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Bajo Ulloa: “Ser disidente es romántico en el papel y una pesadilla en el mundo real”
Juanma Bajo Ulloa (Vitoria-Gasteiz, 1967), cineasta, irrumpió en el panorama cinematográfico a los 24 años con la sorprendente ‘Alas de mariposa’, premiada con la Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián. Desde entonces, ha dirigido varias películas, como ‘Airbag’ que marcó un récord de recaudación nacional. Siempre con su personal visión, también ha dirigido teatro, videoclips, spots y documentales. Su próximo largometraje será ‘Rey gitano’.
Pregunta. Definió su documental sobre el grupo musical zaragozano ‘Distrito 14’ titulado ‘Historia de un grupo de rock’, como “una historia sobre la realización de un sueño y sobre el concepto de éxito”. ¿En qué consiste el éxito para Juanma Bajo Ulloa?
Respuesta. El éxito es algo bastante más ambiguo e interesante que la fama, y son conceptos que, sin embargo, se confunden fácilmente, pero rara vez coinciden. Uno puede tener muy poco éxito y ser muy popular, como es el caso de los asesinos en serie o los famosetes de la tele. Y uno puede carecer de fama pero tener mucho éxito, como es el caso de cierta gente anónima con la que nos cruzamos por la calle. Mi éxito sería poder seguir transmitiendo las emociones que el medio cinematográfico me permite compartir. Hacerlo de un modo libre y sincero, y aprender a no sufrir el enorme desgaste que habitualmente me provoca.
P. Ha sido premiado en el Festival de Cine de Zaragoza por la realización del vídeo musical de la canción ‘Ring the belle’ del grupo LaBelle. Pero en general, ¿considera que los videoclips son valorados adecuadamente por las posibilidades artísticas que ofrecen de cara a la experimentación audiovisual?
R. Producir a esta banda ha sido un trabajo nuevo y muy duro para mí, y el premio resulta una hermosa recompensa también para todo el equipo que me apoyó con su enorme esfuerzo en la realización del vídeo, sin apenas presupuesto. Me gustan mucho los videoclips, hay algunos que en 3 minutos contienen más ideas y talento que algunas películas largas. Sin embargo, son considerados en general en un ámbito artístico ‘menor’. Hay pues cierto clasismo entre los autores de películas, que se consideran los verdaderos cineastas. Pero este prejuicio está también ocasionado por el carácter ultra-mercantil de la música actual, que de algún modo convierte en basura comercial todo lo que toca. Además hay también un gran número de videoclips que aportan poco a la cultura audiovisual y aburren sin remedio. En éstos, a los 60 segundos ya has visto todo lo que ofrecen y se limitan entonces a repetir hasta la saciedad el mismo baile machacón y similares planos.
P. A los 24 años, con su primera película ‘Alas de mariposa’, obtuvo la Concha de Oro en el Zinemaldi, ¿se cumplieron demasiado pronto sus sueños?
R. Mi sueño era hacer cine y, pese a lo atípico y poco realista de la pretensión, mi voluntad era sincera y absoluta desde la adolescencia. Podría haber desarrollado una larga carrera y tal vez ser reconocido al final, o quizás nunca, pero, recibir esos premios tan joven resultó un gran estímulo, y también una prueba complicada. Por un lado me convenció de que debía dedicarme a ello profesionalmente, y por otro tuve que soportar infinidad de prejuicios, envidias y el peso de mi propia sombra. Lo que me ha ayudado es ser consciente de que, en mi caso, el cine no es el fin, si no el camino.
P. Según ha declarado, para usted el único aprendizaje cinematográfico válido es ver cine y rodar, ¿ve inútiles los programas de las escuelas de cine?
R. Nada resulta inútil en sí, el provecho lo obtiene el que sabe escuchar y mirar con cierta humildad. Pero pienso que las escuelas no son necesariamente el mejor lugar para ese aprendizaje. En primer lugar, suelen ofrecer programas eminentemente teóricos que, por definición, resultan ineficaces. Por otro lado, a menudo los propios maestros resultan cineastas frustrados y transmiten aquello que en realidad a ellos no les valió, cerrando puertas con sus prejuicios y reglas, en lugar de abrirlas. Lo que sí encuentro ventajoso en una escuela, es que es un lugar donde poder manejar material profesional y donde hallar otras personas con tu mismo anhelo. Eso es algo que a mí me faltó.
