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Alternativas al síndrome consumista navideño

Campaña de comercio justo / FOTO: Setem Hego Haizea

Patricia Burgo Muñoz

El consumo tiene nombre propio: Navidad. Regalos, comida, bebida… un sinfín de compras a las que nos vemos culturalmente abocados y de la que resulta realmente complicado abstraerse. La crisis ha obligado a reconsiderar el despilfarro de dinero al que estamos acostumbrados y sirve como la perfecta excusa para buscar caminos alternativos que conduzcan hacia un consumo responsable. Porque está demostrado que comprar en esta época del año es irremediable, pero existen una serie de medidas que contribuyen a rebajar el síndrome consumista navideño.

El comercio justo propone un cambio en las prácticas de consumo y producción que contribuyan a lograr también un cambio social, porque el comercio justo supone asumir el papel protagonista a la hora de consumir. La ONG vasca Setem Hego Haizea es una de las organizaciones que más trabaja en este objetivo. Porque tal y como explican, adquirir productos de comercio justo añade valores éticos al simple hecho de consumir, fijándose en aspectos ecológicos, sociales y de género. Además contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones en el comercio y garantizando los derechos de quienes producen y trabajan.

Para considerar que un producto pertenece al comercio justo tiene que cumplir una serie de condiciones, que a primera vista pueden parecer básicas, pero que el comercio internacional incumple sistemáticamente. Se trata de salarios y condiciones de trabajo dignas, ausencia de explotación infantil, igualdad de hombres y mujeres, respeto al medio ambiente o que los productores destinen parte de sus beneficios a las necesidades básicas de sus comunidades.

Vinculado a este concepto y muy ligado a él está la promoción de la producción local. Porque los menús navideños puede elaborarse también desde un punto de vista sostenible comprando a productores, agricultores, o ganaderos cercanos. Una práctica que gana adeptos y que además sirve para reactivar la economía local.

Las nuevas tecnologías e Internet hacen este mercado más accesible para el consumidor que encuentra en estas plataformas una plaza de abastos digital con una completa oferta de productos de calidad. Plataformas como Hermeneus ponen en contacto al comprador directamente con el productor, promoviendo así el comercio tradicional en el que el cliente sabe lo que compra y a quién se lo compra, sin intermediarios que encarecen el producto. Una opción que contribuye a la supervivencia de los productores más cercanos que en muchas ocasiones se ven asfixiados por los costes que supone la distribución de sus productos.

El pequeño comercio es otro sector que en estas fechas puede recibir un empujón. Los productos de alimentación son los que se llevan la mayor partida del gasto global, cada consumidor gastará unos 250 euros durante estos días. De este dinero casi el 70% se gasta en hipermercados y supermercados, mientras que las tiendas de barrio y los mercados tan solo reciben el 26% de este desembolso. Comprar en las pequeñas tiendas de barrio fomenta el comercio local, dinamiza las ciudades y además supone un beneficio social, económico y medioambiental.

Los regalos se llevan también buena parte del presupuesto navideño, más de 300 euros por persona. Y dentro de este capítulo los juguetes son los protagonistas, cada niño recibirá regalos por valor de 125 euros, un gasto que puede resultar excesivo y fomenta la cultura del consumismo entre los más pequeños. Racionalizar el gasto y el número de juguetes fomenta el consumo responsable entre los niños, y apostar por juguetes educativos que estimulen sus habilidades contribuye a incidir en aspectos como la memoria o la atención de una forma divertida. Evitar juguetes bélicos, o que fomenten el sexismo por ejemplo

Diversas asociaciones y ONGs como Cáritas o WFF realizan en esta época campañas para desterrar el despilfarro de la tradición navideña, porque tal y como promueven regalar no debe ser sinónimo de consumir. Entre sus recomendaciones destacan opciones como ayudar a los niños a autolimitarse en la carta a los Reyes Magos, para que sean conscientes que siempre más no es mejor. También se les puede enseñar alternativas al consumo incluyendo regalos que no sean comprados: puede ser algo heredado de los abuelos, o un objeto realizado artesanalmente por algún miembro de la familia, así el valor sentimental cobra importancia frente al valor monetario.

Regalos para una carta responsable a los Reyes Magos

La PSP, la camiseta del equipo de fútbol favorito o la última Barbie, son unos clásicos en las cartas del Olentzero, pero cada vez existen más alternativas para que la lista de regalos sea más equitativa, educativa y en definitiva, más ejemplar.

Regalar una mascota es una costumbre extendida en Navidad, pero en muchas ocasiones se adquiere sin asumir las responsabilidades que conlleva. Una alternativa es la opción que ofrece WFF: adoptar especies en peligro. Con este gesto se ayuda a proteger las especies en peligro de extinción y su hábitat.

La reutilización frente a la cultura del ‘usar y tirar’ es otra de las máximas en este camino, por eso los productos reciclados son una opción perfecta para regalar. Hoy en día se puede encontrar casi de todo: desde una gorra elaborada con botellas recicladas, un reloj que no necesita pilas porque genera la electricidad con agua y vinagre, una funda para el Ipad hecha con un traje de buzo reciclado, o un cargador solar para el portátil con entrada USB. La lista regalos originales es tan larga como sorprendente.

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