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Europa colabora con el lavado de imagen de Emiratos Árabes Unidos

Presentación de un coche Jaguar en Abu Dhabi / Foto: Flickr Jaguar Mena

Irene Castro

“El nuevo polo mundial emergente”, “primer socio comercial” o el salvador, a través de los fondos soberanos que tiene en su poder del “sistema financiero mundial y europeo en respuesta a la crisis”. Eso es para la Unión Europea la región del Golfo, donde se encuentra Emiratos Árabes Unidos. En su informe sobre las relaciones de la UE con el Consejo de Cooperación del Golfo, los veintisiete mencionan en un segundo plano la vulneración de los derechos en la zona, las “precarias e inaceptables” condiciones de los trabajadores migrantes o la inexistencia de un Parlamento electo en los seis países que integran el Consejo.

A pesar de que para la Unión Europea “la inclusión de cláusulas políticas, en particular las relativas al respeto de los derechos humanos, son parte integral de cualquier acuerdo comercial celebrado con un tercer país”, las buenas intenciones parecen haber quedado en papel mojado en el caso de Emiratos Árabes Unidos, que se ha convertido en uno de sus principales socios comerciales, sin importar su cuestionable política interior.

Para España la relación con Emiratos, impulsada desde las más altas esferas del Estado y en la que hasta ha participado supuestamente la “amiga entrañable” del rey, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, supuso en 2012 unos ingresos de 1.512 millones euros. Sin embargo, organizaciones como Amnistía Internacional denuncian al mismo tiempo la violación de derechos humanos por el país que se ha convertido en el segundo destino de nuestras exportaciones. Las mujeres están discriminadas, los trabajadores inmigrantes sufren explotación, la pena de muerte está vigente, hay denuncias sistemáticas de tortura y se vulnera la libertad de expresión.

El Parlamento Europeo, con el apoyo de varios eurodiputados españoles, planteó premiar a Emiratos Árabes Unidos a través de la política de visados. En ese momento, una ciudadana noruega había sido condenada a 16 meses de cárcel por consumo de alcohol, conducta indecorosa y mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, cuando en realidad la había violado su compañero de trabajo.

Tan solo unos días antes de que los parlamentarios defendieran que la exención de visado para los ciudadanos de Emiratos supondría unos 50.000 millones de euros para las arcas europeas, 69 personas fueron condenadas a prisión en lo que asociaciones de defensa de los derechos humanos calificaron de “juicios sin garantías” por ejercer su derecho a la libertad de expresión y de asociación. Según Amnistía Internacional, los detenidos fueron torturados y les imputaron delitos como “asociación con un grupo que pretendía derrocar el sistema político del país”.

Marketing para lavar la imagen del país

Pero estas noticias apenas tienen impacto en la opinión pública europea y mucho menos en la acción política exterior con el país del Golfo. Emiratos Árabes Unidos, a través de su atractivo desarrollo económico, está llevando a cabo una excelente campaña de marketing para dar buena imagen.

Una de las herramientas que utiliza es la promoción de grandes eventos deportivos con los que llega a millones de personas en todo el mundo, que se quedan con la impresión de que se trata de un país poderoso, pero que no llegan a ver más allá, porque su otra realidad queda oculta gracias a la opulencia del régimen.

Uno de los ejemplos más claros es el del Manchester City, el quipo de fútbol que compró en 2008 el exprimer ministro de Abu Dhabi, Sheik Mansour. El presidente del club es Khaldoon al-Mubarak, un importante hombre de negocios que preside la Autoridad de Asuntos Ejecutivos, el organismo responsable de aconsejar al país en materia de imagen internacional, según publica el diario británico The Guardian.

La ONG Human Rights Watch ha denunciado que la compra del equipo de la Premier League facilita al emirato “construir una imagen pública de ser un Estado del Golfo progresista y dinámico, y esto desvía la atención de lo que realmente sucede en el país”. Uno de los miembros de la organización, Nicholas McGeehan, asegura en The Guardian que el club “está siendo utilizado como un vehículo para promover la imagen de marca y lavar eficazmente la reputación de un país que perpretra graves abusos de los derechos humanos”. “Eso debería ser motivo de preocupación para los aficionados al fútbol, así como las organizaciones de derechos humanos”. Nada más lejos de la realidad.

Tampoco en España se ha planteado este debate cuando la compañía Emirates Airlines, propiedad del Gobierno de Dubai, ha comprado los derechos para que 'Fly Emirates' aparezca en la camiseta del Real Madrid. El precio por esconder las violaciones que se perpetran en el país solo le costará a la capital comercial de la región 150 millones de euros que abonará al equipo de Florentino Pérez.

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