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La huelga de profesores paraliza Polonia y se convierte en símbolo contra el gobierno conservador

Una escuela primaria en la ciudad de Gdansk con un cartel de 'huelga' sobre la valla exterior el pasado 8 de abril.

Zuzanna Ziomecka (Gazeta Wyborcza)

Varsovia —

Todo comenzó con el 30% que tres sindicatos negociaban con el Ministerio de Educación como incremento salarial para los docentes. El Gobierno concedió el 15%, pero solo un sindicato, Solidaridad, lo aceptó. Los dos principales (el Sindicato Polaco de Maestros, o ZNP; y el Foro de Sindicatos) rechazaron la oferta y comenzaron el 8 de abril una huelga nacional de maestros que ha afectado a más del 70% de las escuelas públicas en todo el país.

El desafío creció conforme avanzaba una semana en la que también se celebraban tres días de exámenes finales para los estudiantes de último año de secundaria. Para coordinar las pruebas de las escuelas en huelga, hubo que contratar a profesionales con algún título en docencia. Muchos temen ahora que los exámenes carezcan de validez por haber sido controlados por coordinadores sin experiencia. Los exámenes finales para los alumnos de octavo grado corren el mismo riesgo.

Según una encuesta para el periódico polaco Gazeta Wybrocza, la mayoría de los ciudadanos apoya la huelga: un 53% a favor, frente a un 43% en contra. El porcentaje de respuestas positivas es mayor aún (57%) cuando se pregunta a los ciudadanos si apoyan una mejora del 30% en el sueldo de los maestros.

No es extraño que la mayoría de los que apoyan la huelga resida en las grandes ciudades y sea simpatizante de la izquierda y de la Coalición Europea (Koalicja Europejska), una alianza de partidos opositores. Sólo el 19% de los que apoyan la huelga vota al gobernante Partido Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco).

En los medios de comunicación públicos y controlados por el Gobierno, la huelga se presenta como un tira y afloja por dinero donde los estudiantes han quedado como rehenes de una pelea política. Los titulares de los telediarios en las cadenas públicas socavan la reputación de los profesores en huelga hablando de privilegios y de una moral muy sospechosa. “¿Con todo el tiempo que tienen de vacaciones y todavía se quejan?”, dicen. El sindicato Solidaridad es el que recibe los elogios por priorizar a los niños, “porque los valores de Solidaridad son muy diferentes”.

Mientras tanto, los ciudadanos que apoyan la huelga están encontrando ingeniosas y prácticas maneras de expresar su respaldo a los maestros. El objetivo aparente es aumentar los salarios de los docentes, pero por debajo de ese apoyo hay un sentimiento compartido por ciudadanos que rechazan al Gobierno actual y se unen a la causa de los huelguistas como una forma de protestar.

El gobierno del PiS elige con mucho cuidado a qué organizaciones sociales van a parar los ingresos que vienen de impuestos estatales y financiación europea. Sin molestarse en fingir un reparto equilibrado de los fondos, el PiS se dedica a premiar a los grupos donde tiene un alto potencial de votos. Desde que llegó al poder en 2015, asigna o promete fondos a familias tradicionales, organizaciones católicas, agricultores y a jubilados. Quedan fuera los profesionales, los educadores, las minorías y los cuidadores.

Ante la inminencia de las elecciones polacas y europeas, la huelga de maestros ha surgido como una oportunidad para agruparse en torno a valores comunes en vez de en partidos políticos. La unión de la sociedad civil en defensa de los docentes ha provocado que votantes de diferente signo político se pongan de acuerdo con una visión de futuro compartida, basada en el respeto a los profesionales y en una educación de calidad. Al otro lado de la mesa, la inflexibilidad del Gobierno podría marcar el comienzo de una nueva agenda política, capaz de unir a los simpatizantes de los distintos partidos de oposición.

Una nueva Solidaridad

La ministra de Educación, Anna Zalewska, anunció el 12 de abril que pagar el salario de los docentes en huelga iba contra la ley (según el director del sindicato de maestros ZNP, Sławomir Broniarz, cada maestro podía perder unos 23 euros por día de huelga).

