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Denuncian la presencia de barcos arrastreros pelágicos en Ondarroa a pesar de ser una práctica prohibida en las costas de Euskadi

Barcos arrastreros pelágicos en el puerto de Ondarroa

Alazne Aldayturriaga

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El grupo ecologista y antinuclear Eguzki ha denunciado un año más la presencia de barcos arrastreros pelágicos “principalmente de origen francés e irlandés” en la costa de Euskadi, a pesar de que esta práctica está prohibida en España. El pasado día 5 de agosto, el grupo enumeró hasta 12 barcos pesqueros de este tipo en el puerto de Ondarroa (Bizkaia) y exige a las administraciones vascas y españolas más compromiso y trazabilidad.

La pesca con redes pelágicas se basa en “echar una red en forma de embudo entre dos barcos que van moviéndose y recogiendo en el fondo de la red todo lo que pilla a su paso”, según indica Eguzki. Por eso, manifiestan que además de atrapar la “especie objetivo” también pesca otro tipo de especies, “ya sean comerciales, no comerciales o protegidas como tortugas, delfines e incluso ballenas”. Además, a ello se le suma que por el peso acumulado y el tiempo que las capturas pasan en las redes, estas acaban aplastadas, por lo que pierden el interés comercial y crean “muchísimo descarte”.

Al contrario de los barcos arrastreros pelágicos, que están prohibidos en las costas españolas, los pescadores del Cantábrico emplean artes de pesca artesanales para la pesca del bonito, “como la cacea y pesca con caña en barcos con viveros para cebo, con lo que pescan los bonitos de uno en uno evitando los descartes”, tal y como ha explicado Eguzki en un comunicado.

Eguzki ha pedido a las instituciones más compromiso y rigurosidad con los “descartes, cuotas, avisos previos de descarga y pasos de lonja”. También ha exigido que “se haga realidad la cuestión de la trazabilidad, con el fin de que el consumidor pueda identificar de qué barco procede, dónde se ha pescado, con qué arte de pesca”. La razón para ello es que hace unos días una pareja de barcos arrastreros pelágicos descargó “más de 90.000 kilos de bonito, la mayoría machacados”. Como ha explicado el grupo ecologista, el bonito descargado se venderá a “dos o tres euros el kilo a mayoristas”. Sin embargo, después, las conserveras lo venderán enlatado “a 16-21 euros el kilo” haciendo “creer y pagar a precio de bonito del norte pescado con anzuelo de uno en uno”.

Si bien este arte de pesca está prohibido, los barcos arrastreros, “principalmente de origen francés e irlandés”, trabajan “bajo el manto de la legalidad europea en aguas internacionales”. Aun así, Eguzki ha lamentado que “en ocasiones” estos barcos se acercan a menos de 12 millas de las costas de Euskadi y de todo el Cantábrico, “transgrediendo la legalidad vasca y española”. Por eso, ha exigido “un férreo control” para que a este tipo de barcos de pesca no les sea rentable descargar sus capturas en los puertos de Euskadi y así reducir “notablemente la lista de posibles compradores”. Preguntada por este periódico, la Cofradía de Pescadores Santa Clara de Ondarroa, que representa al sector pesquero en la zona, no ha podido brindar más información al respecto, pues asegura que estos barcos arrastreros pelágicos no acuden a ella.

Por otra parte, Eguzki también ha pedido a los pescadores vascos que presten más atención a la trazabilidad y la conviertan en una de sus “principales reivindicaciones”, y a los consumidores que sean conscientes y “apuesten” por el bonito pescado “de forma sostenible”.

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