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Hablan las encuestas y los chamanes demoscópicos

Una tablet con los tiempos asignados a cada candidato durante el debate electoral de las elecciones del 21 de abril

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Llega el fin de semana de las encuestas en la campaña electoral. El definitivo para publicar sondeos. Y todo partido y medio de comunicación que se precie tiene su propio Oráculo de Delfos y su chamán demoscópico preferido. Son auténticos Apolos sin lira que cantan, gritan, a veces desafinan y otras tantas juegan a influir desde su Parnaso particular.

¿Pero qué valor se les puede atribuir a todas ellas cuando hay un dato que se repite en la mayoría de los sondeos que se van a publicar desde esta noche hasta el próximo domingo 14 de abril? Y es un dígito muy elevado: el rango de indecisos, esos que dicen que van a ir a votar pero se piensan la elección de papeleta hasta los últimos días (algunos la misma jornada electoral, hasta el 6,1% según el CIS). En estos momentos ese grupo está entre el 20% y el 30% de los 1,7 millones de personas que tienen derecho a votar el próximo 21 de abril en Euskadi.

“Una encuesta electoral bien diseñada y transparente nos ofrecerá suficientes datos ‘técnicos’ que nos indiquen hasta qué punto podemos extraer ciertas generalizaciones”, apuntaba en mayo pasado en un artículo el experto en ciencia política e investigador del grupo Turba (Urban Transformation and Global Change Laboratory), Iván Serrano.

El “principal problema”, según este profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universita Oberta de Catalunya-UOC, es que “quisiéramos hacer preguntas a las encuestas electorales sobre cuestiones donde simplemente no nos pueden responder con la precisión que quisiéramos. Por eso hace falta leerlas con prudencia y siendo conscientes de lo que nos aportan -que es mucho- pero no tanto como nos gustaría saber”.

Y las tres cuestiones básicas que deben dilucidar las encuestas en las elecciones vascas son:

¿Quién ganará las elecciones: EH Bildu o el PNV?

El CIS ha abierto la caja de pandora con su vuelco a favor de la coalición soberanista con su candidato al frente, Pello Otxandiano, anunciado a principios de semana con la segunda (y penúltima) entrega de la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas de Tezanos. 

Prácticamente todos los sondeos que se están publicando -como el de este periódico y el del CIS- dan en cabeza a la coalición que lidera Arnaldo Otegi. El PNV ha ganado en todas las elecciones autonómicas celebradas hasta la fecha, con un porcentaje de voto de entre el 35% y el 40%, salvo entre 1986 y 1998, con la fuerte irrupción de su escisión, EA, formación integrada ahora en la coalición EH Bildu.

El récord del PNV fue en 2001 (aunque llevaba a EA en coalición) con un 42,72% de las papeletas y más de 600.000 votos, en las elecciones más atípicas que ha habido en Euskadi hasta ahora con una extrema polarización entre Ibarretxe (PNV) y su plan soberanista y el tándem constitucionalista Jaime Mayor Oreja (PP) y Nicolás Redondo Terreros (PSE-EE). La participación también fue de récord ese año, con más del 79%, rompiendo otro mito demoscópico en Euskadi: la participación por encima del 70% beneficiaba a las formaciones de ámbito nacional. 

De alguna manera las de abril también son unas elecciones atípicas porque nunca hasta ahora el PNV ha visto amenazada su hegemonía electoral. La diferencia frente a 2001, unas elecciones ultrapolarizadas con una pulsión por el cambio impulsada también más allá de Pancorbo y con los líderes del PSOE y del PP volcados en la campaña, es que no existe esa polarización brutal. Y, además, la pelea es entre las dos familias nacionalistas/soberanistas.

Claro que no todo el mundo ve las proyecciones de los sondeos de manera acrítica. Un experto en demoscopia que ahora está junto a los socialistas vascos plantea en conversación informal esto: “Me gustaría que Tezanos me cuente a la cara que [EH] Bildu va a obtener 370.000 votos. Pero no, hablamos en porcentajes, ni siquiera nos atrevemos a decir la estimación de participación y, como guinda, ¡ni siquiera calculamos escaños, con 4.000 encuestas!”, sostiene muy crítico al valorar la última aportación a la campaña del CIS“. ”Sigo sin verlo, solo con una participación muy baja son creíbles esos porcentajes“ que dan la victoria a los de Otegi y Otxandiano.

Y advierte sobre un dato como la abstención, que todas las encuestas fijan entre un 20% y un 30%. “Una cosa es que el 25-30% no diga qué es lo que va a votar, y otra que no sepa qué va a votar”, apunta la misma fuente. 

¿Entrarán las fuerzas más pequeñas en el Parlamento?

El margen para que las dos fuerzas progresistas a la izquierda del PSE-EE, lo que se ha venido en llamar el espacio confederal, Sumar y Podemos entren en el Parlamento vasco se va estrechando según avanza la campaña. Ese espacio tiene ahora seis escaños, en manos de Elkarrekin Podemos, que repite con Miren Gorrotxategi como candidata a lehendakari. Se podrían quedar los dos fuera o que solo una de las dos formaciones obtenga algún asiento.

Por su parte, la candidata de Vox, Amaia Martínez, sigue en la pelea convencida de que tiene margen para que la fuerza de extrema derecha mantenga su actual representación por Álava: su propio escaño.

¿Cuánta gente acabará acercándose a las urnas?

Esta sí que es la clave que lo va a determinar todo. Que la participación va a subir sensiblemente es algo que ningún sociólogo y experto pone en duda. Hay un dato a tener en cuenta: en estos comicios hay 75.634 nuevos electores y electoras, frente al censo de 2020, unos comicios celebrados en plena pandemia y que colocaron bajo mínimos el suelo de participación en unas autonómicas vascas: la mitad del censo. En esta ocasión, se espera una participación superior al 60%, aunque nadie se atreve a afirmar hasta dónde subirá: 62%, 63%, 65% o 67% en el mejor de los casos.

Los indecisos siguen siendo muchísimos, algo habitual por otra parte en la precampaña y en la primera semana de la liza electoral. Entre un 25% y un 30%, según los diversos sondeos.

El voto joven está cada vez más escorado al soberanismo. EH Bildu gana al PNV por más de 15 puntos (CIS) y se acercaría incluso al 50% del electorado en el sector de edad que va de los 25 a los 44 años.

Pero esa no es la porción más grande de la tarta del censo. De hecho, el 50% de los que pueden votar el 21 de abril supera los 55 años (más de 852.000 personas) y son 692.000 los que tienen más de 60 años, un electorado en el que había logrado hasta la fecha sustentar sus victorias el PNV, un partido atrapalotodo, de voto refugio, de orden y estabilidad, porque conseguía sumar a su proyecto la confianza de manera más intergeneracional y, sobre todo, transversal. Es esto precisamente lo que está fallando en los últimos años, y de ahí el nerviosismo que se percibe en del cuartel general de Sabin Etxea, la sede peneuvista en Bilbao.

El lunes callarán las encuestas definitivamente, pero los chamanes demoscópicos seguirán analizando las tendencias. Y el gran chamán de la música, es el rey Lagarto, Jim Morrison, con una canción -People are Strange- que refleja lo extraña que es la gente, lo raro y a veces contradictorios que puede responder a los encuestadores e incluso votar en unas elecciones. El 21 de abril, la única encuesta válida.

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