P. ‘La guerra de las galaxias’ le causó un gran impacto, tanto que al verla fue, según sus palabras “la primera vez que pensé que ya no quería sólo mirar”. Aunque no le hayan provocado sensaciones de tanta intensidad, ¿cuáles han sido las otras películas clave en el desarrollo de su carrera? ¿qué película no se cansa de ver?
R. Mi formación no es cinéfila, ni clásica, fui un espectador que decidió su carrera de niño, impresionado por la emoción y el espectáculo que ofrecían los cineastas de los 80. Fue el inicio de un cine ultra-comercial pero con una enorme huella autoral. Muchas películas me marcaron de un modo indeleble, las de Kubrick, Coppola, Spielberg, Lynch, Carpenter, Scorsese, Lucas, Scott, etc. Entre otras ‘La naranja mecánica’, ‘En busca del arca perdida’, ‘E.T.’, ‘La cosa’, ‘El hombre elefante’, ‘Toro salvaje’, ‘Alien’, ‘Excalibur’, etc. Cualquiera de ellas me resulta hipnótica cuando vuelvo a verlas.
P. Ha confesado en diferentes ocasiones su condición de “músico frustrado”. Sin duda la música tiene gran relevancia en sus películas. Tanto que los responsables del documental ‘Así murió Franco’, dirigido por Victoria Prego, utilizaron música compuesta por Bingen Mendizábal para ‘La madre muerta’ en el mismo. ¿Qué le pareció el resultado?
R. La música ha despertado en mí siempre tanta pasión o más que el cine, aunque el cine puede contener a la música y a las demás artes, y por eso lo considero en cierto modo el más completo de todos. No uso la música en mis películas como un elemento más, o como un aderezo, sino que, en términos emocionales, atmosféricos o narrativos, adquiere un significado que completa al de las imágenes. De este modo una no sería lo mismo sin la otra.
Admiro especialmente a quien toca un instrumento aunque yo nunca he sido capaz de tener la dsiciplina necesaria para aprender a hacerlo. Pero sueño con el día en que un implante en el cerebro me permita tocar el piano o la guitarra...
La música de ‘La madre muerta’ es para mí una de las más grandes bandas sonoras que se han hecho en España. Ese documental al que aludes la usó correctamente, creo que el poder de esta partitura ayudó a obtener el suspense adecuado.
P. Además de por el marcado sello personal de sus películas, se puede señalar que su cine es, aún más personal, porque en varias ocasiones ha producido sus películas hipotecando su patrimonio. Tras el estreno de ‘Frágil’ manifestó que nunca más volvería a autoproducirse. ¿Sigue pensando lo mismo? ¿En algún momento pensó en terminar su carrera?
R. La decisión de autoproducirme comenzó con mis cortos y se repitió con mi ópera prima, ‘Alas de mariposa’ porque deseaba rodar en libertad. Además, en el año 90 no existía una base industrial (ni no industrial…) en nuestro cine, que permitiese que una obra similar pudiera hacerse, y mucho menos dejarla en manos de alguien con 23 años. Pero de otro modo mis películas no se hubieran rodado, o bien hubieran sido muy diferentes. Sin recursos económicos no tuve más opción que hipotecar nuestra casa, y gracias a la confianza y apoyo de mi familia tras un duro año lo conseguimos. No fue nada aconsejable si no una osadía que, de un modo más pasional que intelectual, repetimos con ‘La madre muerta’ y con ‘Frágil’, en un panorama cada vez más complicado. El prestigio y el rendimiento artístico no van de mano del beneficio económico, y esta fórmula tan “romántica” llegó a su fin en un escenario de ruina sin solución. No pensé en abandonar mi carrera porque nunca he estado siquiera seguro de que haría mi siguiente obra.