En un artículo publicado el 8 de abril en Gazeta Wyborcza, el periodista y activista Wojciech Maziarski instó a la sociedad civil a dar un paso al frente: “Es hora de recordar los años 80, cuando nos levantamos de forma solidaria contra un gobierno dictatorial y formamos un movimiento que así se llamaba: Solidaridad. Hoy no podemos contar con el sindicato que lleva ese nombre porque se ha convertido en un aliado del Gobierno, pero tampoco lo necesitamos. Podemos arreglarnos solos”.

Respondiendo a la llamada a la acción, el comité 'Apoyo a los Maestros' (Wspieram Nauczycieli) se reunió días después para supervisar la creación de una caja de resistencia. Además de los dos sindicatos de maestros en huelga y de Maziarski, entre los cargos de ese comité hay activistas, educadores, líderes empresariales y artistas como la escritora y ganadora del premio Booker Olga Tokarczuk. El comité ayudará a repartir los fondos donados de una manera equitativa entre los maestros que más lo necesiten.

Hasta el domingo 12 de abril, la caja había recibido donaciones por más de 700.000 euros. Entregar dinero al fondo es una declaración de apoyo a los maestros en huelga pero también una forma de protestar contra el partido gobernante. Las redes sociales se han convertido en la nueva plaza pública donde estos gestos tienen lugar.

Un motín financiado por el establishment

En un irónico giro del destino, gran parte del dinero recaudado para los huelguistas viene de fondos que el PiS distribuye en programas sociales diseñados para asegurarse apoyos políticos.

Jaroslaw Kaczyński, líder del PiS, dijo a principios de año que todos los jubilados recibirían una pensión extra antes de las elecciones al Parlamento Europeo. Llamado 'el regalo de Jaroslaw' o la 'decimotercera pensión', se trata de un pago que en la oposición consideran como una compra de votos.

Cuando se creó la caja de resistencia del comité 'Apoyo a los Maestros', dos notables figuras públicas anunciaron en las redes sociales que donaban una cantidad equivalente a esa 'decimotercera pensión'. “Supe desde el principio que iba a donar mi 'decimotercera'”, escribió Krzysztof Podemski, sociólogo de la Universidad de Adam Mickiewicz en Poznan. “El Gobierno sabe que la forma más sencilla de aplastar un motín es la asfixia económica. Tenemos que evitar que eso ocurra. No robé este dinero, pero se lo estoy devolviendo a la sociedad. Hagamos sentir el poder de los ancianos”, escribió también Podemski, que donó unos 208 euros.

Grzegorz Gauden, exdirector del Instituto Literario de Polonia, también entregó su decimotercera pensión. “Estoy retirado. Este dinero fue robado a los jubilados del futuro para comprar hoy nuestros votos. Debería ir a los que están luchando por el futuro de Polonia, a los profesores”, escribió en Facebook.

Pero la donación más generosa a la caja de resistencia vino de Paula Bruszewska y su marido, fundadores de Zwolnieniezteaorii.pl ('Eximidos de la teoría'), una ONG que educa a niños y profesores para que aprendan a ejecutar proyectos diseñados por ellos mismos. Entregaron unos 25.000 euros, exactamente lo mismo que recibiría a lo largo de los años del programa oficial '500 más', una ayuda mensual a familias con más de un hijo. El '500 más' fue la promesa de campaña más popular del PiS y fue puesta en marcha poco después de llegar al poder. Sin incluir al primogénito, asigna unos 118 euros al mes por niño nacido y hasta su 18 cumpleaños (el segundo hijo de Bruszewski tiene 4 meses de edad).

El periódico Gazeta Wyborcza también apoya la caja de resistencia: lo que se recaude por suscripciones digitales durante la huelga será donado en su integridad al comité 'Apoyo a los maestros'.

