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Miembros de ETA cuentan su experiencia en la banda en el libro 'La lucha hablada': “He generado sufrimiento y dolor a otras personas, soy consciente de eso y lo reconozco”

Pintada en Hernani al día siguiente del anuncio de desarme: "Siempre con el pueblo. Gracias. Gora ETA"

Maialen Ferreira

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Al ingresar en ETA sus miembros son conscientes de que solo se vislumbran dos finales: la cárcel o la muerte. Aun así tomar la decisión de ingresar en la banda era la única alternativa que veían para lograr su objetivo de “buscar la liberación” frente a la “represión” en la que se encontraba el país. Sesenta años después de que surgiera la banda, los investigadores Egoitz Gago y Jerónimo Ríos han recopilado una serie de entrevistas a miembros de ETA en el libro ‘La lucha hablada’.

“Formar parte de ETA es una decisión difícil, con consecuencias y contradicciones. Se te exige un nivel de implicación muy alto. Yo hubiera querido ser padre y no he podido serlo. ¿Qué problema hay en reconocer lo que hemos hecho? He generado sufrimiento y dolor a otras personas, soy consciente de eso y lo reconozco. Ahora hay que empatizar con el sufrimiento, con el que he generado, pero también se debe conocer lo que he sufrido yo o mi familia durante veinte años”, cuenta uno de los entrevistados tras pasar por la cárcel por pertenecer a la banda terrorista.

¿Qué los empujó a tomar las armas? ¿Cómo fue su experiencia en prisión? ¿Qué piensan acerca de las víctimas del terrorismo? Son algunas de las preguntas que los investigadores Egoitz Gago y Jerónimo Ríos, dos de las voces más autorizadas en materia de violencia política tanto en España como en América Latina, realizan a miembros de la banda terrorista. Cada uno de los nueve entrevistados cuenta cómo fue su ingreso en ETA, las funciones desempeñadas, su detención, los años de cautiverio, los diferentes procesos de paz y la disolución de la banda.

Formar parte de ETA es una decisión difícil

Los entrevistados son desde miembros históricos que comenzaron sus actuaciones en la banda desde la Transición, hasta personas más jóvenes que entraron más tarde. La mayoría de ellos ha pasado por prisión. También los investigadores han tenido en cuenta la procedencia y que haya una mezcla de hombres y mujeres. A los nueve se les realiza el mismo cuestionario.

“Una cosa que notamos en el proceso es que hay una visión no justificadora, pero no tan negativa de la acción pasada. Ninguno de los entrevistados son personas que se hayan arrepentido de haber formado parte de la organización. Es más, había personas que veían el paso de la organización como algo que pasó y ya está, y hay gente como los que formaron parte en los años 90 o 2000 que incluso lo justificaba, diciendo que la participación de ETA había hecho que la situación de Euskadi sea lo que es”, explica Gago a elDiario.es/Euskadi.

“Creo que la lucha armada ha sido positiva y trajo alternativas en cuanto a mantener una parte importante de este pueblo. La responsabilidad de ejercer las armas es saber que estás haciendo algo malo, pero en este pueblo se ha generado mucho temor y mucho sufrimiento, propio y ajeno. Eso no ha sido positivo y se puede decir con total tranquilidad que ojalá no hubiera pasado. Ojalá no hubiera habido lucha armada y fuéramos capaces de construir un futuro con todas las fuerzas políticas”, confiesa uno de los entrevistados.

“Vemos cómo los actores tienen un punto de convergencia muy fuerte. Siendo diferentes generaciones, siendo hombres, mujeres, de diferente procedencia y diferente trayectoria, comparten los mismos elementos discursivos y las mismas lógicas de legitimación. Además, la gran mayoría, sin tener contacto entre ellos, tienen la misma comprensión del fenómeno terrorista, cómo el terrorismo a partir de los años 90 entra en proceso de resignificación. Es decir, sin que se asuman expresamente los errores sí que existe una especie de timidez a la hora de aceptar que algo iba mal”, explica a este diario Ríos, que llega a la conclusión de que ETA va perdiendo legitimación a medida que los atentados van a aumentando y cualquier persona puede terminar siendo una víctima de la banda terrorista.

Ojalá no hubiera habido lucha armada y fuéramos capaces de construir un futuro con todas las fuerzas políticas

Una de las conclusiones más significativas que extraen tras realizar las entrevistas es el hecho de que ninguno de los entrevistados apuesta porque vuelva la violencia o cree que la violencia de ETA no sería entendible en una sociedad actual. “Eso, si sucediera, no sería ni aceptable ni defendible en estas circunstancias. Si nosotros no hubiéramos existido, hoy no se estaría hablando de un estatuto, ni de transferencias que todavía quedan pendientes. El típico discurso que hacen es que en ETA nos gusta matar. Los que dicen que a la gente le gusta matar demuestran no saber qué es eso. A nadie le gusta matar, ni siquiera a los enemigos. Al psicópata sí le gusta. Lo nuestro fue otra cosa. La sociedad en Euskal Herria sabe que no hicimos lo que hicimos para llenarnos los bolsillos, sino por una sociedad que fuera mejor para la gente”, confiesa uno de los entrevistados.

El objetivo de los historiadores con este libro es “analizar las historias de vida detrás del terrorismo vasco que habían estado relegadas a un segundo plano” y aproximarse a los relatos de los integrantes del grupo armado. Tanto Gago como Ríos cuentan con una amplia experiencia en conflictos armados.

Egoitz Gago ha dado clase en universidades del Reino Unido, España y Estados Unidos, y es actualmente profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, donde lidera el equipo de investigación dedicado al proyecto de reconciliación en la zona del Meta-Guaviare. Ha participado en los procesos de resolución de conflictos y construcción de paz en Colombia, Nicaragua, País Vasco e Irlanda del Norte.

Jerónimo Ríos, por su parte, es investigador postdoctoral en Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor de distintas universidades de Colombia, España y Canadá y ha formado parte del grupo de asesores de la Organización de Estados Iberoamericanos en Colombia durante el proceso de diálogo e implementación del Acuerdo de Paz con las FARC-EP.

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