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La extraña vuelta a las aulas en Euskadi: “Es un ensayo para lo que viene a partir de septiembre”

Una estudiante de Bachillerato sale sola y con mascarilla del colegio Urkide Vitoria

Iker Rioja Andueza / Maialen Ferreira

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Si alguien pretendió que la vuelta a las aulas fuese el mejor signo de regreso a la normalidad previa a la pandemia, erraba. Sí, este 25 de mayo, 76 días después de que empezaran a cerrar los primeros colegios, Euskadi ha dado luz verde al regreso de la docencia presencial. Salvo en Galicia, no ha sido algo habitual en España. Pero la vuelta no afecta a todos los niveles, sólo a 4º de Secundaria, a los bachilleres y a FP y, además, no todos los centros concernidos han abierto sus puertas. Los que sí lo han hecho -un 20% de los institutos y la “práctica totalidad” de centros de FP- se han limitado a recibir a unos pocos alumnos y lo que harán en clase hasta el final de este inolvidable curso 2019/2020 tendrá muy poco que ver con lo que ocurría hasta marzo. “Es un ensayo para lo que viene a partir de septiembre”, se aventura Arantxa, subdirectora del colegio Urkide, un concertado del centro de Vitoria. 

“Dos meses y medio después, nuestras aulas recuperan poco a poco las clases presenciales. Entre toda la comunidad educativa, vamos a ayudar nuestro alumnado en este final de curso. Nada sustituye un apoyo presencial, el ánimo del profesorado reto de país”, ha escrito en Twitter la consejera de Educación, Cristina Uriarte, que a principios de mes quiso que este regreso se produjera el 18 de mayo y de forma “obligatoria” para los 90.000 estudiantes de los cursos y ciclos afectados. Se encontró de frente a estudiantes, docentes, profesores, familias y sindicatos y no contaba con el paraguas jurídico del Estado en plena fase 1. Ahora, el día del estreno de la fase 2, el Gobierno vasco ha podido presentar un vídeo con la 'vuelta al cole', aunque es un plan “gradual” y limitado a algunas clases de refuerzo y recuperaciones. Eldiario.es ha vivido esta primera jornada desde el interior de Urkide en Vitoria y de las clases de FP de Jesuitak Indautxu. 

Urkide (Vitoria): Midiendo distancias con cinta métrica

“Me da mucha tristeza ver el colegio vacío, las aulas vacías”. Eso es lo que ha pensado Arantxa, subdirectora y profesora de Urkide al poner los pies de nuevo en un centro que heredó las instalaciones abiertas por las Ursulinas en 1882. Es un colegio concertado que cubre todas las etapas hasta los 18 años. En la entrada, repleta de litros de gel desinfectante, un diminuto paraguas que olvidó alguno de los más jóvenes en marzo pasa su particular confinamiento. El silencio en los pasillos es muy sonoro y hace más evidente el crujir de las escaleras de madera. La mayoría de las luces están apagadas.

Arantxa y su compañero Félix tienen como misión para este lunes acondicionar 18 aulas, seis en cada una de las tres plantas, para que desde el martes se reinicien las clases presenciales. Sólo se impartirán refuerzos y se harán algunos exámenes. Quien esté convocado y no considere adecuado acudir, tendrá la opción de seguir esa misma clase por 'streaming'. Quien lo haga tiene que venir con mascarilla y no podrá quitársela nunca, en la puerta se les dispensará gel para el lavado de manos y se ha diseñado un circuito y entradas escalonadas para evitar concentraciones.

“Tráeme la cinta métrica”, le pide ella a él. No quieren dejar nada al azar en 2ºC de Bachillerato y colocan las mesas -dos para cada alumno, “una para el ordenador y otra para que dejen sus cosas- debidamente separadas y con el asiento de cada uno marcado en rojo. En las parrillas de muchas de ellas están los libros de las asignaturas de las que no había deberes aquel lunes 9 de marzo en que todo acabó. En un corcho cuelga una bonita foto de La Alhambra de Granda con el texto ”Viaje de estudios“.

Ningún alumno pasará más de dos horas en el aula y cada clase se empleará únicamente una vez al día, tras lo cual será lavada a conciencia. En puridad, las clases arrancan este martes. Este lunes se ha citado precisamente a los alumnos que no tienen que acudir a ellas para que recojan todo su material “y para devolver la llave de la taquilla”, explican Alazne y Leire, estudiantes de 1º de Bachillerato. Entran en grupos muy muy reducidos, de no más de cuatro personas -aunque luego en la calle las distancias son más relativas-. Si se saltan el lavado obligatorio de la entrada, reciben una advertencia. El que quiera, puede enfundarse guantes. “Es todo muy raro”, explican las jóvenes.

