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Los ecologistas de Balears celebran 50 años con el temor de un horizonte gobernado por el negacionismo climático

Celebración del 50 aniversario del GOB en el Teatre Principal de Palma.

Nicolás Ribas

Eivissa —

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En los últimos años de las décadas de los 60 y primeros de los 70 estaban teniendo lugar en las Illes Balears los últimos coletazos de un movimiento contracultural, el de los hippies, que cambió para siempre la imagen de las islas de cara al exterior. Unos años después, en 1973, se funda en Mallorca el grupo ecologista más importante de los últimos 50 años en la isla: el Grup Balear d’Ornitologia (GOB), que este martes ha celebrado su aniversario en el Teatre Principal de Palma. El primer boom importante del turismo se había iniciado una década atrás, con Manuel Fraga como ministro de Información y Turismo del régimen franquista, y la influencia del Opus Dei bien asentada en los aparatos del Estado. En el plano internacional, nos situamos en medio de la crisis del petróleo de 1973; en el nacional, el régimen franquista agonizaba a medida que la oposición democrática alzaba su voz.

El GOB fue fundado por un grupo de jóvenes aficionados al excursionismo, inspirados por figuras como el naturalista y divulgador ambiental Félix Rodríguez de la Fuente, con tres objetivos: investigar sobre las aves y sus hábitats, divulgar estos conocimientos y proteger la naturaleza. “Félix Rodríguez de la Fuente fue el primero en dar una información muy atractiva sobre las especies y los espacios naturales”, explica Miquel Rayó, uno de los fundadores del GOB, que destaca que el divulgador y defensor de la naturaleza “influyó mucho” en las generaciones de aquella época. “Íbamos a la montaña con el espíritu no solo de caminar o hacer escalada, sino también para conocer las plantas y aves que había”, cuenta Rayó. Además, asegura el activista, el GOB se crea mientras en Europa, especialmente en Alemania y Francia, empiezan a aparecer los primeros movimientos de carácter ecologista más radical.

El grupo ecologista, sin embargo, mutó rápidamente en algo más grande: ya no solo se trataba de conocer y divulgar la naturaleza, así como las especies que la habitan, sino de detener los proyectos urbanísticos que, en medio del desarrollismo de la Transición española, amenazaban con destruir parajes de indudable valor ecológico. Una de las primeras luchas, que no fue protagonizada por el GOB en un primer momento, evitó que el islote de sa Dragonera se convirtiera en una urbanización de lujo. “La ocupación del islote por parte de colectivos de carácter ácrata fue muy importante y nos puso un ejemplo de un modelo que había que seguir: si no había repercusión en la prensa, los temas a menudo pasaban desapercibidos”, recuerda Rayó.

Contra un proyecto de lujo en un islote

La movilización que hubo entre 1977 y 1981 en contra de la especulación fue protagonizada por hippies, libertarios, anarquistas e intelectuales, entre otros, según explicó a elDiario.es el fotógrafo Eduard Miralles, quien participó en las movilizaciones de la sociedad mallorquina. Si no hubiera sido por esta movilización social, sa Dragonera hoy sería, probablemente, un gran resort de lujo, en palabras de Xavier Pastor, dirigente del GOB en aquella época. La última gran manifestación a favor de preservar el islote fue el 29 de agosto de 1981. La movilización social se disolvió, mientras que los ecologistas continuaron la batalla a través de los tribunales, que finalmente les dieron la razón: el islote no sería urbanizado.

Sa Dragonera es hábitat de diversas colonias de pájaros, entre las cuales destaca el halcón de Eleonora o falcó marí (que también se puede observar en Cabrera y zonas de la Serra de Tramuntana), pero también otras especies, como la pardela cenicienta o virot, la pardela balear o virot petit (en peligro crítico de extinción, principalmente, por capturas accidentales en artes de pesca, contaminación de plásticos y porque son víctimas de depredadores como gatos y ratas), el paíño o noneta, el cormorán o corb marí y la gaviota de Audouin o gavina roja. “Es un lugar de paso para la migración de aves muy importante, tanto durante la primavera como durante el otoño”, explica Manolo Suárez, ornitólogo del GOB. “La pardela balear es una especie que ha descendido una barbaridad y que necesita urgentemente medidas muy importantes para su conservación”, subraya Suárez. En el islote también vive una especie endémica como la subespecie de la lagartija balear.

