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Las 1.636 llamadas de socorro en Bilbao para avisar de un suicidio: “Me voy a matar porque el sistema no funciona”

Un trabajador de SOS Deiak atendiendo llamadas de emergencia

Maialen Ferreira

Bilbao —

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Entre los años 2022 y 2024 1.636 personas residentes en Bilbao llamaron a SOS Deiak 112 para pedir ayuda por conductas autolíticas, es decir, que temían hacerse daño a sí mismos. 537 de ellas lo hicieron en el año 2022, 537 en 2023 y 562 en 2024. En total, 43 de ellas, un 2,3% acabaron muriendo, mientras que el resto pese a las tentativas, autolesiones o ideaciones comunicadas, consiguieron salvarse. El 82% de las llamadas las hicieron personas en crisis que de forma explícita pidieron ayuda porque consideraban que la necesitaban.

Los trabajadores del servicio recogieron este tipo de llamadas de esta forma: “Primero pedía una patrulla, pero no quería decir el motivo, finalmente indicó que estaba envuelto en un problema y que iba a hacer cualquier cosa”, fue uno de los casos detallados. En otro, la persona confesaba directamente que tenía “una cuchilla encima de la mesa” y estaba sola en el domicilio. “Quería hablar con alguien porque tenía la idea de hacerse daño. Indicó que quería ayuda y que abriría la puerta de casa y se dejaría atender. Señaló que había ingerido pastillas por la muerte de su hermano hacía un mes”, recogen los trabajadores del 112. Se trata de información recabada y presentada este miércoles en Bilbao por Cristina Blanco (doctora en Ciencias Políticas y Sociología, presidenta de Aidatu – Asociación Vasca de Suicidología) junto a los bomberos de Bilbao Beñat Madariaga y Ander Iturriaga (especialistas en Suicidología por la UPV/EHU) en un estudio que realiza una radiografía de los casos de suicidios y autolesiones en la ciudad.

Otro tipo de llamadas son aquellas en las que se denuncia algún tipo de situación, aunque la investigación sostiene que son pocas las situaciones en la que esto ha ocurrido en la capital vizcaína, 15 concretamente. En algunos casos se trata de una denuncia de carácter social o lo que entienden por maltrato institucional. En estos casos en los registros recogen personas que llaman para quejarse de que les han llevado al hospital y les han dicho que no les pueden ingresar o personas que directamente se despiden del psiquiatra diciéndole que se iban a suicidar. “Hay casos de personas que dicen que se van a tirar del balcón porque nadie les hace caso o que quieren denunciar a Osakidetza porque no son atendidos como consideran que necesitan”. “Me voy a matar porque el sistema no funciona”, detalla la investigación.

“En las llamadas recogidas hay personas que quieren quitarse la vida porque no pueden más. No les atienden los servicios sociales y piden hablar con un asistente social o psiquiatra. También hay personas que llaman diciendo que no tienen dinero, que si tuvieran una pistola se pegarían un tiro, que son capaces de tirarse a la ría si nadie les ayuda o que viven en condiciones infrahumanas”, señala el documento elaborado por dos de los bomberos que participan en las primeras intervenciones tras estas llamadas.

Hay casos de personas que dicen que se van a tirar del balcón porque nadie les hace caso o que quieren denunciar a Osakidetza porque no son atendidos

Muchas de estas situaciones están acompañadas por desafectos familiares, sentimientos de abandono o soledad. “Se trata de situaciones dolorosas que les pesan demasiado, dicen que si sus hijos no van a verles se quitan la vida, que nadie les ayuda. En estos casos tampoco piden ayuda de forma expresa, pero el hecho de avisar a emergencias quizá esconda la esperanza de que alguien pueda ayudar a revertir la situación familiar; o no, y simplemente informan del motivo por el que quieren quitarse la vida. La transcripción no permite concluir con seguridad si la llamada es para pedir ayuda o no, pero sí queda clara la denuncia de una situación dolorosa que quizá podría ser canalizada con el tiempo y con ayuda”, indica la investigación.

Entre las llamadas, el menor número de casos encontrados, un total de 10, son aquellos en los que la persona realmente no quiere ayuda, poniendo dificultades para su localización, rescate o simplemente atención telefónica para afrontar la crisis. Un ejemplo de ello es una persona que llama diciendo que ha tomado pastillas con intención de morir y que no la van a encontrar, sin aportar datos de su persona ni ubicación.

