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El paludismo, un mal endémico para reyes y campesinos que tuvo a La Vera como epicentro en el siglo XX

Una de las campañas difundidas entre la ciudadanía para prevenir el paludismo en España

Jesús Conde

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Muchos pueden pensar que el paludismo es cosa de pobres, pero lo cierto es que se trata de un mal endémico que no entiende de clases sociales.

Ha contagiado también a los personajes más poderosos a lo largo de los siglos. Sin ir más lejos las últimas investigaciones han confirmado que Carlos V falleció a causa de la picadura del mosquito que transmite la enfermedad.

La Vera fue testigo de los últimos años de vida del  nieto de los Reyes Católicos y se piensa que también fue el lugar en el que se contagió de paludismo. Aunque esto es algo que lógicamente forma parte de fábula popular.

La misma comarca fue el epicentro de uno de los focos más importantes de paludismo que golpeó a la sociedad española en los siglos XIX y XX.

El último caso en Extremadura fue detectado en el municipio de Rosalejo en 1961 tras una lucha por su erradicación que comenzaba cuatro décadas atrás. Las condiciones climatológicas y la abundante agua presente en el Valle del Tiétar y La Vera hicieron que el paludismo encontrara un enclave idóneo para su proliferación.

Se calcula que las fiebres palúdicas provocaron unas 700.000 muertes en España, aunque en una franja temporal de 60 años. También se sabe que en 1942 hubo 1.800 muertos, siendo un año muy complicado en la comarca cacereña.

Estos son algunos de los datos que muestra el Centro de Interpretación del Paludismo de Losar de la Vera. Se trata de un museo situado en el dispensario antipalúdico al que acudieron décadas atrás los enfermos para recibir su tratamiento.

El centro supone un atractivo turístico de gran interés que suscita la atención entre colectivos científicos y el púbico en general. Alberga una exposición permanente que cuenta la evolución histórica de la enfermedad, las campañas de lucha antipalúdica y los detalles de su afección en la zona.

En una de la salas se ha recreado el antiguo dispensario, con los materiales y utensilios usados antaño. Medicamentos, cartillas de vacunación y estadísticas de contagiados y fallecidos son algunos de los objetos de interés. Pone el foco además en la situación actual de la enfermedad en países empobrecidos, en los que causa cientos de miles de bajas cada año.

Destaca la sala dedicada a Carlos V con información sobre su vida y muerte. Desde el centro explican que Julián de Zulueta, experto en medicina tropical, logró acceder a los restos del emperador y diagnosticar la presencia del parásito que transmiten los mosquitos. De modo que no murió por gota como se había pensado hasta entonces.

¿Qué es el paludismo?

También denominado malaria, el paludismo es una enfermedad potencialmente mortal causada por la picadura del mosquito hembra del género ‘Anopheles’. Los síntomas de la enfermedad dependen de muchos factores y la provoca un parásito.

Juncal Muñoz, una de las responsables del museo de Losar de la Vera, explica cómo los moquitos han matado a la mitad de la humanidad, más que las guerras. Hoy día sigue matando entre 300.000 y 400.000 personas al año en territorios empobrecidos y entornos propicios a su propagación en África, América Latina y Asia.

A finales del siglo XIX se pensaba en España que era una enfermedad que se transmitía a través del agua. Allá por el año 1900 se tomó conciencia de la picadura de los insectos y comenzaron las primeras expediciones para determinar la cantidad de paludismo que había en España. El país fue dividido por zonas, destacando junto a Extremadura otros focos importantes en Cataluña, en Levante o Huelva.

¿Por qué afectó a La Vera?

La climatología de la zona y la abundancia de agua, entre otros factores, fueron determinantes para su expansión en el norte extremeño. También el tipo de cultivo y la presencia de una sociedad eminentemente rural. Los mayores contagios se produjeron entre las personas que estaban en contacto directo con los cultivos, y que por tanto estaban más cerca de los insectos y las picaduras.

El primer organismo oficial para su erradicación se creó en 1920 con la creación de la Comisión para el Saneamiento de Comarcas Palúdicas. El trabajo de control de la enfermedad fue intenso y requirió erradicar al parásito del cuerpo de las personas que ya estaban infectadas. Al mismo tiempo se intentaba evitar el contacto entre el hombre y el mosquito y acabar con él.

Existen datos de personas afectadas, aunque las estadísticas son confusas porque se realizaron de manera diferente a lo largo del tiempo. En un primer momento sólo se contabilizaban los muertos, mientras que más tarde las cartillas reflejan también a las personas contagiadas.

El dispensario de La Vera

El dispensario de la finca El Robledo, que alberga hoy el centro de interpretación, era un edificio público que se construyó en los años 20. Está situado a 8 kilómetros del pueblo y desde allí se suministraba a los enfermos la quinina, el compuesto empleado en el tratamiento.

Fue el último centro que se mantuvo abierto, hasta 1968, cuatro años después de la certificación oficial de la erradicación de la enfermedad. Se necesitaron tres años sin la presencia de casos para tener la carta de certificación.

También fue uno de los primeros centros que introdujo el suministro de un pez, las gambusias, que se usaba como agente de control biológico. Fue una medida de control que nace desde Extremadura. Los peces eran transportados en una especie de botijo y depositados en las charcas para que se comieran las larvas del mosquito y eliminarlas así.

En el centro también se sacaban sangre y se enviaba a Navalmoral para su análisis. Durante el invierno vivía allí el guarda de la finca y en verano acudía un médico, justo en la época en la que se desplazaban hasta la comarca unas 2.000 personas con motivo de la temporada de cosecha.

¿Existe una vacuna?

Es una enfermedad que está erradicada en Europa desde hace tiempo, no existen focos según aclaran desde el centro de La Vera. Puede haber algún caso aislado, autóctono, pero ya no es un problema para el continente.

Su extensión hoy en el mundo no sólo depende del país, también de las latitudes, el clima y otros factores. Necesita unas condiciones de humedad y unas temperaturas de entre 10 y 30 grados. Cuanto más se perpetúen esas condiciones más facilidad habrá para que haya más cantidad de mosquitos.

Ha habido varios intentos de vacunas a lo largo de la historia, aunque son más efectivas en unos territorios que en otros debido a los diferentes parásitos que transmite el insecto.

Así la vacunación tiene una tasa de efectividad de entorno al 35-40 por ciento, aunque es cierto que es más efectiva entre los niños. En la actualidad el tratamiento de profilaxis que se usa es bastante nocivo para el hígado.

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