Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Así eran los currículos de Bill Gates y Sergey Brin cuando nadie los conocía y trataban de encontrar trabajo

Bill Gates, el segundo hombre más rico del mundo según la revista Forbes (Foto: jurvetson | Flickr)

José Luis Avilés

No nos engañemos: a día de hoy de poco sirve enviar tu currículum a esa empresa para la que siempre quisiste trabajar. Para que esos folios lleguen a manos de la persona adecuada hace falta mucho empeño (como nos demostró el joven desarrollador estadounidense Alexander J. Velicky), grandes dosis de fortuna e incluso algún que otro contacto en el seno de esa compañía. Pero hubo un tiempo en que no era así. Cuando las empresas poseían el capital y la iniciativa necesarios para sumar nuevos miembros a la plantilla, era el currículum el que daba acceso a las entrevistas personales en las que los candidatos se jugaban el todo por el todo.

Incluso los que ahora revisan los currículos de los mejores tuvieron que aglutinar sus méritos en un documento para certificar que estaban preparados para desempeñar aquel trabajo, o aquel otro o incluso aquel de allá. En la actualidad, esos grandes empresarios no necesitarían presentar credenciales ni tan siquiera acudir a una entrevista. Este es el caso de Bill Gates, cofundador de Microsoft, y Sergey Brin, cofundador de Google. Los que ahora son los dos empresarios más poderosos del mundo de la tecnología, como todo hijo de vecino, tuvieron que reunir en unos pocos folios su bagaje profesional para tratar de convencer a algún responsable de recursos humanos.

Quién se lo diría…

Antes de crear la compañía que, aún a día de hoy, le proporciona el sustento a él y a los suyos, Bill Gates también se vio obligado a elaborar su currículum en busca de unos ahorros que le amparasen en su etapa de estudiante. En 1973, cuando tan solo contaba 18 años, el que a la postre sería cofundador de Microsoft presentó este currículum tan peculiar:

Nada más terminar su primer año en la Universidad de Harvard, en cuyos pasillos conoció a Steve Ballmer (quién anunció la semana pasada su renuncia como CEO de Microsoft), Gates no lo dudó y se puso manos a la obra en busca de empleo. En un currículum poco convencional, el ahora segundo hombre más rico del mundo, según la revista Forbes, tan solo exigía un salario base de 15.000 dólares (11.000 euros). Una cantidad muy comedida. Eso sí, aunque tampoco mostraba inconveniente alguno por el desplazamiento que el puesto pudiera ocasionarle, sí que señalaba sus preferencias por ocupar un puesto como analista de sistemas o como desarrollador.

Algo más experimentado

Sin especificar salario mínimo, ni preferencias por las posibles actividades a desarrollar, ni siquiera ciudad en la que podría realizar su cometido, Sergey Brin presentó en 1995 un listado de sus logros en el que ya aparecían diferentes experiencias en el mundo laboral. Desde alguna que otra publicación en Proceeding of Very Large Data Bases, hasta un proyecto que desarrolló junto con Héctor García Molina, su profesor por aquel entonces, para tratar de detectar violaciones de derechos de autor en medios de comunicación digitales.

Además de destacar sus credenciales académicas, el excéntrico informático dejaba claro que era un tipo inquieto y con ambición para iniciar nuevos proyectos. Resulta curioso comprobar como el cofundador de Google se adentraba en una nueva iniciativa para idear un sistema que, en base a las calificaciones que los usuarios diesen a las películas que hubiesen visto, recomendaba otros títulos bien valorados por otros internautas con gustos afines. Brin no cesó en su empeño y meses más tarde intentaría crear un negocio para vender pizzas por fax.

Pese a contar con las aptitudes necesarias y los conocimientos precisos para entrar a formar parte de cualquier empresa, estos dos genios de la tecnología decidieron poner en marcha sus propios proyectos para así poder comandar sus propias compañías. El tiempo dio a Bill Gates y Sergey Brin la razón y ahora nos vuelve a demostrar que, pese a los malos augurios que se ciernen sobre las previsiones económicas y laborales en todo el mundo, cualquiera que busque trabajo tendrá mucho ganado si muestra todo su empeño. Aunque, como dijo el propio Gates: “la vida no es justa, acostúmbrate a esto”.

Etiquetas
stats