Pizza gratis y advertencias varias

El apoyo a los maestros viene de académicos, artistas, personajes famosos y trabajadores de diferentes sectores con marchas y cartas a los colegios que luego son publicadas en Internet. También hay muchos pequeños gestos, como el del propietario de una pizzería que en vez de un ticket por el importe de la pizza envió una nota con el mensaje “Apoyamos la huelga de los maestros, la pizza va por cuenta de la casa” a los profesores en huelga de una escuela de Varsovia.

Otros grupos experimentados en negociar con el Gobierno también están ayudando a los huelguistas con sus consejos. Los padres de personas con discapacidad advierten de la táctica de retrasos, desvíos y rechazos que el año pasado empleó el Gobierno contra ellos. Hicieron una huelga de 40 días en protesta por la dificultad de sobrevivir con el estipendio social que el Gobierno entrega a los padres que cuidan de sus hijos con discapacidad durante toda la jornada. El Gobierno les hizo promesas que nunca cumplió y hoy esas personas que tienen a su cargo familiares con discapacidad siguen viviendo con 205 euros al mes.

Los médicos también han pedido a los maestros que no se dejen engañar. En 2017 protagonizaron una larga huelga de hambre en demanda de recursos para el sistema de salud pública. Los profesionales de la medicina polacos están emigrando hacia Europa Occidental, donde son mejor pagados, mientras en Polonia los pacientes esperan meses para recibir atención urgente. Solo 67 hospitales han recibido los fondos adicionales, pese a que la promesa de nuevos recursos abarcaba a todos. “¡Profesores! Tengan cuidado y manténganse alerta”, escribieron los médicos en Twitter.

Según la guionista y directora de cine Joanna Kos-Krauze (simpatizante con la huelga), el género también juega un papel en el enfrentamiento entre los maestros y el Gobierno. En Polonia, la enseñanza es una profesión predominantemente femenina. En su opinión, ese tema aún no ha sido abordado y tiene que ver con el fracaso de las negociaciones.

Hablan los escolares

En el segundo día de la huelga de maestros, una huelga de escolares reunió a cientos de estudiantes frente al Ministerio de Educación de Varsovia. Además de apoyar a los profesores, estaban allí para instalar el tema de una reforma educativa integral. Uno de los líderes de esa huelga, Kacper Lemiesz, enumeró los cuatro rasgos que en su opinión distinguen al buen maestro: demuestra a los estudiantes el significado y la lógica de lo que enseña, respeta a sus estudiantes sin tratar de manipularlos ni de intimidarlos para que obedezcan, enseña a tener un criterio independiente y personal antes que a repetir de memoria, y hace que los estudiantes se sientan parte de una comunidad. Para convertirse en un educador así, el maestro necesita una base de seguridad y de prestigio social. Es difícil pensar en enfoques originales cuando cuesta llegar a fin de mes y alimentar a la familia.

Coincidiendo con la huelga, los estudiantes de todo el país lanzaron la Acción de la Tiza (Akcja Kreda), una iniciativa conjunta de mensajes de apoyo a los maestros escritos en tiza sobre las aceras de los centros escolares.

Finales felices

Hay varios escenarios posibles para esta segunda semana de huelga. Los profesores podrían ocupar los edificios escolares, dificultando aún más los próximos exámenes, aunque es posible que eso acabe con el apoyo de los padres cuyos hijos enfrentan dificultades para terminar el curso en estas condiciones de conflicto.

El Gobierno también podría ceder a las demandas de los maestros, pero luego no cumplir sus promesas.

Parece difícil que las negociaciones terminen bien para los maestros. El PiS teme sentar un precedente con otras profesiones a las que se les denegó la ayuda (o las que aún no la pidieron). Conceder algo a los maestros podría desencadenar una avalancha de huelgas y demandas imposible de satisfacer por el PiS.

Pero todavía es posible un buen resultado para Polonia. La huelga ha creado un territorio común para los votantes de los distintos partidos opositores y de izquierda. Crece la posibilidad de unirse en las próximas elecciones y quitarle al PiS las riendas del país.

Traducido por Francisco de Zárate

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