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La Acadèmia se renueva a sí misma

Pleno de la Acadèmia Valenciana de la Llengua.

Adolf Beltran

La Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), institución normativa del valenciano, tiene previsto este viernes, día 11 de marzo, votar por primera vez la elección de siete de sus miembros. Quince años después de su constitución, plazo que se cumple en junio, abandona así la dependencia política para la renovación de una tercera parte de sus integrantes. Se cumple, con ello, el diseño previsto en su creación, que pretendía alejar la entidad de la tutela de las Corts Valencianes, donde se ha escogido hasta ahora a los académicos. El objetivo era sacar el tema de la lengua, su estudio y su normativa, de la agenda política y del debate partidista.

Aunque el PP -que ha tenido varios choques con la AVL por su reconocimiento de que el valenciano es la misma lengua que se habla en Baleares o Cataluña- intentó sin éxito al final de la pasada legislatura desandar todo lo andado, al proponer una reforma de la institución que implicaba volver a iniciar de cero su composición, los grupos de izquierda rechazaron el intento y propiciaron que, ya con el nuevo gobierno progresista en la Generalitat, la Acadèmia alcance la independencia que reconoce el propio Estatut d'Autonomia de la Comunidad Valenciana.

La elección de nuevos académicos exige la mayoría absoluta de los votos de los integrantes de la institución. La Acadèmia está formada por 21 miembros, aunque ahora solo quedan 16 debido a varias vacantes y dimisiones. Por ello, cada nuevo académico debe contar con 11 de los 16 votos posibles, entre los que se incluyen los de Rafael Alemany y Manuel Pérez Saldanya, que deben abandonar la institución con esta renovación porque así lo determinó el sorteo celebrado el pasado diciembre.

Diez son los candidatos a ocupar las siete plazas: los escritores Joan Francesc Mira, Josep Lozano y Carme Miquel, los lingúistas Rafael Ramos, Josep Martínez, Brauli Montoya y Abelard Saragossà, la directora de normalización lingüística de la Diputación de Valencia, Inmaculada Cerdà, el director de la Casa Fuster, Francesc Pérez Moragon, y la periodista Amàlia Garrigós.

Aquellos de los candidatos que obtengan 11 votos se convertirán directamente en académicos. El pleno de la institución que preside Ramon Ferrer efectuará una segunda votación entre aquellos que no hayan superado esa cifra en la primera. Caso de que no se cubran las siete plazas, la Acadèmia celebrará nuevas votaciones en sucesivos plenos. Solo en el caso de que el 15 de abril no se hubieran cubierto todas las plazas, se abriría un nuevo periodo de presentación de candidatos.

Equilibrar la presencia de académicos procedentes de Castellón y Alicante con los originarios de Valencia, reforzar el sector más técnico desde el punto de vista de la gramática y la normativa (sobre todo porque la marcha de Alemany y Pérez Saldanya supone una importante pérdida en ese aspecto), aumentar la presencia de mujeres e incorporar puntos de vista plurales son los criterios que se barajan en la Acadèmia para esta nueva etapa en la que la institución empieza a volar sola.

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