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Un pueblo de Ourense reabre su vieja escuela como tanatorio tras perder la mitad de su población

Las altos cargos de la Xunta y el alcalde de Chandrexa de Queixa, en la inauguración del tanatorio

David Lombao

Hace una década que Chandrexa de Queixa (Ourense) no tiene colegio. Cerró al final del curso 2007-2008. Entonces su alcalde, Francisco Rodríguez (PP), atribuía el cierre a un enfrentamiento entre el docente responsable del centro y las familias de los ocho estudiantes que quedaban y aseguraba que trabajaría para reabrirlo en unos tres años. Lo cierto es que el CEIP de Chandrexa nunca reabrió y se convirtió en el, por el momento, último centro escolar del municipio. Antes ya había cerrado la escuela unitaria de Rabal, que acaba de reabrir con un uso muy diferente: un velatorio subvencionado por la Xunta.

Una década después de echar el cerrojo al colegio, el mismo alcalde ha recibido esta semana en Chandrexa a dos altos cargos de la Xunta: la directora general de Administración Local, Marta Fernández-Tapias, y la delegada del Gobierno gallego en la provincia, Marisol Díaz Mouteira. Los tres realizaron una especie de reinauguración para la prensa del metafórico nuevo uso de la escuela de Rabal. Va a ser el nuevo tanatorio municipal, “un servicio fundamental y básico en los pequeños núcleos rurales”, destaca la Xunta.

Este cambio de usos fue “solicitado por el Ayuntamiento”, subraya la Vicepresidencia del Gobierno gallego en un comunicado, en el que destaca que “la rehabilitación de la antigua escuela ha contado con una ayuda de cerca de 40.000 euros”. De esa subvención da fe una placa instalada en la puerta del edificio, donde queda claro que ese dinero procede de fondos europeos gestionados por la Xunta. Son, especifica la Vicepresidencia, “ayudas para financiar estructuras de uso público, como instalaciones deportivas, plazas, paseos, parques infantiles o dependencias municipales donde se prestan servicios administrativos, entre otras actuaciones”.

Según el mismo comunicado, la intención última es “apoyar la prestación de servicios por parte de nuestros ayuntamientos, como Administración más próxima a los administrados, con el objetivo de que la ciudadanía gallega tenga unas excelentes condiciones de vida, con independencia de su lugar de residencia”.

Este elocuente cambio de uso, de escuela a velatorio, se produce en un contexto en el que Chandrexa de Queixa ha perdido prácticamente la mitad de su escasa población en los últimos veinte años: de 928 habitantes en 1998 a poco más de 490 en la actualidad. Los datos más recientes del Instituto Galego de Estatística indican que sólo viven en el pueblo 3 niñas y 1 niño menores de 4 años y que los fallecimientos del último año han superado en 15 personas a los nacimientos.

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