60 años de las obras que hicieron desaparecer la laguna de Antela
La Laguna de Antela estaba situada en el sur de la provincia de Ourense, en la intersección de los actuales ayuntamientos de Sandiás, Xunqueira de Ambía, Vilar de Barrio, Sarreaus y Xinzo de Limia. Era el mayor humedal de Galicia, con alrededor de 4.000 hectáreas, aunque variaba mucho su forma y dimensión, en función de las lluvias, llegando a medir seis por siete kilómetros en invierno, con una profundidad que iba desde el medio metro hasta los dos metros en algunas zonas. Hablamos en todo momento en pasado, porque entre el año 1958 y a lo largo de la década de los 60 la laguna fue desecada, buscando ampliar las tierras de cultivo.
Este año se conmemora el 60 aniversario del inicio de las obras, impulsadas por la dictadura franquista a través del Instituto Nacional de Colonización. El Ayuntamiento de Xinzo de Limia acaba de anunciar la organización de un homenaje a los trabajadores que llevaron a cabo las obras, en las que llegaron a participar un máximo de 70 trabajadores a la vez. No será la única actividad dedicada a recordar el 60 aniversario de la desaparición de la laguna. El Museo Etnográfico de A Limia organizará una muestra de imágenes extraídas del libro A memoria asolagada (Xerais, 1997), coordinado por Xosé Luis Martínez Carnero.
En las últimas semanas el espacio que ocupaba la Laguna de Antela es noticia además por las inundaciones que una vez más se han producido en el lugar. Las importantes lluvias caídas este invierno han anegado los campos, perjudicando notablemente la producción de cereales y patata. Este tipo de inundaciones son habituales y se repiten cada vez que la comarca de A Limia vive una estación lluviosa, recuperando las aguas parte del terreno que siempre habían ocupado.
El 60 aniversario del inicio de la desecación es un buen momento para recordar la historia de estos trabajos y de la propia laguna y también para destacar la importancia medioambiental de este humedal desaparecido. En 1956 el Instituto Nacional de Colonización impulsó el inicio del proceso. En ese año el régimen franquista publicó una ley que declaraba de “alto interés nacional” las obras de desecación y la posterior concentración parcelaria. En 1958 comenzaron las obras, que muy rápidamente hicieron desaparecer la laguna, pero que posteriormente tardaron aún muchos años en acondicionar el espacio ganado a las aguas, buscando su aprovechamiento agrícola.
El desecado fue un desastre ecológico, eliminando una parte muy importante de la rica diversidad animal y vegetal del humedal, pero también constituyó un cierto fracaso en sus objetivos de desarrollo agrario. Tuvo efectos muy negativos sobre la calidad de los suelos, que además comenzaron a sufrir de una paradójica ausencia de agua, y tuvo que ser implementado un complejo sistema de riego.
En este sentido, el biólogo Serafín González (Sociedade Galega de Historia Natural, SGHN) ha analizado las consecuencias de la desecación. Explican que se extinguieron diez especies de aves en A Limia y una a nivel ibérico (el ganso común) y subraya que “no sólo fue un gran desastre ecológico sino que también las consecuencias sociales, económicas y demográficas fueron muy negativas”. González subraya además la deforestación que sufrió todo el entorno, desapareciendo numerosas vegas y vegetación de ribera y un rico paisaje agrario previamente constituido por un mosaico de tierras cultivadas y pastizales con setos arborizados.
Como curiosidad, antes de 1958 fueron varios los proyectos de desecación de la laguna, todos fracasados. El primero de ellos data de 1827, retomado en 1848 y de nuevo en 1854 por los hermanos Mugártegui. En este caso fue la fuerte oposición vecinal la que detuvo las obras antes de comenzar, a través de una carta firmada por 300 cabezas de familia de Porqueira, Rairiz de Veiga, Sandiás, Sarreaus, Vilar de Barrio y Vilar de Santos, preocupados por el efecto negativo que para la ganadería tendría la desaparición de la laguna. Hubo nuevos intentos en 1868, 1874 y de nuevo en 1937 y 1949, pero no pasaron de simples proyectos sobre el papel.
En estas dos imágenes (haz click en la parte central para deslizar el visor) se puede observar como era la Laguna de Antela en el año 1956 y el aspecto que presenta en la actualidad (foto de 2014)
¿Recuperar el humedal?
¿Es posible recuperar la zona húmeda de Antela o parte de ella? ¿Es posible recobrar parte de la biodiversidad que existía en la comarca, así como impulsar la ganadería que se vio perjudicada por la desaparición de la laguna? Desde la SGHN se lleva trabajando desde hace años en esos objetivos, instalando por ejemplo nidos para cigüeñas. De unas pocas parejas de esta especie hace una década se ha pasado en la actualidad a un ciento de aves.
También se apuesta por la recuperación de las vegas y llanuras de inundación que desaparecieron (y que reaparecen en cada temporada de lluvias) y también de la vegetación de ribera y la actividad tradicional de pastoreo. La entidad está llevando a cabo un proyecto en Veiga de Gomareite (Vilar de Barrio), una antigua vega cubierta por las aguas de la Laguna de Antela y que había quedado convertida en un vertedero de basura y escombros. Ahora en parte de esa vega se está desarrollando un proyecto de ganadería en extensivo y se intenta la recuperación de la flora y fauna preexistente.
Desde 1997, cada 2 de febrero se commemora el Día Mundial de los Humedales, en el que se destacan los valores medioambientales de las zonas húmedas, protegidas por la Convención de Ramsar, firmada por España, pero cuyos mandatos no se están cumpliendo. “No es utopía, es necesidad”, destaca la SGHN, que alerta del “colapso hidrológico en A Limia”. “Solo falta que alguien con capacidad de liderazgo y aglutinación de voluntades lance el proceso que devuelva a Galicia y a los gallegos, aunque sea en parte, los valores y funciones que se perdieron cuando se desecó la Laguna de Antela”, afirmó hace años Delmar Blasco (secretario general de la Convención de Ramsar entre 1994 y 2001).
De igual manera, en la obra Recuperación ambiental integral da Limia. Unha utopía necesaria... e posible!, Serafín González y Antonio Villarino concluyen: “En los albores de un nuevo milenio podemos continuar destrozando los retazos naturales que aún subsisten en A Limia e hipotecar definitivamente su futuro económico y ecológico, podemos seguir lamentándonos de la pérdida de un agroecosistema único o podemos, de una vez por todas, comenzar a reparar los antiguos errores y construir las bases de una explotación sostenible de los recursos naturales de A Limia que implica, necesariamente, la regeneración de la dinámica hidrológica y la recuperación del mosaico de zonas húmedas, arborizadas, cultivadas y pastoreadas. ¿A qué esperamos?”.