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El Brexit, otra vez al borde del precipicio: “Esto es como cuando quieres que tu hijo se coma la verdura”

El primer ministro británico, Boris Johnson, en un mercado de pescado.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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“Esto es como cuando quieres que tus hijos se coman las verduras”, explica un diplomático europeo: “Tienes que mezclarlo con plátano, con frutas, tienes que inventarte cómo. Pero tienes que conseguir que se las coma. En otras palabras, hay que buscar otros caminos para llegar a Roma”. Así explican las fuentes comunitarias en Bruselas el estado de las negociaciones para la relación con Reino Unido tras el Brexit, fundamentalmente bloqueadas por tres asuntos: la pesca, el método para resolver conflictos y el juego limpio –level playing field–, que fundamentalmente tiene que ver con que no haya en Reino Unido ayudas de Estado o ventajas laborales, sociales o medioambientales que no existen en la UE.

Este jueves y viernes hay cumbre de líderes de la UE en Bruselas. Un Consejo Europeo pensado para ratificar el acuerdo de relación futura con Reino Unido a partir del 1 de enero de 2021, después de que dejara la UE el 31 de enero de 2020 y se haya dedicado todo este año a unas negociaciones que han avanzado poco. Y este miércoles por la noche han hablado el primer ministro británico, Boris Johnson; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

“Los líderes han discutido el estado más reciente de las negociaciones sobre nuestra futura relación con la UE, antes del Consejo Europeo de octubre”, han explicado fuentes del Gobierno británico: “El primer ministro ha señalado la conveniencia de un acuerdo, pero ha expresado su decepción por el hecho de que no se hayan logrado más avances en las últimas dos semanas. El primer ministro ha dicho que esperaba con interés conocer el resultado del Consejo Europeo y que reflexionaría antes de exponer los próximos pasos del Reino Unido a la luz de su declaración del 7 de septiembre [en la que fijaba el 15 de octubre como fecha límite para un acuerdo]”.

“Hemos hablado del Brexit con Boris Johnson la víspera del Consejo Europeo, y hemos vuelto a presionar para que se avance en la mesa de negociación”, ha tuiteado Michel. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha afirmado: “Hemos hecho balance de negociaciones con Reino Unido. La UE está trabajando en un acuerdo, pero no a cualquier precio. Las condiciones deben ser adecuadas en materia de pesca, igualdad de condiciones y gobernanza. Aún queda mucho trabajo por delante”.

“Ha llegado la hora de que Reino Unido enseñe sus cartas”, retaba el presidente del Consejo Europeo en los últimos días. Y es que en Bruselas crece el hartazgo y el aburrimiento de un asunto que lleva ocupando muchas energías y dinero desde el referéndum del Brexit, en junio de 2016. Y, ahora, en medio de una pandemia.

“El Gobierno británico llegó con un programa, y estamos para cumplirlo”, dicen fuentes de Downing Street para defender su posición, aun a riesgo de querer reescribir el propio acuerdo de salida de la UE, como ocurre con la ley de Mercado Interior, por el que Bruselas ha iniciado la vía judicial contra Londres por violar los acuerdos firmados como el propio Gobierno británico reconoció en sede parlamentaria.

Las fuentes británicas trasmiten pesimismo en la esperanza de llegar a un acuerdo que, si no es de aquí a finales de octubre o principios de noviembre, hace muy difícil su tramitación parlamentaria antes de que acabe el año y pueda entrar en vigor el 1 de enero.

Y ahí es done entra el plan B. En Bruselas siempre hay más de un plan. Y el plan B es intentar cerrar un acuerdo de mínimos para que entre en vigor el 1 de enero, que luego pueda mejorarse y enriquecerse. “Pero eso ya sería con el tiempo”, reconocen en Bruselas, “estamos muy, muy cansados de esto. Ahora tenemos que llegar a un acuerdo porque Europa, con la pandemia, la crisis sanitaria y económica, no puede permitirse una incertidumbre añadida. Pero si hay que mejorar el acuerdo, habrá que dejar un tiempo para retomar las negociaciones”.

“Es que es un asunto de política nacional en Reino Unido”, explica otra fuente diplomática, “y así se hace muy difícil negociar. Yo ya ni me atrevo a prever qué puede pasar, porque lo más fácil es equivocarse”.

Los principales asuntos de desacuerdo siguen siendo los mismos desde hace meses. A pesar de las conversaciones en los últimos días del primer ministro británico, Boris Johnson, con líderes europeos como la canciller alemana, Angela Merkel, o el presidente francés, Emmanuel Macron.

Al margen del protocolo de Irlanda del Norte, que el Gobierno británico quiere saltarse después de haberlo firmado por miedo a que las dos irlandas compartan auduana y mercado interior mientras que la isla de Gran Bretaña se quede fuera, se encuentran la pesa, la gobernanza y el level playing field.

“Todavía existen diferencias”, reconocen fuentes británicas, “y la pesca es la más importante. Necesitamos aclarar el fondo y no tener un texto común sobre el que trabajar ha hecho que el avance en las negociaciones sea doblemente difícil. La declaración del primer ministro del 7 de septiembre fue muy clara sobre la importancia del 15 de octubre. Tendrá que tomar una decisión sobre los próximos pasos después del Consejo Europeo”. Los británicos, en efecto, se quejan de que la UE fundamente las negociaciones en textos ya aprobados, como el acuerdo de retirada o la declaración política sin introducir nuevos documentos legales.

“Siempre lo digo”, insiste una fuente diplomática, “pero uno recuerda las anécdotas de cuando era joven. Un viejo diplomático siempre decía que la pesca sin mercado donde venderla no es más que un deporte”. Es decir, que la negativa de Reino Unido a dejar que los barcos españoles, franceses u holandeses faenen en sus mares, tiene como consecuencia que los pescadores británicos no podrán vender sus bacalaos en la Unión Europea. “La pesca es muy compleja, afecta a varios países y no todos de la misma manera”, abunda una fuente diplomática, “y los 27 están unidos también en esto. Sabemos que la cuotas no pueden ser las mismas antes que después del Brexit, pero hay que llegar a un acuerdo”.

“Tenemos es que encontrar una solución que sea sostenible”, dicen fuentes del Gobierno español: “La pesca es una cuestión de compartir un ámbito pesquero muy tradicional, muy importante, para algunos más que para otros en términos sociales. Pero en términos de pesca es importante. Nosotros tenemos además muchos intereses cruzados. Tanto lo que pescamos como lo que recibimos de las exportaciones desde el Reino Unido a nuestro mercado interior de pesca. La pesca es un mundo muy especial en el que es tan importante pescar como comprar la pesca”.

En cuanto al asunto de la gobernanza: “Se trata de evitar el modelo suizo”, dice una fuente diplomática en relación al acuerdo comercial con la Confederación Helvética: “Un modelo que se ha demostrado muy complicado de gestionar por la Comisión Europea y por los Estados, en el que tener 25 mesas distintas para abordar la relación lo único que hace es complicar la relación y convertir el mercadeo en una especie de política permanente. Eso no puede ser”.

“Lo que no ha sido sano es ese debate anglobritánico de que la soberanía consiste no en negociar un acuerdo”, tercia una fuente comunitaria, “sino en que el otro diga lo mismo que tú. Eso es un malentendido de lo que es la soberanía. Cuando un gobierno te dice en una mesa negociación que ha hecho el Brexit para ser soberano y acto seguido te dice que como es soberano lo que tienes que hacer es lo que te diga, pues entonces me parece que hay un malentendido sobre en qué consiste la soberanía”.

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