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Los aviones iraníes son 'ataúdes voladores' por decisión de Estados Unidos

Familiares de los pasajeros del vuelo de Aseman Airlines accidentado el 18 de febrero y en el que murieron sus 66 ocupantes.

Javier Biosca Azcoiti

El vuelo 3705 de Aseman Airlines, la tercera compañía más grande Irán, salió de la capital el 18 de febrero a las ocho de la mañana en dirección a Yasuj, a 560 kilómetros al sur. Un trayecto que la compañía hace a diario. Cerca de su destino, el avión desapareció del radar. La aeronave se estrelló en una zona montañosa por las malas condiciones meteorológicas –según la televisión oficial– y no sobrevivió nadie. 66 muertos.

Pero además del mal tiempo, el fatal accidente del vuelo 3705 está relacionado con algo que ocurre en Washington cada mes de marzo desde 1995: la renovación anual de la declaración del estado de emergencia en las relaciones con Irán anunciada por el expresidente Bill Clinton y en base a la cual se prohibió toda inversión y comercio estadounidense con el país del Golfo Pérsico.

Desde el endurecimiento de las sanciones anunciado por Clinton en 1995, 1.700 personas han muerto en accidentes aéreos –unos 200 accidentes–, según recoge el reciente informe del investigador Kenneth Katzman para los miembros del Congreso de EEUU titulado Sanciones a IránSanciones a Irán.

Las sanciones impuestas desde 1995 han dejado a Irán con una flota de aviones viejos que incluso tienen prohibido operar en la UE por su escasa seguridad y que en el país se conocen como 'ataúdes voladores'. “Los accidentes aéreos pueden tener muchas causas, pero la vejez de los aviones puede ser una de ellas, claro”, señala Katzman a eldiario.es.

El avión de hélices ATR-72 que se estrelló el 18 de febrero tenía 20 años y se había vuelto a incorporar a la flota de la compañía hacía dos meses tras pasar siete años de reparaciones, según informó un medio local. Otras informaciones apuntan a que incluso el piloto, Hojjatallah Foulad, también fallecido, fue tratado como héroe nacional en 2013 tras realizar un exitoso aterrizaje de emergencia en el mismo aeropuerto al que se dirigía el día del accidente.

Las sanciones no solo impiden la compra de aviones estadounidenses, sino cualquier avión que tenga un 10% de producción estadounidense, cosa que ocurre en los fabricantes europeos. Además, las restricciones impuestas a servicios bancarios y financieros dificultan a Irán cualquier compra con un coste elevado.

La explicación estadounidense para dañar el servicio de aviación civil iraní es que “se considera que Irán podría utilizar esa tecnología avanzada para su programa nuclear. Se llama tecnología de doble uso”, explica Katzman.

Las sanciones impuestas en 1995 no impedían, sin embargo, la venta de recambios de aviones bajo licencia individual, aunque se han concedido muy pocas. Durante el proceso de negociación del acuerdo nuclear con Irán, Obama ordenó aplicar “una política de licencias favorable” para facilitar el progreso de las mismas.

Una vez se verificó que Irán estaba cumpliendo lo acordado en el pacto nuclear firmado en 2015, Estados Unidos permitió, también bajo licencia concedida tras un estudio individual, la venta de aviones completos a compañías iraníes.

En abril de 2017, Aseman Airlines, la compañía del avión accidentado, firmó un principio de acuerdo para comprar al menos 30 Boeing MAX, pero EEUU todavía no se ha pronunciado sobre la licencia. En febrero de 2016, Iran Air –sacado de la lista de sanciones el día de implementación– anunció la compra de 118 Airbus comerciales por un valor de 27.000 millones de dólares y parte de la entrega se completó en julio de 2017.

Iran Air también ha firmado otro acuerdo con Boeing para la compra de 80 aviones de pasajeros y el alquiler de otros 29 por un valor de 17.000 millones. Otras dos compañías iraníes están a la espera de la licencia correspondiente para comprar 73 aviones más. Según la embajada de Irán en España, hasta la fecha solo se han incorporado 10 aviones nuevos a la flota iraní.

Igual que el ahora fallecido piloto del vuelo 3705 de Aseman Airlines, el capitán Houshang Shahbazi también fue felicitado cuando logró aterrizar su viejo avión de 40 años sin la rueda de aterrizaje de la parte frontal del avión. Shahbazi ha luchado por el levantamiento de las sanciones, a las que acusa de la elevada siniestralidad en los vuelos iraníes. “Cada vuelo puede ser nuestro último”, declaró a the New York Times. El incidente de Shahbazi fue grabado en vídeo.

Llevará su tiempo, pero Irán renovará su vieja flota de 'ataúdes voladores', a menos que el presidente Donald Trump decida lo contrario. Trump ha fijado el mes de mayo como fecha límite para renegociar con Europa lo que para él es un mal acuerdo con Irán o, de lo contrario, ha declarado que volverá a imponer las sanciones previas al acuerdo.

En este sentido, la Cámara de Representantes de EEUU ha votado en dos ocasiones como medida de presión a favor de volver a prohibir la venta de aviones a Irán y suspender los acuerdos comerciales en marcha, pero estas medidas no se han puesto en práctica. La última de estas votaciones, en septiembre de 2017, fue propuesta por el congresista republicano Peter Roskam, quien alegó que la compañía Iran Air está utilizando aviones comerciales para transportar combatientes y armamento a Siria.

Roskam hizo referencia a fotos publicadas por el think tank conservador Foundation for Defense of Democracies en las que aparecen supuestos combatientes de la Guardia Revolucionaria de Irán en aviones de pasajeros de Iran Air con destino a Siria.

Otras consecuencias humanitarias

Pero la aviación no ha sido el único sector civil damnificado. La adquisición de alimentos y medicinas también es complicada. “Estados Unidos permitía sin licencia la venta de medicinas y alimentos, pero no lo financiaba, con lo que era muy difícil poder comprarlos”, explica el analista del Congreso. “En un momento de las sanciones, Irán se vio obligado a importar medicamentos en maletas”, informa a eldiario.es el gabinete del embajador iraní en España.

Al igual que ocurrió en 2014 con la flexibilización en la emisión de licencias ordenada por Obama, el presidente estadounidense también facilitó los canales para que Irán pudiese acceder a medicinas y alimentos, algo que hasta entonces era muy complejo y había generado escasez e inflación.

“Mi tío, diagnosticado de cáncer, estaba recibiendo quimioterapia cuando su prescripción original fue sustituida por una versión india. Los efectos secundarios fueron tan malos para él que su esposa se vio obligada a hacer un viaje de tres horas todas las semanas para comprar la versión europea en el mercado negro con un precio multiplicado por cuatro”, escribió en 2014 la escritora irano-estadounidense Beheshteh Farshneshani en the New York Times.

No hay que confundir las sanciones impuestas a Irán por Estados Unidos, por la Unión Europea o por la ONU. Las sanciones de Estados Unidos son, con diferencia, las más duras, ya que además de prohibir el comercio y la inversión también sancionan a las empresas extranjeras que hagan negocio con el sector energético de Irán y exigen a sus representantes en las instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial, votar en contra de posibles créditos concedidos a Irán.

Las sanciones de la ONU y la UE a Irán nunca han prohibido el comercio y la inversión civil en el país del Golfo Pérsico.

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