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Entrevista

Gorka Urtaran, alcalde de Vitoria: “El cansancio es evidente pero tenemos que ser conscientes de que esto es una maratón y hay que ser responsables”

El alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran

Iker Rioja Andueza

7 de abril de 2021 21:25 h

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Vitoria, con una tasa de incidencia de 442 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días (por 351 de media en Euskadi y 167 de media en España) es la primera ciudad vasca y española cerrada perimetralmente en esta nueva ola de la pandemia. Ya en febrero de 2020 fue uno de los puntos de entrada del coronavirus con un hospital entero en jaque, Txagorritxu, y la primera cuarentena en una residencia de ancianos, la de Sanitas en el barrio de San Martín. El 8,7% de los 250.000 habitantes tienen ya un diagnóstico positivo de COVID-19 en estos catorce meses y, hasta el domingo 28 de marzo, 592 personas habían fallecido después de que Esteban, un octogenario de Sanitas, fuera el primero. De nuevo en alerta roja, desde este miércoles tiene vigente un cierre perimetral -aunque algo más poroso que los anteriores- y limitaciones como el cierre del interior de la hostelería para desayunos y comidas. El alcalde, Gorka Urtaran (PNV), lamenta que la curva no termine de bajar nunca de un nivel que en algunos países como Italia ya es motivo de “confinamiento duro”. Apela a la “responsabilidad” ciudadana en el cumplimiento de las nuevas medidas aunque asume “contradicciones” como que quienes tengan una reserva turística previa no se vean afectados por los cierres perimetrales.

Por su situación epidemiológica, Vitoria es la primera gran ciudad de Euskadi, incluso de España, en ser cerrada perimetralmente en esta nueva ola.

La situación es preocupante -diría yo- en toda Europa. La verdad es que el problema que tenemos en Vitoria-Gasteiz es que no bajamos nunca de los 240 ó 250 casos [por cada 100.000 habitantes en 14 días]. Por lo tanto, en el momento en que la pandemia vuelve a tirar para arriba, enseguida nos ponemos en zona roja, que es lo que ha vuelto a ocurrir una vez más. 250 casos creo que es lo que se ha aplicado en Italia para decretar un confinamiento duro, ¿no?

¿Y por qué no se acaba de bajar de esa barrera? ¿Es cuestión de responsabilidad ciudadana, de falta de medidas, …?

No sabría decir, pero yo lo achaco a la propia dinámica urbana. El hecho de ir trabajar, el hecho de ir a los colegios, el hecho incluso de poder interactuar, aunque sea en grupos de cuatro, … Creo que la propia vida básica de la ciudad nos lleva a que no podamos reducir esa cifra. Sobre todo, lo que me preocupa mucho es que el personal sanitario lleva trabajando con estos ratios tan elevados desde marzo del año pasado.

¿Qué implican para la ciudad estas nuevas restricciones? ¿Más controles y sanciones? Por otro lado, los hosteleros, con sus nuevos horarios reducidos, ya hablan de nuevos recursos. No sé si va a haber más controles, más sanciones que suponer.

Yo creo que la gente tiene un poco interiorizado que, cuando llegan esos momentos de mayor restricción, toca cumplir. Es bueno para el conjunto de la ciudadanía. El cansancio colectivo es evidente pero tenemos que ser conscientes de que esto es una especie de maratón y de que hay que ser responsables para poder llegar en las mejores condiciones físicas y mentales al final de la pandemia. Hay que ser muy responsable en el cumplimiento de la normativa. Y, por otra parte, la hostelería... Puedo entender el cabreo y la preocupación. No es porque ellos lo hagan mal sino porque, por la propia cultura social, es en torno a la hostelería donde interactuamos de una forma en la que se pueden producir más riesgos que en otros lugares

El alcalde, por ejemplo, ¿está acudiendo a la hostelería en estos en estos días?

Sí he acudido a algo, pero siempre en terraza y en espacios abiertos. Como digo, creo que la hostelería está bien organizada. No son medidas que se toman por capricho. Y se aplica, además, en la mayoría de las comunidades autónomas del Estado y en la mayoría de los países de Europa. Por algo será.

El alcalde de Vitoria es parte del Labi y, en la última reunión, se articularon unas excepciones. Por ejemplo, una persona que tenga una reserva puede seguir viniendo a Vitoria esta semana, a pesar de los confinamientos perimetrales. ¿Esto es lógico desde el punto de vista sanitario?

El problema que tenemos siempre cuando se toman este tipo de medidas es que hay que procurar el mayor de los equilibrios entre proteger la salud y luego proteger lo que es la actividad económica y lo que es la vida social y la salud mental y el ánimo colectivo de la sociedad. Soy consciente de que muchas veces las medidas que se adoptan pueden dar lugar a este tipo de contradicciones.

Pero teniendo en cuenta que en Navidad ya se hicieron excepciones y salió mal, ¿hacerlas antes de Semana Santa no ha sido un error?

No sé exactamente a cuántos afectaba. Eran pocas personas. Hay que tomar decisiones para proteger nuestra salud pero que también la economía y la vida social y el estado de ánimo de la ciudadanía. A veces no se pueden explicar desde un punto de vista lógico.

A pesar de la incidencia mayor, Osakidetza abrió este sábado un vacunódromo en Vitoria y antes estaban ya en marcha los de Donostia o Bilbao. ¿Cómo valora esta decisión de Osakidetza?

No hay problema. No era tanto el que se abriera el vacunódromo como que llegaran las vacunas. Y se ha demostrado, además, que en estos últimos días ha habido un empujón a la llegada de vacunas a Europa, Euskadi está respondiendo. Todo eso no me preocupa. Lo que me preocupa es que la vacunación se extienda lo más rápido posible y que alcancemos la inmunidad de grupo lo más rápido posible. Y, para eso, es importante que lleguen las vacunas previstas en Europa.

Hace un año Vitoria fue también puerta de entrada del coronavirus y es una de las ciudades más golpeadas por la pandemia. ¿Está la ciudad realmente concienciada de que ha sido uno de los puntos más críticos de toda Europa?

Sí, yo creo que sí. Venimos de una experiencia de un año. Inicialmente, además, la pandemia golpeó muy fuerte. Era esa preocupación que seguimos teniendo ahora pero quizás todavía con una angustia mayor porque desconocíamos a lo que nos enfrentábamos. Tenemos que ser conscientes de que este virus sigue enfermando a personas, sigue hospitalizando e ingresando en la UCI y, en algunas ocasiones, incluso hace que perdamos la vida. Por lo tanto, tenemos que ser muy conscientes de la gravedad de la situación y de interiorizar las normas sanitarias, cumplirlas para salir cuanto antes de este nivel [de alerta] y poder tener una vida un poquito más agradable para todos y todas.

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