Algunas de estas aves son, además, muy sensibles al ruido de las fiestas en los barcos o a determinadas actividades náuticas, que además están prohibidas en algunas zonas protegidas para evitar impactos negativos. “Muchas de estas fiestas son organizadas por gente de fuera para turistas, que en muchos casos desconocen realmente los impactos que causan”, cuenta Suárez. El ornitólogo, sin embargo, recuerda que es función de las administraciones evitar que estas fiestas se hagan en los lugares y momentos inadecuados. “Es importante dar a conocer el problema y que luego las autoridades respondan y actúen en consecuencia”, recalca.

En este sentido, defiende que uno de los proyectos de conservación más importantes que ha realizado el grupo ecologista ha sido la recuperación del ave milano. “Nos dimos cuenta de que la población estaba en grave peligro ya que había muy pocas parejas reproductoras”, lamenta. El GOB impulsó un proyecto con las administraciones públicas y otras organizaciones que permitió identificar y actuar sobre los problemas ofreciendo soluciones. “Creo que es un ejemplo de cómo se tienen que hacer las cosas para recuperar una especie que se encuentra en peligro”, dice Suárez sobre esta especie que habita y nidifica en prácticamente cualquier zona de la isla.

“Los objetivos que siempre nos hemos planteado son de carácter social: no ganábamos nada con la protección de sa Dragonera, pero creemos que son valores que valen la pena”, resume Rayó, uno de los fundadores: conocer, divulgar y proteger los elementos naturales de los impactos de la acción humana. Por este motivo, asegura, las razones para la fundación del GOB continúan vigentes. “Sabíamos que si no protegíamos los espacios naturales no podríamos seguir observando las aves que tanto nos gustaban”, afirma. El veterano activista recuerda que hacían excursiones al campo -antes de la fundación del grupo- donde veían cómo desaparecía el buitre negro de las montañas que visitaban -solo quedaban 15 o 20 ejemplares- o los intentos de construcción en s’Albufera de Mallorca. Y en según qué playas ya había una importante ocupación turística.

Esta serie de factores -el fenómeno Félix Rodríguez de la Fuente o el desarrollo turístico- condujeron a la fundación del grupo ecologista en 1973. Unido a las causas mencionadas, otra anécdota más que Rayó sitúa entre los ‘detonantes’: una película-documental de la BBC, en 1968, titulada Majorca observed, cuyo texto estaba escrito por el escritor británico Robert Graves, que vivió un tiempo en el pueblo bucólico de Deià. Curiosamente, ahora es un escenario más de la especulación inmobiliaria. “La película hablaba de una Mallorca rural y natural, de las especies de aves que había, pero también de las primeras consecuencias del turismo de masas”, sostiene Rayó.

Mucho tiempo después, en 1991, el gobierno autonómico de Gabriel Cañellas (Alianza Popular y PP) aprobó la Ley de Espacios Naturales (LEN) que, aunque dejó sin protección la mayor parte del actual Parc Natural de ses Salines d’Eivissa i Formentera, supuso, en palabras de Rayó, “otro punto de inflexión porque se consiguió que muchos espacios naturales relevantes de las Balears estuvieran protegidas por ley”. A partir de este momento, el trabajo del GOB adquiere una nueva dimensión: otros temas de preocupación social como la energía, la gestión de los residuos o las políticas del agua empiezan a formar parte de la agenda. En estos momentos, el mayor reto está en cómo abordar la crisis climática.

“El cambio climático está afectando a todas las especies”, afirma Suárez, ornitólogo de los ecologistas. Las especies se pueden adaptar, pero también puede ocurrir que los cambios que afectan al hábitat en el que en el que viven sean demasiado rápidos y no se puedan adaptar“, detalla. Es el caso, por ejemplo, del roquero rojo, un tipo de túrdido que vive en zonas montañosas, alrededor de los 1.000 metros de altitud. ”El aumento de las temperaturas seguramente esté ocasionando problemas“, señala Suárez, aunque matiza que falta información, por lo que falta por hacer muchos proyectos de seguimiento de aves.

