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Londres y Bruselas se citan para el duelo definitivo: arrancan las negociaciones para la relación tras el Brexit

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con el primer ministro británico, Boris Johnson, en Downing Street.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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“Un pescador sin acceso a un mercado es un deportista acuático”. Así resumía una fuente diplomática uno de los principales escollos que deben resolver la UE y Reino Unido a partir del lunes 2 de marzo si quieren llegar a un acuerdo de convivencia a partir de la salida efectiva de Reino Unido de la UE una vez concluido el periodo de transición programado para esta negociación: el 1 de enero de 2021.

¿Por qué la pesca? Porque Reino Unido es reticente a permitir que sigan pescando en sus aguas los pescadores comunitarios. Pero si Reino Unido no abre sus aguas, la UE no abrirá sus mercados. Y, entonces, los pescadores británicos serán meros deportistas acuáticos, siguiendo el silogismo de la fuente.

“Es un aspecto muy simbólico de la futura relación”, explica la fuente diplomática: “Tiene un componente emocional, por la crisis del fletán, de un lado del Canal y de otro. Tenemos un interés objetivo en la pesca. Estamos con un grupo de países que impulsamos un acuerdo de pesca, y Reino Unido mantiene que la flota europea no va a tener acceso a las aguas británicas. Hay un do ut des claro: acceso al mar y acceso al mercado. Es de puro sentido común”.

El otro escollo es lo que en Bruselas llaman level playing field: es decir, que las reglas de juego económicas y sociales sean equivalentes entre Reino Unido y la UE, algo que no termina de gustar en Londres porque supondría mantener vínculos determinantes con la UE en materia laboral, impositiva, legislación social, etc.

Las conversaciones empezarán el próximo lunes después de que este martes tanto Londres como Bruselas hayan aprobado sus respectivos mandatos negociadores. Mientras que el mandato en Londres habla de “un mandato basado en Tratados Comerciales existentes entre la UE y otras naciones soberanas de ideas afines. Esperamos con interés colaborar con la UE de manera constructiva”.

Michel Barnier, negociador jefe de la UE, ha explicado este martes que hay un detalle importante: “No existen acuerdos de libre comercio previos que incluyan la pesca”. No en vano, países como Canadá, Vietnam o Japón se encuentran más lejos de la UE que Reino Unido. Barnier ha logrado este martes un mandato político, con lo que los 27 quieren que el negociador haga.

“El documento de la UE tiene una perspectiva de una relación muy intensa, muy amplia, sobre la base de la declaración política, una especie de esbozo de arquitectura institucional para la gobernanza del acuerdo, y unos elementos sobre el level playing field”, explica una fuente diplomática“.

Otro problema añadido es que no hay tanto tiempo para negociar, en tanto que el acuerdo deberá someterse a trámites parlamentarios posteriores. “El periodo efectivo es más corto porque empezamos en marzo y tenemos que proceder a los trámites de ratificación”, explican fuentes comunitarias: “La relación económica con Reino Unido es muy especial: ha sido un Estado miembro hasta ahora, es un Estado que está a nuestra puerta y es grande: será un socio muy importante. Será nuestro primer socio comercial de la UE o justo por detrás de EEUU”.

Así, lejos de considerarse un mero acuerdo comercial, para la UE es “un acuerdo casi de tipo constitucional. Por eso, el level playing field es muy relevante: es que tendrás el nivel de acceso que corresponda a la consistencia o compatibilidad de tu actividad en algunos ámbitos de las políticas nacionales con la UE: política de competencia, concentraciones, licitaciones públicas, ayudas de Estado, política social laboral, medioambiental, fiscal... Tendrán el nivel de acceso que corresponda en función de hasta que punto podamos ser compatibles”.

Esto tiene dos derivadas: “El contenido de cuáles son los ámbitos de esa convergencia y cuál es la gobernanza de ese level playing field para arbitrar distorsiones y cada una de las partes mantiene la autonomía de decisión. Esta es la negociación más importante de la historia de la UE, por envergadura, gravedad, importancia intrínseca para el proyecto común”.

Gibraltar: España mantiene el veto

“No conozco un lugar donde se negocie la soberanía”, explica una fuente española: “Vamos a apuntar a la vía de la regulación. Se ha aceptado que en lo que se refiera a  Gibraltar, España es la que decide. Tiene derecho de veto”.

“Después de Utrecht”, prosigue la fuente, “Reino Unido y España han hecho un tratado nuevo, fiscal, donde España hace con Gibraltar lo que Europa le pide a RU. Se introduce transparencia, criterios para empresas, que se acabe el offshoring... Ganamos en soberanía”.

Además, lo acordado prevé cuatro mesas, relativas a los problemas laborales, la seguridad, medio ambiente y competencia desleal. “La forma de ganar soberanía en el siglo XXI es regulando”, sentencia una fuente diplomática.

“Hemos acordado con Barnier que no habrá mesa de Gibraltar-UE-Reino Unido hasta que España diga que sea necesario”, prosigue la fuente: “Igual nunca es necesario, lo que haya que ver con los británicos de relevancia comunitaria en Gibraltar es muy poco. Ni políticas comunes ni mercado interior. El paso de personas siempre ha sido por fuera del ámbito Schengen, por lo que no veo por qué tengamos que temer un cambio radical, no es un tema tan central y complejo”.

“A España le ha salido muy bien”, explica otra fuente diplomática: “Ya está en los gobiernos decidir el marco de la relación futura de esa colonia teniendo en cuenta que hay un contencioso territorial, una divergencia regulatoria flagrante, y un montón de problemas provocados por esa situación de traje a medida del territorio. Lo que haya que negociar en relación a Gibraltar es una cosa aparte entre Londres y Madrid; y lo que tenga dimensión comunitaria, veremos. Vamos a ver cuál es la relación futura que nos plantean, hay que ver cuáles son las propuestas británicas para analizarlas si son de interés”.

Y concluye: “Hay que entender que hay una nueva situación. La situación ha cambiado en Londres y Gibraltar. Requiere una reflexión y no tenemos prisa. El grado de fantasías en el mundo poscolonial victoriano vivido hasta hace poco obliga a una reconsideración, y las dosis de fanfarronería que tienen que rebajarse para trabajar juntos”.

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