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CRÍTICA

Spider-Man en la era pos-Trump: por qué el mejor 'trepamuros' para combatir el racismo o la masculinidad tóxica no es el más popular

Captura del juego 'Spider-Man: Miles Morales'

José Antonio Luna

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A pesar de que Miles Morales hizo su primera aparición en cómics en 2011, el “segundo” Spider-Man seguía siendo un desconocido para los ajenos a sus aventuras en viñetas. No fue hasta 2019 cuando por fin llegó a la gran pantalla con Un nuevo universo, considerada tanto por la crítica como por la audiencia como una de las películas de animación más influyentes de los últimos años. También sirvió para otra cosa: para comprobar que este otro arácnido es, en realidad, el mejor para conectar con muchas nuevas sensibilidades actuales.

La cinta de animación escrita por Phil Lord y Rodney Rothman fue importante porque metió un puñetazo directo al concepto de virilidad presente en gran parte de las producciones superheróicas. El hombre que nunca llora, el que jamás habla de sus sentimientos o el que siempre se mantiene fiel a sus principios han sido iconos recurrentes desde que Marvel llegó a los cines con Iron Man (2008) hasta Endgame (2019), filme que precisamente destruye esos pilares del pasado para dejar lugar a unos protagonistas acorde con los nuevos tiempos. 

Lo que Grayson Perry define como el 'hombre por defecto' en su libro La caída del hombre ha vehiculado múltiples actitudes tóxicas en un tipo de cine, el de superhéroes, que queramos o no es el género por excelencia del blockbuster contemporáneo. Pero la máscara de tipo duro no tiene lugar en Un nuevo universo como tampoco lo tiene en Spider-Man: Miles Morales, un juego recientemente lanzado para PS4 y PS5 que capta la esencia del filme de animación tanto en lo estético como en lo sonoro. Y, por supuesto, en lo narrativo. 

A diferencia del largometraje, el juego no nos plantea un universo en el que Peter Parker ha muerto, sino uno en el que se ha ido de vacaciones a Europa y mientras tanto deja a Morales a cargo de la ciudad de Nueva York. Las consecuencias de ambas narrativas son parecidas. El nuevo trepamuros afronta una etapa en la que se autodescubre como héroe y como adolescente al mismo tiempo que comparte sus inseguridades con las personas que le rodean, lejos de ser un ente solitario que se abstrae en sus conflictos por miedo a mostrar síntomas de debilidad entre sus allegados. Todo lo contrario: se apoya en ellos para evolucionar como persona. 

Tu amigo y vecino, pero sobre todo de Harlem

La frase “tu amigo y vecino Spider-Man” es un buen resumen de la filosofía del personaje: su misión no consiste únicamente en derrotar a grandes villanos, sino también en rescatar gatos, ayudar a un operario atascado en un andamio o solucionar problemas en la red de metro. Y Morales, aunque comparte todo esto con Peter Parker, hace especial hincapié en lo que ocurre en una zona muy concreta de Nueva York: en Harlem. El barrio de afroamericanos y latinos por excelencia de Manhattan es otro protagonista más en este juego, y sirve de telón de fondo para presentarnos conflictos de minorías normalmente ocultas tras los rascacielos y letreros luminosos. 

Ejemplo de ello es una misión secundaria en la que Miles ayuda a F.E.A.S.T., una organización benéfica para personas desfavorecidas. A pesar del frío y la nieve, los voluntarios se ven obligados a sacar a todos los residentes a la calle después de sufrir la extraña explosión de una tubería en sus instalaciones. Y esta vez para cumplir el objetivo no basta con enfundarse el traje de Spider-Man y golpear a los villanos: es el propio Morales, vestido de paisano, quien comienza recabando información entre los sintecho que acampan a las puertas de la ONG. 

Tampoco es gratuito que el videojuego esté ambientado precisamente en Navidades y con una campaña política de por medio. La madre de Miles, Rio Morales, se presenta como alcaldesa a la ciudad y, aunque no se hace referencia explícita a su programa, parece bastante claro que su postura se sitúa más en la de “un país para todos los americanos” de Joe Biden y Kamala Harris que en la de “hacer América grande otra vez” de Trump.

De hecho, la artista italiana Sara Pichelli, creadora del personaje Miles Morales, consideraba a Donald Trump como “un villano” y defendía que era muy importante mandar mensajes a favor de la inclusión, ya fueran desde el cómic o el videojuego. “El fascismo, el Ku Klux Klan, el machismo... Hemos pasado por esa etapa y no la necesitamos de vuelta”, dijo la ilustradora en una entrevista con elDiario.es.

Durante mucho tiempo, “a las mujeres y las minorías se las ha tachado de 'apasionadas' o 'emocionales', como si los hombres por defecto tuvieran una asombrosa habilidad para orillar las lentes más subjetivas”, describía Grayson Perry. Por eso son necesario iconos culturales que representen lo opuesto a la toxicidad del patriarcado.

Donde otros héroes hacen lo que deben bajo su propia concepción de lo que es la justicia, Spider-Man: Miles Morales toma el testigo de Un nuevo universo para plantear un debate sobre la comprensión de los sentimientos. También para eliminar la noción de otredad, a menudo empleada por la extrema derecha para levantar muros entre “nosotros” y “ellos”, y blandir una lanza por la diversidad. 

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