Negacionismo climático

En el horizonte más cercano, el GOB ha alertado de los retrocesos ecosociales que se desprenden del programa de gobierno del PP balear. “Cuando hablan de territorio y lo vinculan con la vivienda, es porque tienen claro que su solución es no regular en absoluto el mercado del alquiler ni de compraventa, sino sencillamente permitir construir más”, apunta Margalida Ramis, portavoz de los ecologistas, en referencia a que el Ejecutivo que lidera Marga Prohens ha desgajado la anterior Conselleria de Medio Ambiente y Territorio. Ahora la primera pasa a un segundo plano, integrada en la cartera de Agricultura, Pesca y Medio Natural, mientras que la segunda se integra junto a las competencias en materia de vivienda y movilidad.

La portavoz del GOB cree que las intenciones del nuevo Govern conservador, muy influenciado por el paso que le va marcando la agenda de la extrema derecha, están muy claras “desde el minuto cero”. “En el discurso de investidura, quedó claro que todo va en clave de negocio”, lamenta Ramis. Pone como ejemplo la Conselleria del Mar, de reciente creación, que según el GOB, estará al servicio de los chiringuitos de playas y las actividades náuticas.

“El medio ambiente queda relegado en un ámbito de una conselleria que lleva una persona que ha sido miembro de Asaja, uno de los principales opositores a las figuras de protección de las ZEPA y del Parc de Llevant”, apunta la portavoz ecologista, que considera el giro del PP, con el acuerdo con Vox, es “muy opuesto a las tendencias que se empezaban a vislumbrar, que ya eran bastante lentas”, defiende Ramis, en referencia a algunos cambios que se han llevado a cabo en la economía en las dos legislaturas anteriores de gobiernos progresistas. “Se empezó a hablar de límites, de la necesidad de plantear opciones de decrecimiento turístico, algún tipo de moratoria… El discurso, sin embargo, es intentar reprender, sin complejos, la política más liberal que hemos tenido nunca en Balears”, advierte Ramis.

Se empezó a hablar de límites, de la necesidad de plantear opciones de decrecimiento turístico, algún tipo de moratoria… El discurso [del nuevo Govern del PP] es intentar reprender, sin complejos, la política más liberal que hemos tenido nunca en Balears

Margalida Ramis Portavoz del GOB

En un contexto en que, según el GOB, el PP y Vox niegan y/o ignoran la crisis climática, ‘abducidos’ por la ideología de la no intervención en el mercado, “tocará hacer oposición, confrontar y blindar los avances que se han hecho y seguir evidenciando, a nivel social, o ecosocial, qué implican estas políticas”, encaminadas a dar todas las facilidades a las inversiones y negocios privados. Un discurso negacionista que, además, choca frontalmente con las posiciones ecologistas más moderadas que defienden las instituciones europeas, que buscan alcanzar la denominada circularidad en la economía, así como la transición energética, y una mayor sostenibilidad. “La crisis climática es una evidencia científica, no es una cuestión de ideología, pero para ellos es una cuestión de ‘chorradas ideológicas’. Es una irresponsabilidad brutal”, lamenta Ramis.

El cambio radical que supone el Govern del PP apoyado por Vox, en contraposición a las dos coaliciones de izquierdas, también se hará visible, opinan en el GOB, en dos de las iniciativas más importantes de las cuales han participado: la Asamblea Ciudadana por el Clima y la primera iniciativa legislativa popular (ILP) de Bienestar de las Generaciones Presentes y Futuras aprobada en un parlamento autonómico, a propuesta de los ecologistas.

“Ellos deslegitiman y menosprecian totalmente estas herramientas de democracia deliberativa”, afirma la portavoz ecologista. “Cuando llevamos la ILP al Parlament, Vox utilizó la palabra ‘democracia’ para ir en contra de nuestra propuesta”, indica Ramis. “Plantean y materializan exactamente lo contrario”, asegura en referencia a los ultraderechistas. La activista ecologista reconoce que serán años muy difíciles para los movimientos sociales. “Tenemos que ver cómo evidenciamos que estas políticas no están pensadas para el 99% de la gente”, concluye.

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