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El calentón online que lleva a Pizarro ante el juez

Plaza Mayor de Plasencia / G. M.

Antonio Sánchez Ocaña

Es lo que tiene estar a todo. A Facebook, a Twitter y a responder en los medios a toda prisa. Pasa más, si se trata de un político sin un community manager que le administre y atempere. Ya sabemos que los calentones no son buenos para nada. Ni en la juventud. Ni en los coches. Ni en los políticos. Y que traen, a menudo, consecuencias poco agradables.

Unos levantan dolor de salvas sean las partes; otros causan estragos en el bolsillo; y los últimos, más de un quebradero de cabeza sin buscarlo. Es lo que le ha pasado al alcalde de Plasencia, Fernando Pizarro, del PP, que la otra mañana estaba citado ante el juez. No por nada de corrupción, fraudes a Hacienda, prevaricaciones, falsedades documentales, cohechos, ni cosas por el estilo. Qué va. Ha sido por un simple tuit y un mensaje en Facebook. Más unas complementarias declaraciones. Acaso, porque 140 caracteres son coto más que insuficiente para su fluido verbo.

La historia arranca después de que Pizarro responsabilizara en las redessociales al polémico presidente de la Asociación de Vecinos Zona Centro, Julián Gutiérrez, de tener que cerrar los bares de copas de esa zona a la hora que marca la ley que, la verdad, es tirando a pronto. Lo dijo en respuesta a la petición que le habían hecho -vía redes sociales imagino- de dar más vidilla y un poco de flexibilidad a la normativa. Y Gutiérrez, que sabe latín y cómo poner a Pizarro de los nervios, pues como que se percató de lo realmente dicho por el alcalde, seguramente en un momento de calentón. El presidente vecinal cayó en que la responsabilidad del cierre de los locales nocturnos no era cosa suya, sino de la autoridad, como recordó a la salida del juzgado. Y que el señor alcalde se la achacaba a él públicamente. Y entendió que le ponía como el malo de la película.

Herido en su honor, (18.000 euros pide a Pizarro como indemnización por atentar contra su dignidad) presentó una denuncia que dio paso a la demanda para celebrar acto de conciliación en el Juzgado número 4 dePlasencia. Pero Pizarro no le ha dado el gusto de verle acudir ante el juez. Es una opción legal, ya que puede ser representado por abogado. Así lo hizo. Tampoco dio el placer a Gutiérrez de verle tener que hacer el paseíllo en la entrada de los juzgados para declarar ante su señoría y quedar inmortalizado por los medios. Debe ser la única foto que ningún político quiera, por mucho Instagram, Facebook y Twitter en que les guste salir retratado. Menos aún en las fechas que estamos.

El alcalde de Plasencia ha negado la mayor. Dijo el presidente vecinal, al término del acto, que no se aviene a la demanda, no reconoce las declaraciones, no pide perdón y no considera que haya causado daño personal. Tampoco le consta a Pizarro conocerle, ni que sea presidente de la entidad que preside, registrada y con la que se ha reunido. Y este es todo el misterio de este enredo que ha acabado en los tribunales. Por si no tuvieran ya poco trabajo.

Bien es cierto, que los ciudadanos no son los responsables del horario de cierre de los bares. Lo son la Junta de Extremadura, que lo fija, y los ayuntamientos que lo deben hacer cumplir. A través de la Policía Local en Plasencia. Intentar cargar la responsabilidad contra un vecino, por mucho que proteste, sea más molesto a la autoridad que una mosca cojonera y ataque el sistema nervioso simpático y parasimpático de Pizarro, no es plan. En definitiva, lo que se pone de manifiesto es el peligro de la trascendenciade lo que hay en las redes sociales.

Resulta extraño en un político políticamente correctísimo como Pizarro. Ahora, el juez decidirá si la demanda sigue adelante. Que es que sí, pues a pagar tasas, procuradores y abogados. Cada cual lo suyo. Que dice que no, pelillos a la mar. Bueno... ya veremos. Hasta que se produzca otra tormenta, como ésta, en un vaso de agua. O en Twitter.

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