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ANÁLISIS

Siete ocasiones recientes en las que Trump ha demostrado no tener el don de la empatía

Arrecian las críticas a Trump por su divisionismo y falta de empatía

Carlos Hernández-Echevarría

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Trump estaba pletórico. Tal era su alegría por el buen dato del paro que, en pleno discurso, decidió incorporar a George Floyd a la celebración: “Nos está mirando desde el cielo y diciendo que es algo grande para nuestro país. Es un gran día para él y para todos”. Un gran día para el hombre que murió aplastado por un policía hace casi dos semanas.

Puede resultar sorprendente, pero en realidad es muy propio de Trump, que se maneja con cierta dificultad en el ámbito de la muerte, la desgracia y el luto. Eso no sería tanto problema si la muerte, la desgracia y el luto no formaran parte esencial de su actual trabajo: de un presidente se espera que consuele al país tras un desastre, que una a sus ciudadanos en tiempos de crisis, etc. Aquí van unos cuantos ejemplos de que no se le da muy bien.

Cuando arrojó papel de cocina a víctimas de un huracán

Una imagen para la historia. Trump había viajado a Puerto Rico una semana después del paso del huracán María. La mitad de la isla seguía sin agua potable, sólo un 5% tenía electricidad y aunque la cuenta oficial de víctimas estaba en 16, iba a acabar en más de 4.000. El presidente, que ya había atacado a las autoridades de la isla porque “querían que se les diera todo hecho”, empezó su visita diciéndole a los puertorriqueños que “nos habéis desmadrado el presupuesto” por el coste de las operaciones de rescate.

Sin embargo, lo peor estaba por llegar. Alguien pensó que era una buena idea llevar al presidente a una iglesia a repartir ayuda. Trump no parecía muy interesado en la gente que recogía bolsas de arroz, pero la verdadera magia empezó con la distribución de papel de cocina. Al más puro estilo de una cabalgata de Reyes, Trump se puso a arrojar rollos a la multitud, saltándose las primeras filas e imitando a un jugador de la NBA. Ante la polémica aclaró que el papel de cocina era “bonito, suave y muy bueno” y que a la gente le encantó el gesto.

Cuando dijo a la viuda de un militar que su marido “sabía a lo que se apuntaba”

Después de que el sargento Johnson muriera en un atentado en Níger, Trump llamó a su viuda para darle el pésame. No tiene nada de raro, todos los presidentes hacen este tipo de llamadas, lo que sí fue diferente fue el mensaje: la mujer del soldado muerto denunció que Trump le “había hecho llorar” cuando le dijo que su marido “sabía a lo que se apuntaba, pero duele de todas formas”. La mujer aseguró que el presidente no recordaba el nombre de su marido.

Trump, incapaz de dejar pasar el más leve de los desaires, se sintió en la necesidad de contestar a la viuda y dijo que había recordado correctamente el nombre del sargento “desde el mismo principio” porque la suya es “una de las grandes memorias de todos los tiempos”. “No hubo dudas”, añadió.

Cuando dijo que había “muy buena gente” en una marcha neonazi donde hubo un atentado

En agosto de 2017 la ultraderecha estadounidense se reunió en Charlottesville con banderas supremacistas, esvásticas y antorchas para “defender” la estatua de un líder esclavista de la Guerra Civil. En la ciudad también se dieron cita grupos antirracistas para hacer una contramanifestación y un neonazi estrelló su coche contra ellos matando a una mujer e hiriendo a una veintena de personas más. A pesar de ello, Trump decidió esa noche condenar “el odio y la violencia” proveniente “de muchos lados”.

Esa equidistancia le valió muchas críticas, la felicitación del antiguo líder del Ku Klux Klan y varias dimisiones. Dos días después sí que condenó específicamente “al Ku Klux Klan, los neonazis y los supremacistas blancos”, pero como siempre le cuesta reconocer un error, al poco tiempo volvió a decir que “las dos partes tenían culpa” y que “había muy buena gente” entre las personas que se manifestaban con antorchas y símbolos supremacistas. Todavía hoy lo defiende.

Cuando se hizo una foto sonriente con el pulgar arriba junto a un bebé huérfano

Cuando uno se hace tantas fotos, no debe de ser fácil prestar atención, pero esta instantánea también pasará a la historia. Un supremacista blanco había asesinado a 22 personas en un supermercado de Texas porque “buscaba mexicanos” y Trump fue con su esposa Melania al hospital a visitar a los supervivientes.

Dos de los fallecidos habían perdido la vida protegiendo con sus cuerpos a su hijo de dos meses, que sobrevivió. Ese es el bebé con el que Trump se hizo la foto. No tendría nada fuera de lo común si no fuera porque el presidente posaba con una sonrisa de oreja a oreja y el pulgar levantado en el gesto universal de “¡todo va bien!”. No parece el gesto más apropiado para las circunstancias.

Cuando insinuó que dos rivales políticos habían ido al infierno

El odio de Trump por el senador republicano John McCain no disminuyó con su muerte. Primero se quejó de que no había recibido un “gracias” de la familia por su funeral de Estado, lo que resultó un tanto extraño porque McCain era un héroe de guerra y fue senador durante décadas, lo que le daba derecho a las honras fúnebres que quisiera. Pero fue bastante peor cuando sugirió que estaba en el infierno.

Hablando de los votos que le faltaban para derogar la reforma sanitaria de Obama en un acto lleno de curas dijo que “estaba muy feliz” por la muerte de algunos senadores que ahora estaban “en verdes praderas o a lo mejor no tan verdes”. A pesar del escándalo, Trump repitió meses después la misma “broma” burlándose de la viuda de un congresista, también veterano de guerra, e imitando cómo ella le había agradecido llorosa el funeral de su marido. Añadió: “Quizá él nos mira desde allí abajo”.

Cuando sugirió que el empujón de la policía a un hombre de 75 año pudo ser un “montaje” de un “provocador”

La semana pasada, agentes de policía de Buffalo, Nueva York, empujaron a un hombre de 75 años que se manifestaba contra el racismo y el abuso policial en EEUU. El hombre, que estaba alejado de la multitud, cayó al suelo, se golpeó la cabeza y tuvo que ser ingresado de gravedad en el hospital. Según sus abogados, tiene daño cerebral.

Unos días después del incidente –por el que fueron despedidos dos agentes–, Trump tuiteó una teoría de la conspiración sin ningún fundamento y dijo que “el manifestante de Buffalo podría ser un provocador Antifa”. “Fue empujado después de que pareciera que estaba examinando las comunicaciones de la policía para bloquear sus equipos”, señaló. “Se cayó más fuerte de lo que le empujaron ¿Podría ser un montaje?”, añadió.

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