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Vitoria prueba el BEI, un nuevo transporte futurista a medio camino entre el autobús y el tranvía

El primer BEI de Vitoria, en Zaramaga, con un autobús urbano en servicio al fondo

Iker Rioja Andueza

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En la parada del centro comercial El Boulevard del vitoriano barrio de Zaramaga, junto a su característica gran bola acristalada, se han juntado a las 11.00 horas tres generaciones de autobuses de Tuvisa, la compañía municipal de transporte. Siguen en circulación los autobuses grises introducidos en 2006, más recientemente han entrado en servicio unidades verdes y blancas y, desde este 2021, se les unirán 13 unidades de un modelo futurista de la compañía vasca Irizar conocido ya popularmente como “BEI” (Bus Eléctrico Inteligente). El primero de ellos, que tiene el frontal y la trasera con detalles verdes pero que se presenta oscuro en sus laterales y cristaleras, ha realizado este miércoles sus primeros cuatro viajes con pasajeros. Se ha elegido esta fecha por ser coincidente con la semana europea de la movilidad, aunque en realidad el BEI empezará recorrer las calles de Vitoria “en noviembre o diciembre”.

“No es la inauguración, ¿eh”, ha avisado el alcalde, Gorka Urtaran, que ha formado parte de la primera expedición junto con el concejal de Movilidad y Espacio Público, Raimundo Ruiz de Escudero, y la gerente de Tuvisa, María José Ajuriaguerra. Con ellos han podido viajar los medios de comunicación y dos operarios vestidos con camiseta verde y chaleco con las siglas BEI. Antes de la “prueba”, el alcalde ha insistido en que Vitoria da un “salto cualitativo” en movilidad. Ha venido a decir que la capital vasca “se monta en el futuro de Europa” al estrenar un proyecto enteramente electrificado que inicialmente se llamó BRT, siglas en inglés de Autobús de Tránsito Rápido.

¿Cuál es la diferencia entre esta línea y una normal? El BEI cubrirá en doble dirección la línea circular periférica actual que cruza una docena de barrios y da servicio a una zona de influencia donde residen unas 120.000 personas, esto es, casi el 50% de la población total actual. En este anillo, los BEI de Irizar tendrán prioridad semafórica total, incluso sobre los peatones. Coches, transportistas, taxis, bicicletas, patinetes y viandantes han de ceder el paso a esta máquina. Si hay carriles suficientes de circulación, irá por la calzada como cualquier otra unidad de Tuvisa, pero en buena parte de la ciudad se han creado gateras separadas específicas para que solamente pasen por ellas estos convoyes. El nombre del modelo comprado, ie Tram, da pistas de que está a medio camino entre un autobús y un tranvía. De hecho, las canceladoras están fuera de los vehículos, en las paradas, y para acelerar subidas y bajadas es posible utilizar cualquiera de las puertas del BEI. “Ya no hay que entrar por la delantera. En hora punta se agradece”, ha señalado Ajuriaguerra, que ha hecho las veces de guía durante el trayecto. Y ha recordado también que serán válidas en Vitoria las tarjetas Mugi y Barik de los territorios vecinos además de la Bat local.

Para hacer tortillas hay que romper huevos. Una ciudad sin obras es una ciudad parada

Gorka Urtaran Alcalde de Vitoria

Las obras del BEI aún no han terminado y tienen la ciudad patas arriba, ya que se suman a las de ampliación del tranvía a Salburua y a otros proyectos. No ha sido poca la oposición vecinal a este cambio radical en la fisonomía de la circunvalación interna de Vitoria. De hecho, la prueba ha acabado en el aparcamiento de Mendizorroza, junto al estadio del Deportivo Alavés y las piscinas municipales, ya que la avenida por la que circulará esta línea está completamente cerrada al tráfico porque está siendo asfaltada. En estos meses de trabajos, se ha denunciado la desaparición de estacionamientos, que la reducción de carriles para hacer hueco al BEI genera más atascos y que se han talado árboles y árboles en la que, en 2012, fue capital verde europea. “Para hacer tortillas hay que romper huevos”, ha respondido irónicamente el alcalde, que portaba un pin con la bandera de Vitoria en la solapa de la chaqueta. Y ha añadido: “Una ciudad sin obras es una ciudad parada”. Según ha explicado, la peatonalización de la calle de Eduardo Dato o la llegada del tranvía en 2008 también generaron rechazo inicialmente y ahora son símbolos de la ciudad. El alcalde ha dicho que la obra de los viales para el BEI costarán 42 millones de euros y que la unidad de recarga de los motores eléctricos supondrá 5 millones de euros más. En 2016 se compró un lote de 10 autobuses articulados de la marca Mercedes-Benz que se promocionaron como más limpios por 3,5 millones de euros.

