo con seriedad. Los datos, al fin y al cabo, están ahí. Bueno, algunos ya no. La grabación que dio la pista a Laguna sobre el supuesto plagio que sería Gwendolyne ha desaparecido misteriosamente de YouTube. “¿Mano negra?”, bromea el biógrafo. Y empieza a elucubrar posibilidades con cierto nerviosismo. No es difícil intuir que Julio Iglesias “a nivel judicial, es un tipo con mucho poder y mucha influencia”.
Además de combinar una mirada cariñosa y una frialdad científica, Laguna se muestra comprensivo y, en ocasiones, delata cierto síndrome de Estocolmo (o de Miami). “He tenido muchos dilemas morales sobre hasta qué punto empatizar con Julio”, confiesa. “Con la de problemas que hay en el mundo, empatizar con un multimillonario que es la encarnación del éxito me parecía casi inmoral. Pero también es interesante plasmar que este hombre está devorado por su ambición y es un inseguro patológico, por lo que comentan muchas personas cercanas”. Las últimas noticias hablan de un Julio obcecado con volver a la carretera, pero con serios problemas de movilidad. “Quiere ir de gira, pero no puede. Camina mal porque camina muy poco. Y no asume el paso del tiempo ni su decadencia física”, intuye Laguna. Dice que está preparando sus memorias.
“Yo vengo de un bagaje marxista y de unas preocupaciones de género y raciales que me interesaba abordar. Y todo lo podía abordar desde esta figura. Todo en Julio Iglesias se puede interpretar en términos de clase social, de género…”, destaca Laguna. Hey! no es un juicio a Julio Iglesias. Más bien es una mesa desbordada de pruebas: cientos de entrevistas en prensa y otros tantos documentos audiovisuales diseminados por la red, recortes de revistas, vaciados de hemerotecas, horas analizando fotografías de época, indagaciones vía Facebook… Todo con el objetivo de utilizar al cantante español más famoso de todos los tiempos como excusa para hablar de las tensiones culturales, sociales, estéticas e industriales que concentra un personaje de estas dimensiones.
Pero, ¿es posible escribir en 2022 una biografía extraordinaria sobre Julio Iglesias sin cruzar una palabra con él, mezclando ensayos filosóficos con recortes de prensa rosa y dedicando días y noches a estudiar compulsivamente canciones, portadas, fotografías y vídeos de youtube? La respuesta es... Hey!.
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