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La obra sobre el juicio del caso Gisèle Pelicot censurada en Serbia renace en Belgrado

Foto de 'The Pellicot trial' en Avignon

Pablo Caruana Húder

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La 59.ª edición del festival más importante de Serbia y de la región yugoslava, el histórico BITEF, tendría que haberse celebrado en noviembre de este año. Pero el festival no tuvo lugar. Su director artístico, Miloš Lolić, dimitió de su cargo tras presentar su programación a la junta directiva del festival. El problema: el director intentó que la junta aprobase la inclusión de la obra de Milo Rau sobre el juicio a Gisèle Pelicot. Fue imposible. Una decisión tras la que se escondía la nueva realidad de la política serbia.

“Todo comenzó hace un año, en la edición en la que Milo Rau venía con otra obra, Antígona en el Amazonas. Se le encargó el discurso de inauguración y ahí dijo cosas que molestaron al gobierno”, explica Miloš Lolić, que ahora está también organizando un festival de guerrilla que tendrá lugar en Belgrado entre el 15 y 18 de diciembre. “Ha sido un año muy duro, han pasado muchas cosas en Serbia”, explica este director de teatro que emocionado confiesa a este periódico que él estaba en Belgrado cuando la ciudad fue bombardeada por la OTAN en 1999 durante 78 días. “Ese año hubo festival. Y también estaba antes, cuando era adolescente y había guerra en Yugoslavia. En esos años, aun sin dinero ni presencia internacional, el BITEF se siguió celebrando. Nada podía parar al festival, ahora tampoco lo harán”, concluye. 

Son varias las razones para explicar la cancelación de este histórico festival. La primera fue el citado discurso de Milo Rau. Un discurso donde el artista suizo confesaba su amor por el pueblo serbio, pero acusaba a la Unión Europea de connivencia con el régimen de Vučić. Concretamente, Rau denunció la prospección minera en los montes de Jadar para extraer litio a cargo de la empresa trasnacional Rio Tinto. En esos momentos el canciller Olaf Scholz acaba de visitar Serbia para concretar la prospección. El litio es fundamental para fabricar las baterías de iones de los coches eléctricos. 

“Scholz instó a los serbios a sacrificarse por Europa. Europa significa, por supuesto: Volkswagen”, dijo Rau en su discurso. “Ahí vi que el embajador alemán salió despavorido del acto”, recuerda Rau en declaraciones a este periódico. “Pero la gente aplaudía, no era un discurso contra Serbia, allí nadie está de acuerdo con la mina, es un proyecto que no ayuda a nadie, que no trae dinero, solo a la élite corrupta que facilitó el acuerdo. No es bueno para el país, va a destrozar el ecosistema. Y eso es lo que dije, que algunas personas que se llaman nacionalistas estaban destruyendo la nación con la connivencia de Europa”, continúa Rau. 

Imagen de una representación de 'The Pellicot trial' en Avignon

La segunda razón para la desaparición del festival es la deriva política de Serbia en los últimos años. Aleksandar Vučić comenzó su andadura en el Partido Radical Serbio, un partido de extrema derecha que apoyaba el concepto de la Gran Serbia. Ya en el siglo XXI formó el Partido Progresista Serbio junto a Tomislav Nikolić, con el que llegaría al poder en 2012. Nikolić fue presidente, Vučić primer ministro. En aquellos años Vučić defendió el europeísmo y se hizo mediador en el conflicto con Kosovo. Pero en 2016, cuando llegó a la presidencia, Vučić comenzó a mostrar su cara más reaccionaria. 

La política internacional de Serbia se basa en buena medida en la promesa de la Unión Europea de incluir como miembro a Serbia, algo que el país de los Balcanes solicitó formalmente en 2012. La tensión entre la UE y Serbia hoy es muy grande. Todavía mayor desde que su presidente decidió no condenar la invasión de Ucrania y sus lazos tanto con China como con Rusia cada día son mayores. Las relaciones entre Europa y Serbia penden de un hilo. Por eso, el discurso de Milo Rau tocó donde más dolía. 

Milos Rau movement

Milo Rau viene de estrenar The Pelicot Trial en el Dramatten de Estocolmo. Allí, también presentó su pieza Another Nobel Prize dinner. El día elegido no podría ser otro, el diez de diciembre, el mismo día del banquete de los Premios Nobel con los reyes. “En esta otra cena, en vez de los discursos del rey, se da voz a las 18 personas que hicieron implosionar los premios en 2018 cuando acusaron al ganador del Nobel de literatura, Jean Claude Arnaux y consiguieron que ese año el premio se suspendiese”, relata el director. “Creo que es una adecuada contrabalanza con The Pelicot trial, siempre que vamos por Europa la gente dice que, claro, que eso pasa en Francia que son todos unos pervertidos. Y no es verdad, el problema tiene que ver con un sistema, no con una nación”, matiza. 

Ahora Rau está por llegar a Belgrado junto a su equipo para estrenar esta obra que se estrenó en el Festival de Avignon y representa en escena el proceso judicial donde se narró con pelos y señales las repetidas violaciones que Gisèle Pelicot tuvo que sufrir. Desde que la obra fue censurada en Serbia en septiembre de este año, Rau, desde la plataforma de su festival en Viena, denunció la censura. La solidaridad en Europa corrió como la pólvora. 

No es la primera vez que el fascismo está tratando de destruir la democracia. No se van a detener. Por eso entendimos que teníamos que tejer una red solidaria transnacional

Milo Rau Director de escena

Milo Rau es un gran director de teatro, pero también es un activista nato. Desde el Wiener Festival que dirige creó en agosto de 2024 Rau una plataforma política, Resistance Now, con motivo de la destitución del director del Teatro Nacional de Slovakia, Matej Drlička. Ese fue el nacimiento de lo que es hoy una de las grandes plataformas europeas que intentan luchar contra el intervencionismo político ante el crecimiento de la extrema derecha en Europa. 

