Temor en Fomento por la negativa de Francia a llevar su AVE hasta la frontera con España
España tiene unos 3.000 kilómetros de líneas de alta velocidad. Francia, un país algo más grande y bastante más poblado, cuenta con una red de TGV (Train à Grande Vitesse, el AVE francés) de 2.000 kilómetros. Pero todo apunta a que París frenará la construcción de más líneas rápidas, mientras que España tirará 1.000 kilómetros más de AVE y cuatro nuevas estaciones en 2015: Zamora (dirección a Galicia), León (hacia Asturias pasando por la interminable variante de Pajares) y Palencia y Burgos, que pertenecen al corredor Atlántico y se dirigen al País Vasco. ¿Un sinsentido?
El frenazo francés inquieta al Ministerio de Fomento. El Elíseo descarta a corto y medio plazo conectar por AVE la frontera franco-española por el sudoeste (Perpiñán) y sureste (Dax), así que la ministra Ana Pastor se dirigió a principios de diciembre en Bruselas a su homóloga Ségolène Royal para transmitirle sus miedos durante el último Consejo de Transportes de la UE en Bruselas.
“Estamos muy preocupados”, indicó Pastor, que se refirió directamente a los tramos Nîmes-Montpellier y Montpellier-Perpiñán. “Creemos que Francia tiene que acelerar la alta velocidad en este intervalo”.
El temor de la ministra se funda en que España terminó su vía de AVE a Figueres y la frontera francesa en enero de 2013, cinco años después de la llegada del AVE a Barcelona. Renfe oferta desde 2013 la posibilidad de viajar desde Barcelona hasta París en TGV sin cambiar de tren en la frontera. Pero ese viaje circula por el sur de Francia a través de vías convencionales. La duración del trayecto (6 horas y 25 minutos, mucho más que si transcurriera por alta velocidad) es sintomática.
Entretanto, Fomento ha seguido invirtiendo esfuerzos en conectar la frontera por el País Vasco. En los últimos Presupuestos Generales, alrededor de un 40% de la partida total destinada a Fomento (9.500 millones) va para la alta velocidad. Y se espera que el AVE llegue a Palencia y Burgos el año que viene, síntoma de que se avanza hacia la Y Vasca y de ahí a la frontera.
Por si los presupuestos no arrancaran y si la prometida recuperación no cuajara, el Gobierno ha incluido en el 'plan Juncker' (el programa de inversión público-privado promovido por la Comisión Europea) ambos corredores (Atlántico y Mediterráneo, los dos fronterizos con Francia), como reveló la propia Ana Pastor antes del Consejo de la UE del pasado 3 de diciembre.
En sentido contrario
Francia se mueve exactamente en sentido contrario al de su vecino del sur en materia de transportes. Para empezar, el Gobierno francés no solo no ha metido la conexión ferroviaria por alta velocidad con España en el plan de infraestructuras europeo, sino que ha apostado por aprovechar el denominado 'plan Juncker' para renovar toda su red convencional, de acuerdo con los documentos entregados por la Comisión.
Según recogía en octubre la prensa francesa, el Ejecutivo de Hollande no tiene intención de conectar por TGV la frontera con Perpiñán hasta 2032. La línea hacia la frontera vasco-atlántica ni está dentro de las previsiones actuales. Y es probable que todo se vaya al traste: una durísima resolución del Tribunal de Cuentas francés (la Cour de Comptes) cargó recientemente contra la nula rentabilidad de la alta velocidad francesa. Entre otras cosas, la Cour criticaba las “presiones de los dirigentes territoriales” para traer el TGV a su territorio: “Se exageran significativamente las previsiones de tráfico” y “los anuncios políticos a muy alto nivel sirven para respaldar sólidamente los proyectos antes incluso de que sean estudiados preliminarmente”, argumentaba.
Acerca de este informe, la SNCF (Renfe francesa) indicó que “en lo esencial” está de acuerdo con el tribunal, una institución conocida por sus consejos de corte neoliberal. El freno al TGV podría durar décadas en Francia en beneficio del tren convencional, más lento pero mucho más utilizado que en España. Por el contrario, Renfe ha cerrado ya medio centenar de líneas deficitarias en los últimos años.
A nadie se le escapa que las conclusiones del Tribunal de Cuentas francés podrían valer perfectamente para España, donde el AVE cuenta con menos masa crítica (Francia tiene 25 millones más de habitantes). A la vuelta del verano, el presidente de Adif, el administrador de infraestructuras ferroviarias, señaló que la red de alta velocidad “no tiene ni pies ni cabeza”. España tiene la segunda red de AVE más larga del mundo, solo superada por China. Y en 2015 otras cuatro ciudades con menos de 200.000 habitantes estarán conectadas.