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Grandes energéticas españolas siguen expuestas a la compra de petróleo y gas de Rusia

Imagen de la ría de Ferrol, con un metanero descargando.

Antonio M. Vélez

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Varias grandes compañías energéticas españolas siguen expuestas a la compra de petróleo y gas a Rusia. Este país, cuyas compras de crudo han anunciado que vetarán Estados Unidos y (de forma gradual) Reino Unido en represalia por la invasión de Ucrania, tradicionalmente ha tenido un relevante peso como suministrador de estas materias primas a España, aunque con una cuota inferior a la que ostenta en otros estados europeos.

A escala global, Rusia concentra el 6,2% reservas de petróleo y es el tercer productor mundial, tras Arabia Saudí y Estados Unidos. En 2020 concentraba el 6,6% de la capacidad global de refino, según datos de BP. En gas, Rusia supone el 19,9% de las reservas probadas del planeta, más que ningún otro país, y el 16,6% de la producción, cuota que solo supera Estados Unidos. En el caso de la UE, su papel es clave: suministra el 40% del gas que consume Europa y un 25% del petróleo.

Varias petroleras occidentales han anunciado que van a abandonar sus compras de crudo a Rusia. La última, Shell, lo ha hecho este martes, tras las críticas recibidas por la adquisición la semana pasada de un cargamento de crudo ruso para su refino con un importante descuento.

En España, el principal comprador de gas ruso es Naturgy. Para esta compañía, Rusia supuso en 2021 el 10,5% de sus aprovisionamientos de esta materia prima, cuya cotización está en cotas disparatadas, con el consiguiente efecto en los precios del mercado mayorista de electricidad.

Rusia ya ha amenazado con cortar el suministro de gas a la UE en respuesta a las sanciones, poco antes de que Estados Unidos confirmase su veto este martes. El lunes, en una jornada de locura en los mercados energéticos que solo se atemperó tras alejar Alemania esa posibilidad dado el carácter “esencial” de los suministros rusos para la economía europea, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, insistía en que los europeos “tenemos que deshacernos de la dependencia del gas, el petróleo y el carbón rusos”. Lo hizo en vísperas de la presentación del paquete de medidas de la UE para hacer frente al shock energético desencadenado por esta crisis y adelantar su desenganche del gas ruso.

Para Naturgy, el pasado ejercicio Rusia fue uno de sus proveedores de gas más relevantes, aunque el peso de este país fue inferior en su cesta de aprovisionamientos al que tuvieron Argelia (22,8%) o Estados Unidos (21,3%), según su último informe anual. Naturgy es el líder en el negocio gasista español. Actualmente ofrece las tarifas de electricidad más competitivas para los consumidores domésticos, según el comparador de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), con unos precios muy por debajo de los que tienen los consumidores acogidos a la tarifa semirregulada PVPC, que recoge directamente la cotización del pool y que hasta el shock del último año era la opción más barata.

Naturgy cuenta con una flota de nueve buques metaneros para traer a España gas natural licuado (GNL). Es una de las vías que tiene para aprovisionarse, además del gasoducto argelino Medgaz, del que controla un 24,5%. La energética tiene un importante contrato de aprovisionamiento de gas ruso que firmó originalmente en 2013, con una vigencia de 23 años, para adquirir 3,2 bcm (millardos de metros cúbicos de gas) anuales de GNL. Esta cifra supone alrededor del 10% del consumo anual de España.

El contrato está firmado con la compañía Yamal LNG. Esta empresa explota un yacimiento del mismo nombre en esa región de Siberia, que concentra en torno al 80% de las reservas de gas de Rusia. En ella participan la rusa Novatek, socio mayoritario, junto a la francesa Total –que controla un 20% y es una de las petroleras occidentales que sigue operando en Rusia– y las chinas CNPC (de propiedad estatal) y Silk Road Fund. El primer buque de GNL para Naturgy se descargó en junio de 2018, cuando llegó a España el primero de los 37 cargueros por año que entonces se contemplaba traer a Europa hasta 2041 en virtud de ese acuerdo. Este sigue vigente, confirman fuentes del sector.

Por su parte, Iberdrola dice no tener contratos de suministro de gas con Rusia. Otro tanto ha manifestado Endesa, cuya propietaria, la italiana Enel, mantiene sendas participaciones en dos empresas rusas, la generadora PJSC Enel (56,4%) y la comercializadora LLC Rusenergosbyt (49,5%).

Sí realiza compras a Rusia Cepsa, que declina facilitar datos. “Tenemos una actividad limitada con Rusia”, se limita a señalar el grupo, que recuerda que por ahora no hay sanciones de la UE a los productos energéticos de ese país e indica que esas compras suponen un porcentaje “muy bajo” en su cesta de crudos habitual.

