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Las 81.571 pruebas que reflejan el descontrol y la impunidad en la cúpula de Caja Madrid

Policías vigilan una sede de Caja Madrid, en mayo de 2012.

Belén Carreño

En 2008 estalló una burbuja financiera. Seis años después la sociedad española está siendo testigo de que también era una crisis moral y ética. Ha bajado ya prácticamente la marea y ha salido a flote el grado de corrupción y de falta de ética en la que vivía la élite política y financiera durante los años previos a la recesión. En la bonanza, el dinero lo cubría todo. A punto de tocar la bajamar, han quedado al descubierto el uso alegre y desvergonzado que hacía del dinero, propio y ajeno, la clase dirigente. El CD con los 81.571 extractos de los tarjetas en negro de lo 83 directivos de Caja Madrid y Bankia conforman la mayor base de datos de la fiesta de las cajas. Es el retrato del uso lascivo de un dinero que no existía: opaco fiscalmente, desaparecía en los resquicios del entramado finaciero a cargo de la cuenta de “errores informáticos”. El desagüe de las miserias de la gran entidad financiera de los madrileños.

El escándalo de las tarjetas en negro de Caja Madrid estalló para el gran público el pasado 1 de octubre. Ese día, Anticorrupción decidió enviar a la Audiencia Nacional un informe detallado con una auditoría hecha por Bankia en la que se daba cuenta de un uso continuado y metódico de unas visa que se entregaba a los consejeros y que estaban emitidas “fuera del circuito normal”. En ese momento culminaba una investigación de meses que se había iniciado en el seno del banco nacionalizado a raíz de un correo de Blesa publicado por eldiario.es el 13 de diciembre de 2013. En aquel correo, publicado en exclusiva durante estos diez meses por este medio y al que este diario accedió gracias a una fuente anónima derivada del Partido X, el secretario saliente del consejo de administración informaba al entrante de la existencia de estos sobresueldos que cobraban miembros destacados del consejo y de la comisión de control. Al final, los correos requeridos por el juez Elpidio Silva y paralizados cautelarmente por la Justicia encontraron esta vía de escape en las informaciones periodísticas para que pudieran ser estudiados por los tribunales en busca de un delito.

En este vídeo, el actual presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, explica de forma cronológica y pormenorizada cómo se ha destapado este escándalo:

La investigación interna que inició Bankia ratificaba, punto por punto, lo indicado en ese correo pero iba mucho más allá. Las tarjetas se repartían también a directivos y empleados del banco, como el responsable de sistemas, hasta alcanzar la suma de 86 plásticos emitidos de forma fraudulenta. En total, los beneficiados de estas tarjetas se gastaron en conjunto 15,5 millones de euros que no se declaraban a Hacienda que desaparecían como por arte de magia...hasta ahora.

Desde que se publicó el listado con la relación de nombres las disculpas de los consejeros han pivotado de forma generalizada sobre la endeble coartada de que utilizaban las visas para gastos de representación. La burda disculpa, ya desmontada por el Frob -el Estado al fin y al cabo- se ha desmoronado completamente al salir a la luz el contenido de un preciado CD reenviado por Anticorrupción (con origen en Bankia) con los gastos detalldos por consejero, día, hora y comercio durante casi diez años.

El análisis de estos 81.000 extractos despejan cualquier tipo de duda sobre la finalidad de estos gastos. Los consejeros y altos directivos de Caja Madrid lo utilizaban para blanquear sus gastos personales. Financiaban su tren de vida a cargo de estas tarjetas. Cabe recordar que un gasto neto de 50.000 euros, límite que tenían consejeros como Rato, Blesa, el sindicalista Baquero o los ejecutivos Barcoj y Amat, supondrían en una nómina sobrepasar los 100.000 euros extra. Este dinero llueve sobre mojado, sobre sueldos millonarios (solo Blesa 3,5 millones de euros anuales) que a algunos no les parecían suficiente. Por eso, para los pequeños lujos del día a día, necesitaban su tarjeta en negro.

Da una sensación de que los caprichos de los directivos iban directamente a cargo de la tarjeta. Con razón las asociaciones de consumidores advierten continuamente del frívolo uso que se hace del dinero de plástico. Cuando se aproximaba la Navidad, se multiplicaba el gasto en bolsos de Loewe (Rato 700 euros), en perfumerías (el socialista Romero 318 euros en un Bodybell) y en grandes viajes de fin de año (Estanislao Rodríguez-Ponga exsecretario de Estado de Hacienda alrededor de 25.000 euros). Hay quién no tenía problema para usar su tarjeta en armerías (hasta 4.500 euros de Ricardo Romero de Tejada), en videojuegos (el exsecretario general de UGT más de 500 euros), en lencería (246 euros en Women's Secrets del economista neoliberal Juan Iranzo) o los manolos de 3.800 euros de la fallecida política del Partido Popular Mercedes de la Merced.

Este tipo de gastos junto con las masivas retiradas de efectivo (Spottorno de la Casa Real hasta 51.000 euros; Rato: 17.000 euros; Moral Santín hasta 360.000 euros), no albergan dudas sobre la privacidad de estos desembolsos. Ahora le toca a la Justicia evaluar el calado penal de estas acciones.

Desde el punto de vista de los administradores de la entidad financiera, los indicios de delito que ven desde Anticorrupción son delitos societarios y administración desleal. También apunta a una posible apropiación indebida, por parte de los consejeros. Fiscalmente, los consejeros solo responderían por los últimos cuatro años, es decir, desde 2010 y las cantidades defraudadas no darían, con casi toda probabilidad para llegar a la categoría de delito fiscal. En cualquier caso, y para prevenir esta posibilidad, son muchos los consejeros que están realizando en estos días declaraciones complementarias ante la Agencia Tributaria. Si realizan estos pagos voluntarios antes de que Hacienda les abra un acta de inspeccción puede ser un atenuante a la hora de cobrar los recargos y multas de estas prácticas por el fisco.

Queda la otra derivada, la de responder ante las distintas instituciones que les habían nombrado para representarles en el banco. Por ahora, la cascada de dimisiones ha tocado a casi todas las esferas (excepto a la patronal) pero aún queda por devolver el dinero sustraído a la caja y a Bankia. Además, el Frob se ha erigido como responsable para pedir la devolución de estos 15,5 millones de euros, habida cuenta de que cuando aceptó inyectar los 22.000 millones de euros para rescatar la entidad se “quedó” con este roto en el negocio.

El próximo 16 de octubre, a las 15:00h, Blesa, Rato y Barcoj tendrán que testificar ante el juez Fernando Andreu para explicar la naturaleza y justificación de estas tarjetas. La coartada para la vida de lujo que llevaron 83 personas (al menos tres no la usaron) y que terminaron pagando todos los españoles.

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