Al intentar explicar las razones para crear este movimiento, Rau mira atrás: “Desde el 89 en Europa Central todos se apuntaron a la democracia como un negocio y dejaron fuera la ideología, una visión muy neoliberal que ha predominado hasta hace poco. Pero en un punto las elites neoliberales se unieron con los oligarcas a través de los movimientos nacionalistas. Y todo se volvió a ideologizar. Se comenzaron a cerrar instituciones culturales en Hungría, en Eslovaquia, en Eslovenia o Serbia. Comenzaron quitando el dinero y luego cerrando todo lo que fuera experimental o queer”.

El director suizo afirma que la derecha vio una posibilidad en el mundo de la cultura, “entendieron que esto de la guerra cultural era muy buena propaganda. Hoy todos hablamos de género, lengua y política familiar. Hasta hace poco se podía hablar de refugiados, de clases sociales, parece que hoy no”, afirma con cierta sorna. 

Rau cree que el momento que vive Europa es más que delicado. “La gente está votando por el nuevo fascismo, están cansados del régimen de la izquierda. Europa Central está viviendo una rusificación donde la democracia liberal es simple filosofía woke”, asevera. “No es la primera vez que el fascismo está tratando de destruir la democracia. No se van a detener. Por eso entendimos que teníamos que tejer una red solidaria transnacional porque cuando un artista es agredido por el intervencionismo político queda demasiado expuesto en su país, sin apoyos, como ahora ha pasado en Serbia”, explica. 

Serbia y la generación “posnada”

En Serbia todo es diferente desde que el 1 de noviembre de 2023, en la estación de Novi Sad, colapsó una marquesina y mató a 16 personas. Esa fue la mecha que prendió el fuego de la insurrección estudiantil al autoritario gobierno de derechas de Aleksandar Vučić. Nada ha vuelto a ser igual. Las protestas civiles que se han dado en Serbia durante estos dos años han sido históricas. Pero en la memoria, el presidente Vučić tiene la revolución de color en Georgia en 2003 que derrocó a Eduard Shevardnadz. No quiere que el país se le vaya de las manos y ha desplegado una política represiva y de control social que ha afectado a la esfera cultural.

En el año 2023 la ciudad de Belgrado promulgó una nueva ley que afectaba a los 14 festivales de la ciudad por la cual dentro de sus juntas directivas estaría presente el secretario de cultura de la ciudad para poder controlar las programaciones. Además, el Ministerio de Cultura del país retiró las ayudas en 2025 a aquellos festivales que le eran incómodos. Las consecuencias para el BITEF fueron directas. La dirección artística pasó de tener un mandato de cuatro a dos años. Se contrató a Nikita Milivojević que fue cesado tras el discurso de Milo Rau. Y se redujo el presupuesto del festival a la mitad, de 340.000 euros aproximadamente a 170.000. 

Un momento de la obra 'El suicidio como hecho (social)'

Con muy poco tiempo, a cinco meses del festival, se nombró Miloš Lolić director artístico. Lolić intentó reflotar el festival. La programación era pequeña, la obra de Milo Rau, Bros del italiano Romeo Castellucci y una programación de los nuevos artistas escénicos serbios. Pero todo se vino abajo con la negativa de Miloš Lolić a aceptar la censura impuesta por la junta directiva. 

Ana Janković, artista de 33 años de Belgrado, iba a actuar en el festival. Ahora, el día 16 de diciembre, estrenará en Belgrado su pieza, El suicidio como hecho social en el nuevo festival. Ana estudió en la facultad de artes escénicas de Belgrado, donde surgieron todas las protestas estudiantiles que han hecho temblar al país. Cuando habla de la realidad política que vive es rotunda: “Somos la generación posnada, vivimos en un sistema totalmente destruido, un sistema corrupto y lleno de nepotismo donde no cabe la justicia, la gente trabajadora o el conocimiento. Lo único que necesitas para sobrevivir es un carnet del partido que gobierna”, expresa con dureza. 

Al preguntarle por la importancia del nuevo festival el NE:BIFEST, la creadora serbia dice que “los estudiantes de teatro fueron los que comenzaron las protestas en este país y denunciaron las cosas que están pasando”. “Pero esto no pasa en los teatros, allí lo que se está haciendo no tiene nada que ver con la realidad serbia. Por eso es importante el festival, porque abre una brecha en un panorama escénico mudo”, concluye.

El NE:BITEF (el prefijo NE en serbio es tanto “no” como “independiente”) se hará sin que ningún artista cobre por su trabajo. Los espacios elegidos son bien simbólicos, aparte de la nombrada facultad de artes escénicas donde estrenará Rau, Romeo Castellucci exhibirá un filme de su obra Bros en el CZKD, un espacio emblemático de la contracultura en Belgrado que comenzó su lucha ya contra el gobierno de Slobodan Milošević en los noventa. 

Además, para rematar este festival de guerrilla donde la entrada será gratuita, los técnicos del mítico teatro berlinés de Erwin Piscator, la Volksbhüne, han decidido bajar hasta Belgrado para dar conciertos con sus bandas de punk Pink Wonder, Ubili Su Batlera y Anima. Las tres bandas tocarán bajo el lema: las luchas de los trabajadores olvidados. “Las futuras generaciones mirarán atrás y dirán ”ese fue el año en el que el BITEF volvió a nacer“”, concluye Milo Rau que también confesó a este periódico que teme no poder entrar en Serbia para el estreno del día 15, “me están avisando que puede haber problemas en la frontera, veremos”, dice con cierta cautela.

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