Con sede en España, Cepsa, perteneciente a Mubadala, el fondo soberano de Abu Dabi (61,5%), y The Carlyle Group (38,5%), no incluye los datos sobre su cesta de proveedores de crudo en sus últimos informes anuales. Sí lo hacía en 2014, año de la invasión y posterior anexión ilegal de Crimea por parte de Vladímir Putin. Entonces Rusia supuso un 14% del suministro de crudo de la compañía. Esta cifra se había reducido considerablemente 2018, cuando Cepsa estuvo a punto de salir a Bolsa. En el folleto de la operación, Cepsa explicaba que Rusia suponía entonces el 2% del petróleo que llegaba a sus refinerías. 

Es una cuota similar a la que, según la Corporación de Reservas Estratégicas (Cores), representó Rusia en las importaciones de crudo de España en enero de 2022, aunque en el último año el porcentaje fue del 4,2%.

Acuerdo de Repsol

Por su parte, la mayor petrolera española, Repsol, vendió en enero de 2022 todo su negocio en Rusia, donde contaba hasta el año pasado con dominios mineros de exploración por una superficie bruta equivalente de 3.519 kilómetros cuadrados. Repsol “no tiene previsto en estos momentos comprar crudo ruso”, aseguran fuentes del grupo. 

En el caso del gas, Repsol tiene suscrito un megacontrato de suministro de GNL con la rusa Novatek. Según explicó esta empresa en abril de 2019, cuando anunció ese acuerdo marco, entonces de naturaleza no vinculante, este comprendería el suministro a la multinacional española de un millón de toneladas anuales de GNL durante 15 años procedente del proyecto Arctic LNG 2, que entonces estaba previsto que comenzase sus operaciones en 2022 y 2023.

Según fuentes de Repsol, ese acuerdo se modificó posteriormente y “no está vinculado a activos productivos en Rusia. Novatek nos puede proveer de cualquiera de sus activos en el mundo y eso es lo que vamos a garantizar”. La rusa, que se dio de alta en junio de 2020 como comercializadora mayorista de gas en los registros de la CNMC a través de una filial en Suiza (el mismo territorio utilizado por una de las filiales de Gazprom en España), vendió solo en 2020 un total de 85 cargueros de GNL a todo el mundo y distribuyó 8,9 bcm, según su último informe anual, en el que explica que tiene todos sus yacimientos en su país de origen.

“El contrato no nos vincula a un activo productivo en Rusia. Nos van a proveer de otros mercados, a través de producción de un tercero”, explica Repsol, que señala que se trata de algo “muy habitual” en estos casos.

Meroil y Lukoil

En el caso de la distribución de carburantes, una de las empresas españolas más vinculadas a Rusia es la catalana Meroil, uno de los principales operadores independientes. Sin capacidad de refino, cuenta desde 2012 con una terminal de almacenamiento en el Puerto de Barcelona con 360.000 metros cúbicos de capacidad, mediante una sociedad al 50% con la filial de trading internacional de Lukoil, Litasco, radicada en Suiza.

Esa joint venture, Meroil Tank SL, se adjudicó la concesión para ocupar esas instalaciones hasta 2035. En sus últimas cuentas disponibles (de 2020) y accesibles a través de Insight View, recoge unos ingresos de 3,7 millones vinculados con una filial de la petrolera rusa en Países Bajos, Lukoil Benelux BV. “La naturaleza de esta transacción es la de arrendamiento de tanques”, explica en esas cuentas.

En esa sociedad española es consejero Nazim Suleymanov, principal ejecutivo de Lutasco, la citada filial de Lukoil con la que algunos traders de petróleo “están evitando activamente transacciones” por miedo a posibles sanciones, según informaba la agencia Bloomberg el pasado viernes.

La víspera, Lukoil, la primera petrolera privada rusa (y con una importante presencia en Estados Unidos), se convirtió, tras las llamadas al boicot de sus productos en varios de sus mercados, en una de las pocas compañías de ese país que se han posicionado contra la invasión de Ucrania. Su primer ejecutivo y máximo accionista, Vagit Alekperov, uno de los grandes oligarcas rusos (aunque fuera por ahora de las sanciones de la UE), está tras la propietaria de los pisos más caros de España. También es accionista de la Marina del Puerto de Barcelona. 

Fuentes de Meroil señalan que “no hay relación comercial con Lukoil” más allá de esa terminal conjunta, cuyos tanques se utilizan “para alquilar capacidad a terceros”. “Desde hace años no compramos producto ruso”, aseguran. Este se adquiere a las refinerías españolas, que desde hace tiempo son excedentarias en gasolina y deficitarias en gasóleo, lo que obliga a adquirir este producto a otros países, entre ellos Rusia.

“Parte del diésel que importa España es norteamericano, pero también una parte es ruso”, explica Manuel Santiago, consejero delegado de la distribuidora jiennense de carburante low cost Petroprix. El combustible entra en los tanques de Exolum (la antigua CLH) “y el producto es indiferenciado”, asegura.

Los operadores con capacidad de refino en España son, además de Repsol y Cepsa, la británica BP, que tiene una planta en Castellón y que, tras la invasión rusa, ha anunciado que venderá su participación del 19,75% en la petrolera estatal rusa Rosneft. Por esta operación la multinacional se expone a unas pérdidas potenciales de 20.000 millones de euros.

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