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El nombramiento de De Guindos en el BCE no palía la falta de influencia de España en los organismos internacionales

El ministro de Economía, Luis de Guindos.

Rodrigo Ponce de León

En su libro España amenazada, Luis de Guindos apunta que el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, le aseguró que la plaza que perdió España en el Banco Central Europeo con la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero volvería a nuestro país: “dos años después, Schäuble me garantizó que la primera vacante del BCE sería para España”.  El nombramiento del ministro de Economía como vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) que ha decidido el Eurogrupo este lunes mitiga la paupérrima representación de España en organismo económicos internacionales. Sin embargo, la realidad es que la vicepresidencia de la autoridad monetaria no tiene apenas responsabilidades ejecutivas y el BCE es una de las instituciones financieras donde la figura del presidente adquiere una preponderancia que oscurece al resto de los órganos de gobierno.

Los informes del European Council of Foreign Relations (ECFR) recogen en los últimos años como España, la cuarta economía de la Eurozona, ha estado infrarrepresentada en las instituciones y tiene menos protagonismo en la UE pese a que “el PIB de España es 2,5 veces mayor que el de Polonia”, entre otras cosas porque desde el inicio de la crisis económica en 2008 “ha estado demasiado volcada en la política nacional como para tener un auténtico papel en los asuntos europeos”. 

Las responsabilidades que tendrá De Guindos se centran en convocar al consejo de gobierno del BCE y preparar las reuniones de política monetaria. Su antecesor Vítor Constâncio, exgobernador del Banco de Portugal durante 10 años, con lo que  tenía un amplio recorrido en política monetaria de manera que también le concedieron cierta responsabilidad en ámbitos de supervisión, una experiencia de la que carece el candidato español. 

En teoría, la llegada de De Guindos al BCE viene a tapar el hueco que dejó la salida de José Manuel González-Páramo, que entre 2004 y 2012 fue miembro del Comité Ejecutivo y del Consejo de Gobierno del superrregulador. De Guindos atribuye al enfado de la canciller Angela Merkel con la política económica de Zapatero que España no renovara entonces cargo en el BCE. BBVA fichó a González-Páramo en 2013 como consejero ejecutivo y asesor internacional.

La debilidad de España en las instituciones internacionales ha corrido paralelamente al impacto de la crisis en las cuentas públicas del país. El pistoletazo de salida lo dio Rodrigo Rato con su espantada por sorpresa de la presidencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2007 en una carrera que ha terminado con una condena de cárcel por las tarjetas black y una retahíla de juicios pendientes de su etapa como presidende de Bankia. 

La última salida de un alto cargo ha sido la de Jaime Caruana, exgobernador del Banco de España entre 2000 y 2006, que tuvo que dejar en noviembre el puesto de gerente general del Banco de Pagos Internacionales, con sede en Basilea, tras más de ocho años al frente por una clausula de los estatutos de la entidad que obliga a abandonar el sillón cuando se cumplen 65 años. Caruana ha encontrado rápido acomodo como consejero del BBVA

Un año antes José Viñals presentaba la dimisión como director del Departamento de Asuntos Monetarios del FMI para presidir el consejo de administración del banco Standard Chartered, con sede en Londres y que opera principalmente en los mercados de Asia, África y Oriente Medio.  

En la última reunión de Davos quedó patente la falta de representación de españoles en organismos internacionales. Solo hubo una española en el grupo de invitados de directivos de organizaciones internacionales, con Arancha González Laya, directora ejecutiva del Centro de Comercio Internacional (ITC).  

Aunque De Guindos insistió este lunes que “ninguno de los apoyos recibidos acarrea ningún tipo de condicionalidad” en los cambios  que tendrán lugar en el BCE en los próximos años, el eurodiputado por ICV, Ernest Urtasun, apuntó que “el más que evidente acuerdo entre España y Alemania para situar a De Guindos en la vicepresidencia a cambio de dar apoyo al halcón Jens Weidmann”, presidente del Bundesbank, en 2019 cuando toque elegir al sucesor del actual presidente de la autoridad monetaria europea, Mario Draghi,  supone “un acuerdo que es objetivamente nefasto para los intereses del sur de Europa”.

Varios eurodiputados señalan que Weidmann aboga por eliminar la política de estímulos del BCE que tanto ha servido a España para salir de la crisis y que es partidario de cambiar de estrategia monetaria en un escenario donde primaría la subida de los tipos de interés, lo cual puede ser difícilmente manejable para una economía todavía muy endeudada como la española.   

Una derrota hubiera sido letal para la imagen del Gobierno de Mariano Rajoy. No solo porque evidenciaría la falta de influencia de España ante el resto de Europa sino que pondría en duda la estrategia política basada en la recuperación económica y la salida de la crisis con el protagonismo de De Guindos. También lo hubiera sido para el ministro de Economía ya que sería su segunda derrota en Europa tras  el fracaso frente al   holandés Jeroen Dijsselbloem por la presidencia del Eurogrupo

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