P. ¿Qué fue del documental sobre el Azkena Rock Festival de Vitoria-Gasteiz?
R. Esta película narraba la pasión por el Rock and Roll de los espectadores, los trabajadores y las estrellas del Rock, visto desde su propia óptica. Y también la enorme influencia que en las vidas de millones de personas tiene esta música. Ha sido un trabajo sencillamente monumental, pues, además de mi propio material conseguido en los rodajes en Vitoria, Austin, Nueva York y Los Angeles, recibí cientos de horas de conciertos y entrevistas de 10 años de festival. Ha supuesto más de un año de agotadora edición, algo excepcional fuera de toda norma, y se ha obtenido una suerte de verdadera enciclopedia del rock. Se trataba de un encargo y fue terminado el año pasado y entregado a los productores, pero no tengo información alguna sobre cuáles son sus planes.
P. Tras el ruido que se generó por la gala de entrega de premios del Salón del Cómic de Granada de 2002, en la que parodió el 11-s e intervinieron actores de cine x, ¿le han vuelto a llamar para hacerse cargo de otro evento similar o le temen?
R. Nadie te llama para que dirijas una gala. Lo habitual es que estas cosas se hagan como casi todo en este país, por relaciones públicas, amistades o intereses. En mi caso ocurrió debido a la libertad con que el Director del Salón del Cómic de Granada contaba, ya que era él quien decidía. Fue algo realmente divertido y muy interesante de vivir, pues resultó sorprendente comprobar las dos caras que políticos y ciertos medios de comunicación ofrecen al público. Mientras se celebraba la Gala y la gente se divertía en el interior, afuera, la policía cargaba violentamente contra los jóvenes que hacían botellón en una zona de Granada. Al día siguiente nuestro “escandaloso” espectáculo, privado, nocturno y para adultos con invitación, sirvió perfectamente al poder para tapar los lamentables y bochornosos incidentes callejeros.
Arte y fraude
P. Al director Julio Medem, con afinidades cinematográficas y personales con usted, parece no haberle resultado complicado desarrollar -tras sus primeros trabajos- una carrera regular y apreciada en España. ¿Cómo explica la aparente comodidad de su amigo en la industria nacional y el, a veces, difícil encaje de usted en ella?
R. Sólo encajas perfectamente en esta precaria y fraudulenta industria nacional si participas de un modo dócil en su establecimiento y sustento. Puedes tener o no talento pero ser manso, y encontrarás un lugar. Si no eres sumiso, da igual que tengas o no aptitudes, durarás poco dentro. Personalmente considero a Medem un artista, y la definición y expresión esencial de un artista resulta altamente incompatible con los intereses del poder establecido. Por eso cuando no son fagocitados y desvirtuados, pronto se convierten en disidentes. Ser disidente es romántico en el papel, y una pesadilla en el mundo real. Eso explica por qué en nuestro cine hay buenos profesionales, pero no artistas.
P. Ha afirmado que “nuestra industria cinematográfica es fraudulenta. Y lo peor es que es un fraude institucionalizado”, ¿a qué se refiere exactamente?
R. A lo largo de los años se ha ido afianzando una forma de hacer cine que apenas funciona comercial o artísticamente, pero que, sorprendentemente, sigue adelante sin grandes cambios. El modelo de subvenciones ha dado pie a un tipo de producción en la cual el oportunismo y la picaresca campaban en muchos casos a sus anchas. Han florecido productores capaces de obtener la financiación institucional y de las televisiones, para presupuestos ficticios, con el fin de justificar unos gastos hinchados que no se producían en la realidad, pues los equipos trabajaban de forma precaria. Así podían obtener beneficios antes de terminar la obra. En ocasiones, el estreno de la película era un simple trámite final para recibir las ayudas, y se evitaba el engorroso gasto extra en forma de promoción. De este modo, algunas películas interesantes se estrenaban casi de tapadillo. Pero sobre todo, así era muy difícil crear obras de calidad puesto que el resultado en taquilla no era tan importante, ya que nadie se jugaba nada. Además, la participación como productores de los diferentes grandes grupos de poder, aseguraba que esas obras mediocres tuvieran positiva repercusión mediática. El Estado conoce bien esta práctica y ha sido tradicionalmente cómplice. En este panorama, los más perjudicados son los verdaderos talentos de diferentes generaciones que van viendo pasar el tiempo hundidos en la impotencia, la sumisión y el autoengaño. Y por supuesto, los espectadores, que ya han asumido la peligrosa idea de que el cine español no es trigo limpio.
