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El movimiento contra el trabajo infantil llega a las entrañas de Inditex

Ehsan Ullah Khan (derecha), en la entrada de la factoría de Inditex, en Arteixo (A Coruña)

Miguel Pardo

“No quería marcharme de Galicia sin expresarle a Inditex mi preocupación por el trabajo infantil”. Quien así habla es Ehsan Ullah Khan, activista paquistaní, presidente del Frente de Liberación del Trabajo Forzado que él mismo fundó y coordinador nacional en Suecia de la Marcha Global. De visita en nuestro país, donde participó en varios debates y tertulias, la multinacional textil le abrió sus puertas para escuchar sus reivindicaciones sobre las medidas de control y prevención para evitar el empleo de niños y niñas, así como las malas condiciones laborales en el sur de Asia. Y logró meterse en las entrañas del gigante para mostrarle sus inquietudes y reclamarle que incremente su vigilancia ante las informaciones –negadas siempre por la compañía– y alguna sentencia que la señalan en ocasiones como una de las firmas que emplea subcontratas donde las condiciones laborales son más que mejorables.

Ullah Khan, tal y como él mismo explicó, se reunió con varios empleados de Inditex conocedores del trabajo de la empresa en el sur de Asia e insistió en reclamarles respeto a los derechos humanos, además de interesarse por el control de las correctas condiciones laborales de los trabajadores de los talleres que fabrican para la multinacional. Acompañado de imágenes y de su experiencia personal de docenas de años contra el trabajo forzado, este histórico activista no dudó en solicitar un mayor control y en contarle a la firma sus vivencias como activista luchador contra el trabajo forzado.

El activista paquistaní suele denunciar el trabajo infantil que numerosas multinacionales textiles europeas emplean en el sur de Asia y recuerda que muchas de ellas, por ejemplo, fabricaban ropa en los talleres de Bangladesh donde hubo millares de muertos después de incendios que sacaron a la luz importantes deficiencias y penosas condiciones de trabajo para los operarios. Inditex negó siempre estar vinculado con cualquiera de estas fábricas en el momento de los siniestros y suele recordar que, por ejemplo en el caso de Rana Plaza –del que ahora se acaba de cumplir el primer aniversario–, la relación con el taller había quedado rota años antes.

Según se puede comprobar en las memorias de la compañía, y tal y como destaca la propia Inditex, la firma realiza más de 1.500 auditorías externas y unas 700 internas cada año para asegurarse de que los talleres subcontratados cumplen con los códigos de conducta.

Pero Ehsan Ullah Khan, al igual que muchas ONGs y movimientos sociales, consideran que queda mucho por mejorar. Y por eso quiso decírselo a la cara a Inditex, que mantiene contactos frecuentes con varias de estas ONG y con asociaciones como la Marcha Global. El activista paquistaní comenzó su lucha contra el trabajo forzado con tan solo veinte años, entre amenazas y represión. Fundó el Frente de los Trabajadores de los Hornos de Ladrillo y organizó acciones y manifestaciones diversas, además de aportar asistencia legal a favor de los derechos humanos de los operarios.

Luego, para ampliar su lucha contra la esclavitud laboral, Ullah Khan fundó el Frente de Liberación del Trabajo Forzado y fue detenido y torturado en varias ocasiones. Además, está obligado a vivir exiliado fuera de Pakistán desde 1995, tras el asesinato de Iqbal Masih, uno de los niños esclavos a los que liberó y que se convirtió en un importante luchador por los derechos humanos y en “mártir” con tan solo doce años.

A pesar de que el caso abierto contra él por sedición fue anulado en 2011, el gobierno de Pakistán no le ha permitido volver al país. En la actualidad, Ullah Khan es el coordinador nacional de la Marcha Global en Suecia y trabaja, a través de varias redes, contra el sistema de castas del sur de Asia.

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