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La retirada de Podemos aclara poco el panorama electoral en Plasencia

Antonio Sánchez Ocaña / Antonio Sánchez Ocaña

La decisión de Podemos de no presentarse a las municipales en Plasencia como agrupación de electores viene determinada, sobre todo, por la falta de nombres para formar la candidatura mixta. A ello se añaden los requisitos exigidos por la normativa para articular una agrupación de electores. Lo hace después de que el círculo local decidiera en asamblea, eso sí, no concurrir a las urnas en cohabitación coaligada con ninguna otra fuerza política, léase Plasencia en Común: la comanditaria casa de la izquierda placentina auspiciada por IU, que Podemos siempre ha rehuido en la ciudad del Jerte.

El hecho no solo deja huérfanos de siglas a los votantes posibles y probables de Podemos en Plasencia. Y fía al nuevo partido la posibilidad de poder entrar en el Ayuntamiento a cuatro años vista. No solo Pizarro estará contento. También puede que otros, como el PSOE, con un porcentaje de voto ideológicamente fiel, alérgico a IU y a todo lo que huela a derechas. Cuatro años de ausencia en el consistorio placentino es un plazo que, en política, da para mucho más de lo esperado hoy. No hay más que mirar atrás, ver el nacimiento de Podemos y el tiempo pasado. Un riesgo que puede salir caro.

La retirada táctica por la fuerza de Podemos a las municipales placentinas contribuye a clarificar poco, por eliminación propia, la oferta electoral de izquierdas en la ciudad. A más de simplificar algo la siempre peculiar sopa de siglas que ha caracterizado el arco político local cada legislatura. La consecuencia más directa será la reunificación del voto de izquierdas en torno a Plasencia en Común que -todo apunta- puede ser la gran beneficiada de la retirada táctica de Podemos. Sobre el papel.

Plasencia en Común se convierte -con la ausencia de Podemos- en la morada táctica que acogerá las políticas que miran a la izquierda del PSOE. Las dificultades derivadas de la falta de apoyo para sacar adelante la agrupación de electores (los 24 de una candidatura , más 500 firmas con fotocopia compulsada y avaladas por fedatario público,-unos 2000 euros de coste en total-) llevan en Plasencia a Podemos a retirarse del juego municipal.

Pero nada es al azar. Llega después de que la dirección local decidiera marcar distancias con IU, para evitar la identificación con sus políticos y políticas y preservar la imagen de fuerza renovadora. Tanto que al final, hoy por hoy, no va a estar en las mesas electorales de la ciudad. Aunque, bien es cierto que esto no se logra del todo porque miembros de Podemos podrán ir, y será así, alojados en las listas de Plasencia en Común, a título particular y no como huéspedes oficiales avalados por las siglas del partido de Iglesias.

Serán curiosamente personas del sector no oficial de Podemos, pertenecientes al que lideró la candidata a líder local, Raquel Mayordomo, que perdió en las urnas por el control del círculo local frente a la oficialista María Victoria Mata. Estos nombres de Podemos estarán en la candidatura de Plasencia en Común siempre que obtengan, claro está, los apoyos necesarios dentro del proceso de elección de candidatos que la coalición tiene activo para determinar este fin de semana. Se eligen dos tramos (10 puestos) y se dejan abiertos otros dos, en aras a la convergencia con otras fuerzas. Desde IU siempre se abogó por aunar criterios y fuerzas con Podemos y su idea es mantener entreabierta la puerta hasta el final de los plazos legales para proclamar candidaturas.

Aunque, a efectos prácticos, nadie ignorará que votar a Plasencia en Común será la única opción de hacerlo a gente de Podemos. La alternativa para que el ‘efecto podemos’ pueda estar (si no hay cambios), en las municipales aun por esta puerta de atrás, y que su electorado no se quede huérfano ante las urnas el 23 de mayo. Si en las pasadas elecciones IU-Los Verdes se quedaron con 1.680, a pocos votos de su segundo edil (1750), en estas próximas, Plasencia en Común espera un empujón hasta la horquilla de 3, que los más optimistas suben a 4. Alentados no solo por los huéspedes podemitas, la situación real patria, el desgaste del PSOE local con una lista sin pasado, más las consecuencias del caso Plasencia y por el desencantado voto de castigo al bipartidismo PP-PSOE y a todas las sombras de corrupción.

Pizarro está convencido de sacar 11 y de gobernar en solitario. Y lo dice en serio, no duden. A la espera, claro, de la evolución de Ciudadanos, en imparable ascenso nacional, según los últimos sondeos. O de la capacidad de persuasión del socialista Núñez para invertir la negativa tendencia de voto: Sin olvidar que el verso suelto de Díaz dé campanazo con Regionalistas y se convierta en árbitro. Porque en política local y elecciones pesan no solo las siglas. También las personas. Es algo que tienen muy presentes en el PSOE. Por eso su apuesta de lista sin pasado. E imagino que también en Ciudadanos. Por lo contrario. La veteranía y recorrido político de Victoria Domínguez.

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