P. ¿Le sigue provocando escalofríos cada vez que ve la escena del tren en ‘La madre muerta’ con Ana Álvarez y Karra Elejalde jugándose la vida por la película?
R. Una mala idea siempre debe permanecer en la memoria para recordar lo que no se ha de repetir. El origen de esa situación, e incluso el desenlace en forma de poderosa secuencia, fueron hermosos, se trataba de la confianza ciega entre 3 personas. Pero no deja de ser un error que cometí, uno que me enseñó a distinguir dónde está el límite.
P. Sus películas han recibido numerosos premios en festivales internacionales, ¿siente que su cine es más reconocido en el exterior?
R. No necesariamente. Lo que ocurre es que, en el reconocimiento exterior, no hay prejuicio ni envidia o temor, aunque también puede haber menos cercanía o cariño.
Próxima estación: 'Rey gitano'
P. En ‘Airbag’ aparece un lehendakari negro, ¿fue este antecedente el origen de ‘Rey gitano’?
R. Mi idea original era que el papel del lehendakari en ‘Airbag’ lo hiciera Kiko Veneno, interpretando a un lehendakari gitano. Pero el día del rodaje de esa escena nos echaban del decorado a mediodía, y Kiko, que venía de viaje de tocar en Alemania, no llegó a tiempo. Así que tuve que improvisar, vi un figurante negro y se me ocurrió esa idea. En realidad, no pensaba en eso cuando escribí ‘Rey gitano’, pero sí que puede haber en ambos casos cierta intención de tocar las narices a un poder clasista, elitista y racista por naturaleza.
P. Si para usted el director cinematográfico es “un manipulador de emociones”, ¿cuáles van a ser las más pulsadas en ‘Rey gitano’?
R. Las dos intenciones más claras de ‘Rey gitano’ son, divertir con la emoción y la risa, y en segundo lugar conseguir de algún modo cierta reflexión sobre la naturaleza humana. En concreto sobre el concepto de España y de “lo español”. Algo que resulta especialmente oportuno en estos tiempos en los que la gente duda de todo y se agarra a todo.
P. En la presentación de ‘Rey gitano’ en San Sebastián, indicó que la película supone un homenaje a la “chapuza española”, “lo único que podemos exportar con orgullo y con verdadero éxito”. También manifestó que se puede aplicar a los políticos, al trabajo que hacemos y al mundo del cine porque “lo sé de buena tinta, os lo puedo asegurar”. ¿Cuál ha sido la chapuza más grande que ha experimentado en el ambiente cinematográfico?
R. La palabra “chapuza”, es un concepto extraordinario. “Trabajo no profesional y de poca importancia”, dice el diccionario, pero, además, el término se aplicaría a una manera de proceder y de conducirse, a toda una filosofía de vida. Lo maravilloso es que se trata de algo digamos no virtuoso ni positivo, pero que es visto con enorme tolerancia, o incluso con buenos ojos, por la mayoría de la población. Al menos aquí en España. De hecho, en lo que he podido comprobar, es una palabra para la que no existe traducción en otros idiomas, como por ejemplo el inglés, y ya no digamos el alemán…En nuestro caso, intentaremos hablar de la chapuza y de su cultura sin ser chapuceros.
Me resulta difícil destacar una sola chapuza vivida en mi carrera. Todas las que recuerdo me parecen ahora muy divertidas, pero en su momento no me hicieron ni puñetera gracia. Diría que la chapuza ha sido algo intrínsecamente unido a la experiencia del cine español que yo conozco. Y apostaría que va a continuar siéndolo...
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