El ejemplo más cercano de un transporte similar es el corredor diseñado para unir Baiona y Biarritz, en la costa labortana. De hecho, los vehículos son idénticos. En Castellón también circula un sistema llamado Tram y Zaragoza ha comprado de una tacada este verano 68 unidades a Irizar. Históricamente, los BRT se iniciaron en Brasil, en Curitiba, y el modelo más extremo es el O-Bhan de Adelaida, en Australia, de inspiración alemana y en el que hay corredores con raíles sobre los que ‘flotan’ los autocares urbanos. En Vitoria se espera ganarle un 25% al reloj en cada vuelta al anillo con este sistema.

Los nuevos vehículos han costado “ocho o nueve millones”, ha apuntado el alcalde. Y serán de dos tipos. Siete de los trece serán articulados y miden 18 metros; los otros seis son simples y más pequeños, de 12 metros. La capacidad máxima es de 155 pasajeros, un tercio aproximado sentado y el resto de pie. La compañía promociona en sus catálogos que son vehículos con posibilidad de ofrecer WiFi, cargadores de USB y otras facilidades para el usuario. Como en los metros, en el de Vitoria hay un pequeño televisor que ofrecerá información de tiempos de viaje, paradas y otras novedades. Hay un portamaletas. El suelo parece imitar los parqués de madera y los cristales llegan casi hasta él. Dan mucha sensación de luminosidad en su interior (al menos de día) mientras que desde fuera proyecta una imagen de vehículo casi negro. Los neumáticos están tapados y casi no se ven, acrecentando esa sensación de que no es un autobús. Se ha prometido que tendrá una iluminación azul para hacerlo muy visible en la calle. Un gel hidroalcohólico en la entrada recuerda que este servicio se pondrá en marcha en medio de la pandemia por la COVID-19. Explica el alcalde que Vitoria ha recuperado al 95% los servicios previos a la pandemia pero los usuarios son todavía un 30% menos que en febrero de 2020.

El BEI es eléctrico... pero también “inteligente”. Y lo es por un sistema de “guiado óptico” que permite la magia de que el autocar pare sin rozar a “cuatro o cinco centímetros” de la parada y a la misma altura, 29 centímetros, aunque dispone de un sistema de suspensión que, como los viejos Citroën, permite subir y bajar la plataforma. En caso de necesidad, puede extenderse una rampa para facilitar el acceso a personas en silla de ruedas o con carritos. Otra de las características técnicas del vehículo es que no tiene espejos retrovisores. Todo son cámaras que automatizan la conducción y evitan los ángulos muertos. “Los cinco primeros minutos se hace muy raro, pero luego es todo muy cómodo. Está bien pensado”, explica Ana Hernández, conductora de este primer viaje y que califica el BEI como la mejor unidad que ha llevado en sus 13 años en Tuvisa. En cocheras, el ie Tram recibe por la noche una carga completa y, después, pequeños ‘repostajes’ rápidos de cinco a siete minutos en las paradas principales. El sistema es sencillo: el BEI aparca bajo un pantógrafo, se engancha y retoma el viaje cuando el porcentaje de batería marque el 85%. Hay dos de estos aparatos en la calle, en El Boulevard y en Mendizorroza.

Estos lugares son, precisamente, el inicio y el final de este primer trayecto. Antes de la salida, Manuel, un vecino de Zaramaga, se queda apenado de no poder viajar con la comitiva municipal. Ha bajado a ver el estreno alertado por la radio y se dice “encantado” de que Vitoria cuente con este servicio. Otros curiosos toman fotografías mientras los autobuses normales de Tuvisa recogen y dejan pasajeros con la normalidad propia de un miércoles de pandemia.

La conducción parece muy silenciosa. No se perciben las vibraciones de los viejos Pegaso de asiento naranja que cruzaban Vitoria a finales del siglo XX. En el primer tramo, el BEI comparte calzada con el resto de la circulación. El contraste entre el autobús futurista (con matrícula LPV) y el resto de la ciudad se hace notar en su máximo esplendor al pasar a la altura de un Seat 127 amarillo M-DY, un modelo de 1980. El alcalde confía en que la implantación de estas rutas permite “reducir 1.500 toneladas de emisiones”, aunque en otro momento de la jornada se ha dado la cifra de “1.000 toneladas”.

La ruta transita sin parar por la rotonda de América Latina, el gran problema de tráfico de Vitoria. Pasa por la estación de autobuses y por la sede central del Gobierno vasco. Gira en la rotonda del ‘vacunódromo’ de Lakua, donde miles y miles de personas se han inmunizado estos meses contra la COVID-19. Frente al edificio de consultas externas del hospital de Txagorritxu, la cercanía de una furgoneta casi origina un accidente. Después el Seminario, las Conchas de San Martín y el bulevar de Ariznabarra, donde un viandante se ha quedado mirando al BEI y se ha golpeado con otro autobús sin que haya pasado de un susto. En esta zona, precisamente, las obras se han llevado un viejo olivo, muy popular en el barrio. Y, finalmente, Mendizorroza. Ana, la choferesa, coloca la unidad bajo el pantógrafo y lo prepara para el siguiente viaje.

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