“Los avisos por conducta autolíticas recibidos en Bilbao son, en su gran mayoría, situaciones en las que

Cristina Blanco (doctora en Ciencias Políticas y Sociología, presidenta de Aidatu – Asociación Vasca de Suicidología) junto a los bomberos de Bilbao Beñat Madariaga y Ander Iturriaga (especialistas en Suicidología por la UPV/EHU)

una persona comunica su idea de autolesionarse o de producirse la muerte, pero sin llegar a realizar ningún acto en este sentido. Normalmente esta falta de paso al acto es por iniciativa propia, si bien los motivos no podemos conocerlos. Simplemente, se puede decir, a efectos descriptivos cuantificables, que la mayoría de los avisos analizados (45%) se refieren a ideaciones comunicadas sin ejecutar. Con la precaución del corto período de tiempo manejado, vemos que este tipo de conductas ganan peso a lo largo del tiempo en el conjunto de avisos por incidentes de conducta autolítica en Bilbao, constituyendo el 39,9% de los avisos de 2022, el 43,4% en 2023 y el 52,3% en 2024. En segunda posición por volumen se encuentran las tentativas con lesión (30%): 496 avisos estuvieron referidos a situaciones en las que la persona había realizado un acto con un resultado lesivo, no sabiendo el motivo de no alcanzar un desenlace fatal. Un análisis pormenorizado de cada caso, a través de la narración recogida por los servicios telefónicos de emergencias, podría ofrecernos más información, si bien hemos constatado que la información recogida en cada caso es muy desigual, por lo que es difícil sacar conclusiones con una mínima base empírica“, sostiene el estudio.

Diferencias entre hombres y mujeres y la problemática de la Ría de Bilbao

A pesar de que el volumen de avisos de este tipo de conductas autolíticas entre hombres y mujeres es similar, ya que los avisos proceden casi tanto de hombres (47%) como de mujeres (53%), ambos grupos presentan un patrón de conductas ligeramente diferente. Según estos datos, los hombres sobre los que se ha alertado en los avisos analizados presentan una mayor proporción de conductas sin consecuencias lesivas (excepto en el caso de muerte): comunicación de la intención de suicidarse y tentativa sin lesión. Las mujeres, sin embargo, presentan más tentativas con lesiones que los hombres, aunque las muertes están más presentes en hombres. En el caso de las autolesiones sin intención suicida, ambos géneros presentan una proporción similar de casos.

La investigación también ahonda en los métodos concretos que utilizan las personas para suicidarse o para intentarlo. Los principales son la ingesta de fármacos (acompañados o no de sustancias tóxicas como drogas, alcohol, etc.) que se registra en un 23% de los avisos y la precipitación (21,1% de avisos). En el caso de las personas que optan por precipitarse, los bomberos especialistas en Suicidología han detectado, a diferencia de lo que creían que los principales hotspots o puntos calientes, no son los trenes o metros, sino la Ría de Bilbao. “Esta es una de las cuestiones que nos ha sorprendido y también que entraña una mayor dificultad, además de porque la Ría es muy amplia y puede haber precipitaciones en distintos puntos, porque una vez que se nos avisa de que hay un cuerpo en el agua y debemos llevar a cabo un rescate, no sabemos con certeza si esa persona ha sufrido un accidente o se ha lanzado de forma voluntaria, por lo que no siempre somos conscientes de que estamos rescatando a una persona con conductas autolíticas”, han explicado los bomberos a preguntas de este periódico durante la presentación de los resultados de su informe.

La Ría es muy amplia y puede haber precipitaciones en distintos puntos, pero cuando hay un cuerpo en el agua y debemos llevar a cabo un rescate, no sabemos si ha sufrido un accidente o se ha lanzado

Un tercer método elegido es el arma blanca, pero con mucha diferencia con respecto a los anteriores (12% de avisos). El resto de métodos son minoritarios, no suponiendo ni el 2,5% de los avisos cada uno: arrollamiento, ahorcamiento, sustancias tóxicas (sin fármacos), armas de fuego, ahogamiento u otros.

Más allá de los datos registrados, el trabajo recoge una serie de recomendaciones ante las dificultades que los propios bomberos se han encontrado en su día a día salvando vidas de personas que llaman al 112 con conductas suicidas. Estas propuestas se articulan en torno a cinco ejes estratégicos: información, formación, investigación, prevención comunitaria y coordinación institucional. Según han criticado, “ninguna medida será eficaz sin una coordinación real entre instituciones”, debido a que cuando los bomberos llegan a la escena, en muchas ocasiones no son conocedores de los protocolos de otros agentes, como pueden ser los sanitarios o las diferentes policías y eso entorpece su trabajo. Por ello proponen establecer protocolos claros de derivación y seguimiento entre emergencias, Osakidetza, servicios sociales y ayuntamientos y crear “mesas interinstitucionales permanentes” que permitan compartir datos, experiencias y diseñar estrategias conjuntas.

El estudio concluye que el número de incidencias aumenta año a año, y aunque la progresión no es desmesurada, es lo suficientemente elevada y estructural para exigir medidas de acción. “Queremos que este trabajo sea útil, y que pueda servir para que las administraciones, de las que dependen esos profesionales de primera intervención, vean la necesidad de implantar formaciones periódicas y de calidad sobre la conducta suicida para su personal. Lo ideal es que tanto bomberas y bomberos, policías, personal sanitario de emergencias como operadoras del 112 recibiéramos formación de calidad con la que poder entender mejor la conducta suicida, para poder así atender mejor a esas personas que están sufriendo. De hecho, consideramos que una formación y un procedimiento conjunto para todos ellos es primordial”, han concluido los bomberos de Bilbao y coautores del estudio Beñat Madariaga y Ander Iturriaga.

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