Cañada Real, mi hogar, donde perdí el miedo y cumplí mi sueño
La Cañada Real para mí es todo, es mi lugar, donde desarrollo mi vida cotidiana, es donde trabajo, y donde he desarrollado raíces con mi marido, mis hijos, con mi familia, con mis vecinas y vecinos y con el huerto. Lo es todo. Aquí es donde he cumplido mi sueño: siempre he soñado con tener una asociación, poder conocer gente, aprender cosas nuevas.
Lo que me está pasando es maravilloso, estoy cuidando de una flor que ha echado raíces y está llena de colores. Ahora soy la presidenta de la Asociación de Mujeres Árabes Luchadoras (AMAL), donde hacemos desde yoga a clases de español y árabe para reducir el analfabetismo.
Soy Rahma, llevo 12 años aquí, y la Cañada, donde vivo en el sector cinco con mis tres hijos, me ha enseñado muchas cosas. Sobre todo, a echarnos una mano unos a otros, aquí el límite de la palabra familia desaparece, porque nos escuchamos, nos ahogamos en los problemas del otro, y después ya, buscamos soluciones. Ah, y aquí he aprendido lo que es la lucha: cuando ves o sabes que le falta algo a alguien, que tiene dificultades, aquí te acercas y, por lo menos, escuchas. Aunque no se pueda arreglar nada. He aprendido a enfrentar todo lo que nos podemos encontrar juntas.
También he sabido lo que es tener más confianza, se me ha quitado el miedo. Esto me pasa cuando escucho reír a una vecina, y ya no te digo nada si conseguimos solucionar un poquitín algún problema muy grande. Aquí me enfrento a mí misma, es algo difícil de explicar para mí. Pero sé que estoy construyendo algo hermoso.
Este domingo se terminó el IV Festival 16 Kilómetros que cada año celebramos desde 2016 aquí, en la Cañada Real. No me gusta decir que el festival es una puerta, porque las puertas se cierran, y esta está totalmente abierta. Doy gracias al esfuerzo de la Fundación VOCES por acercar tanta gente a Cañada. Para nosotros y nosotras la verdad es que es como la Navidad, es algo muy hermoso que esperamos cada año. Y no, no digo que sea una puerta, es un mar por el que llegan personas de todas partes, una gran mezcla. No sé cómo explicaros... también es un arcoíris, así me lo imagino yo.
El sábado 23 de noviembre, por ejemplo, celebramos por primera vez una fiesta marroquí. Y fue genial, todo el mundo estaba muy contento. También nosotras por poder abrir al público una parte de nuestra cultura aquí en nuestro barrio. Lo organizamos para mezclar a mis paisanas españolas, gitanas y rumanas, y fue maravilloso, me encantó ver venir a tanta gente.
Durante el Festival cada día hicimos algo nuevo, el viernes pasado por ejemplo tuvimos un taller de gastronomía latina y marroquí, y nos gustó tanto que hemos quedado en repetir la cita, más allá del Festival, una vez al mes. Fue increíble mezclar nuestra comida con la de mi vecina Ros, de Colombia. Y entre su comida y la mía, hemos planeado ya más cosas, ¡y es que el Festival es esto, no paramos! Vamos a seguir con esto todo el año. Nos ha servido para conocernos, saber cómo somos unos y otros, y descubrir que tenemos tantas cosas cercanas... Ros, tan dulce, qué contenta estaba, estuvimos riendo con José, otro vecino del sector cinco, donde vivo yo, que es gitano. Hace unos días también, arrancamos un taller radiofónico, ¡y ya tenemos radio!: La otra cara, que nos dará voz y en la que escucharemos y contaremos lo que pasa aquí, en Cañada Real, nuestro hogar.
No quiero olvidarme de que el Festival es también una oportunidad de trabajo para nuestros jóvenes, tanto de voluntarios como para los que tienen un contrato, y es una alegría ver a vecinas y vecinos de Cañada Real trabajando en él.
Y es que el Festival es generosidad, pura. Se me ocurre otra forma de explicarlo: es como una mujer embarazada, que espera el nacimiento de su bebé, así nosotras y nosotros en Cañada cada año esperamos que llegue el Festival, con la misma ilusión. Y ya estamos esperando al del año que viene.
Cañada es… pues Cañada, para mí es parte de Madrid, de España y del mundo. Hay gente muy digna, vivimos como tú, somos gente normal y corriente. Nuestros hijos estudian, y cada día hacemos lo posible para salir a la luz. Quiero que vengáis a conocernos, que veáis la parte positiva. Si venís y me preguntáis no pararé de hablar. Cañada es mi hogar. Te invito: me encantará que vengas.