Al principio se vieron “agobiadas” por el cambio radical pero ahora salen satisfechas de estos meses de enseñanza 'online'. “¡Vamos a tener mejores notas!”, ríe Alazne bajo la mascarilla. “Igual los exámenes a ordenador son algo más fáciles”, añade su compañera. Explica la subdirectora el alumnado en general -son un millar en Urkide- “tiene los medios y la competencia para seguir la enseñanza telemática” y entiende que el curso acaba “con las mismas expectativas que siempre”. “Desde el punto de vista pedagógico, hemos alcanzado el nivel programado”, asegura mientras mueve mesas. Un profesor que explica a sus alumnos la importancia de la prevención con el ejemplo histórico del rebrote de la gripe española -“que nació en Kansas y duró tres años”- les felicita por su esfuerzo desde casa. “Hemos metido hasta diez horas”, indica.

Otra profesora de Biología va por las clases escribiendo en la pizarra -todavía se conservan las tarimas- un mensaje de bienvenida y recordando a los jóvenes que preparan la Selectividad que les devuelve corregidos unos ejercicios. Cada uno va protegido en su funda. El de Paula es sobre la división nuclear y no parece tener muchos errores. “Es un ensayo para lo que viene a partir de septiembre. Nos tocará sacar hueco de todas las instalaciones y hacer una parte aquí y otra 'online'”, augura Arantxa.

Jesuitak (Bilbao): “Las prácticas no se pueden en casa”

Uxue, Iratxe y Eneko son tres de los primeros alumnos que han comenzado las clases presenciales en el colegio Jesuitak Indautxu de Bilbao. La suya, concretamente, ha sido Técnicas de Laboratorio centro del ciclo formativo de grado superior de Laboratorio Clínico y Biomédico. Es una clase de repaso para poder aprobar la segunda evaluación. Su profesor, José Pedro Pizarro, quien además de dedicarse a la enseñanza trabaja como técnico de laboratorio en el Hospital de Basurto, ha reunido a los tres alumnos para aclarar las dudas que a través de la pantalla de su ordenador, durante la cuarentena, no pudo.

“La práctica de laboratorio no se puede hacer desde casa. Entonces, hemos intentado teorizar lo que se hace en el laboratorio para que comprendan las bases de lo que se pretende que aprendan. Lógicamente, han perdido la capacidad de desarrollar esas habilidades dentro de un laboratorio, así que se han quedado sólo en la teoría. Determinados ciclos pueden estudiarse desde casa, pero nosotros vivimos de practicar, de hacer, de repetir, para conseguir que el alumno desarrolle las capacidades, realice los experimentos que luego va a tener que realizar cuando salga al mundo laboral. Eso es muy complicado hacer desde casa”, señala este profesor durante su primera clase, en la que tiene el reto de que sus pupilos aprendan todos los conceptos que durante el semestre se han quedado en el tintero.

“Es mucho más difícil de llevar. Tienes que tener muchísima fuerza de voluntad para ponerte a estudiar en casa porque es complicado. Además, sin salir a la calle, no mantienes horarios y eso lo complica todo aún más”, argumenta Uxue, que a lo largo de estos meses ha ido trasladando sus dudas de la asignatura a Josepe -como le llaman sus alumnos-. Sin embargo, el profesor confiesa que es más complicado enseñar desde casa a los alumnos con más dificultades, por la falta de cercanía y 'feedback' que se tiene con la enseñanza telemática.

En el colegio Jesuitak Indautxu, este lunes han comenzado las clases de FP. El próximo lunes lo harán los cursos de Bachillerato. Y el 8 de junio será el turno de los alumnos de 4º de la ESO. Según su director, Jorge Urrutia, todas las aulas tienen hidrogel, están dispuestas con 15 pupitres como máximo y con una distancia de 1,5 metros entre ellos o más. Los pasillos están balizados para diferenciar sentidos de ida y vuelta. Cuando el alumnado esté en el aula, puertas y ventanas permanecerán abiertas y todas las personas deberán utilizar mascarillas.

“Hemos optado porque el alumnado regrese sólo para el repaso y para hacer los exámenes finales. De este modo el volumen de alumnos y alumnas será reducido (sólo los que tengan alguna materia suspendida). La entrada escalonada y los distintos tránsitos y sentidos que hemos preparado nos permiten que los grupos sean reducidos y que no se mezclen entre ellos. Los de FP vienen también escalonadamente según especialidades, tratando de salvaguardar espacios. La razón de venir del alumnado de FP tiene más que ver con la realización de algunas prácticas apropiadas para su aprendizaje y que no han podido realizar en sus casas”, asegura Barrutia a este periódico.

Según Barrutia, en ningún nivel educativo de su colegio se va a impartir lo que estaba programado de antemano, ni por el modo de hacerlo, ni por el contenido. “Hay contenidos teóricos que se han podido avanzar más y contenidos prácticos que han quedado más reducidos. Esto nos está obligando a reorganizar las programaciones del próximo curso para poder compensar los contenidos”, señala. Aunque confiesa que lo que sí que han podido aprender los alumnos durante el confinamiento ha sido “autonomía de trabajo, aprender a aprender o aprender a ser”. “Puede que el aprendizaje e interiorización de estas competencias vaya a ser más importante para su vida que el que les falte alguna práctica concreta de realizar”, sentencia.

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