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Un homenaje a Maite Idirin, la artista vasca que con sus canciones se enfrentó al franquismo y al machismo de una época

La cantante Maite Idirin durante un concierto en Muxika, Bizkaia en 1968

Maialen Ferreira

Bilbao —

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“Nire aitaren etxea defendatuko dut”, publicó el poeta Gabriel Aresti en 1963, un poema que traducido al castellano dice así: “Defenderé la casa de mi padre. Contra los lobos, contra la sequía, contra la usura, contra la justicia, defenderé la casa de mi padre”. Es el verso en euskera más traducido a otros idiomas, según el filólogo navarro Patxi Oroz a un total de 740, y trata sobre la necesidad de defender Euskal Herria. La cantante Maite Idirin (Ugao-Miraballes, 1943- Anglet, 2024), años después, haría suyas esas letras, pero con una variación: cambiando la palabra “padre” por “madre” en un intento de aunar las dos cuestiones que eran fundamentales para ella, el nacionalismo vasco, pero también el feminismo.

Apasionada de la música y con una voz dulce y aterciopelada, Idirin comenzó a recorrer Euskadi pueblo por pueblo en 1968 cantando en euskera y acompañada tan solo de su guitarra. Al principio su obra se basó en traducir al euskera canciones del artista argentino Atahualpa Yupanqui, al que conoció en un concierto que realizó en Bilbao. Más tarde se dedicó a componer y editar canciones sobre el pueblo vasco, la lucha obrera y la mujer y, con ello a renovar la canción vasca. Así nace su disco Ahizpatasuna, siendo ella una de las precursoras del término que significa 'sororidad' en castellano.

Hasta que la censura del franquismo, que seguía de cerca sus recitales, hizo que fuera perseguida por la Policía y se viera obligada a exiliarse. Así, en 1969, partió del puerto de Bermeo hacia Baiona, y desde allí se fue a París, donde se ganó la vida cantando en un café del Barrio Latino mientras estudió sociología en Vincennes. Fue en esa ciudad donde conoció a su marido Jokin Apalategi. Una vez graduada canta en distintos lugares como Bretaña, Occitania y Flandes o Yugoslavia.

En 1973 se estableció San Juan de la Luz, donde cantó en varios festivales a favor de la ikastola. Más tarde, inició sus estudios musicales en el Conservatorio de Baiona, donde dio el salto al género clásico y fue una de las fundadoras de la librería Zabal. No volvió a cantar en Euskadi hasta que fallece el dictador, Francisco Franco. A lo largo de su carrera recibió cuatro reconocimientos importantes: la Medalla de Oro de Canto en Baiona (1979), la Medalla de Oro de Canto en Burdeos (1981), El Premio Honorífico Eusko Ikaskuntza ciudad de Baiona (2011) y el nombramiento de Académica de Honor de Euskaltzaindia (2014).

Maite Idirin falleció el pasado 20 de enero y la historia de su vida ha sido recogida en el libro Maite Idirin, herrigintzan kantuz que han realizado de manera conjunta su marido Jokin Apalategi y su amigo Paulo Iztueta. Ahora, a modo de homenaje, sus vecinos de Ugao-Miraballes han organizado una serie de eventos que tendrán lugar a lo largo de esta semana para conmemorar una figura que, según señalan, ha sido dada de lado por la sociedad. “Nos hemos reunido porque consideramos que fue una persona importante para el pueblo y muy poco reconocida”, sostienen desde la organización del evento que comenzará este lunes 11 de marzo y tendrá actos los próximos 12, 13 y 17.

Con el objetivo de recordar y rescatar la figura de la cantante vasca, se llevarán a cabo conferencias, recorridos por la historia de Idirin y la presentación del libro realizado por Apaolaza e Izueta. No obstante, el acto principal se basará en un adiós a la artista el próximo domingo, 17 de marzo, en el Ayuntamiento de Ugao-Miraballes. “Maite ha sido una mujer luchadora y por eso hemos querido dedicar el libro sobre su vida a todas las mujeres luchadoras a las que estamos muy agradecidos”, concluye Apaolaza.

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