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La OTAN busca su sitio a los 70 años: entre la “muerte cerebral” diagnosticada por Macron, las amenazas turcas y los enfados de Trump

Donald Trump y Emmanuel Macron, en la cumbre de la OTAN en Londres, este martes.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

Es uno de los vestigios de la Guerra Fría, con el mérito de haber sabido sobrevivir después de desaparecer su razón de ser: la disuasión ante la Unión Soviética. Ya no hay Unión Soviética desde hace casi tres décadas. Es más, el Muro de Berlín cayó hace justo 30 años, pero la OTAN sigue viva, aunque se encuentre en “muerte cerebral”, según el presidente francés, Emmanuel Macron.

La OTAN busca su sitio. Tiene 70 años, uno de sus integrantes le acaba de diagnosticar “muerte cerebral”, pero su principal contribuyente económico, Estados Unidos, no quiere apagar el respirador. Es más, Donald Trump ha mostrado su enfado este martes en Londres, donde se celebra la cumbre de la OTAN, ante las palabras del presidente francés.

“Es un comentario muy, muy desagradable”, ha dicho Trump, quien ha lanzado un golpe bajo a Macron, quien está viviendo una huelga general en su país: “Creo que tienen una tasa muy alta de desempleo en Francia, Francia no está bien económicamente”.

“Es una declaración muy dura cuando estás en dificultades en Francia y ves lo que está pasando”, ha insistido Trump, quien antes de llegar a la Casa Blanca mostraba su escepticismo con respecto a la Alianza Atlántica: “Llevan un año muy duro, y no puedes ir haciendo estos comentarios sobre la OTAN, es muy irrespetuoso. Nadie necesita a la OTAN más que Francia, y EEUU es el país que menos se beneficia. Es un comentario muy peligroso para ellos. Pero no me sorprendería que se fueran de la OTAN”.

Para empezar, Trump ha aterrizado en Londres horas después de que su Gobierno anunciara, casualmente, que impondrá aranceles de 2.400 millones de dólares a hasta el 100% del valor de ciertos productos franceses, en respuesta a la imposición por parte de Francia de una tasa sobre los ingresos de los servicios digitales de tecnológicas estadounidenses, como Google y Facebook.

“Con Emmanuel siempre he tenido buenas relaciones”, ha dicho Trump acompañado del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, “aunque a veces dice cosas que no debe y no estoy de acuerdo con sus políticas y pueda ser contraproducente para su país. Francia necesita la protección más que nadie”.

A la salida de la reunión con Trump, Macron ha respondido: “No es sólo dinero. Sino de estrategia. Pagamos lo que tenemos que pagar por la seguridad colectiva, Francia está presente en varios conflictos, pero hay que tener claros los fundamentos de lo que debe ser la OTAN. Necesitamos clarificaciones estratégicas”.

Esas clarificaciones estratégicas tienen que ver con Turquía que, a juicio de Macron, están faltando a su compromiso con el artículo 5 de la alianza, que prevé la defensa de un aliado ante un ataque externo. Ankara ha asegurado que no apoyará a los países bálticos si no se reconocen como terroristas los grupos kurdos que Turquía está combatiendo en su incursión unilateral en Siria tras la retirada, también unilateral, de EEUU de la frontera turca, movimiento que tampoco gustó a Macron.

El presidente turco, Recept Tayyip Erdogan, dijo que se opondrá a los planes de la Alianza para la defensa de los países bálticos –Lituania, Letonia y Estonia– y Polonia, frente a una posible amenaza por parte de Rusia, si la OTAN no reconoce como terroristas a los enemigos (kurdos) de Turquía.

La queja con Turquía de Macron también tiene que ver con la compra por Ankara del sistema antimisiles ruso S-400. Una compra que, según Trump, se debe a que “Obama no quiso vender los Patriot a Turquía”. Algo que le ha rebatido el presidente francés: “Había otras opciones europeas homologadas por la OTAN, no necesitaba comprar misiles a Rusia”.

Quejas por el gasto

El gasto militar es una de las quejas recurrentes de Trump. Las recomendaciones de gasto de la OTAN se sitúan en el 2% del PIB. Sin embargo, sólo EEUU (3,42% del PIB); Grecia (2,34%); Estonia (2,13%) y Reino Unido (2,13%) lo superan –España está en el 1%–.

“Estamos pagando tremendas cantidades de dinero”, se ha lamentado Trump: “¿Cuando el resto no paga, que pasa? Si Alemania sigue en 1%, ¿qué pasa? Muchos llevan sin pagar el 2% 25-30 años. Y el 2% es muy bajo, debería ser un 4%. Nosotros estamos en esos porcentajes del PIB teniendo el PIB más alto de la historia”.

La OTAN, con 70 años, y con “muerte cerebral” o no, ha sobrevivido como bloque militar único, adjudicándose las tareas de defensa y seguridad de todo el hemisferio norte. Y, cosas del destino, si en los 40 años de Guerra Fría nunca entró directamente en combate, lo hizo en los Balcanes y cuando ya no existía Unión Soviética y en territorio de la antigua Yugoslavia, país perteneciente al grupo de No Alineados.

A partir de ahí, la OTAN ha ido participando en operaciones militares –ya sea con ayuda logística o con efectivos militares– lideradas por Estados Unidos: en Irak –primera y segunda guerra del Golfo–, Afganistán –tras los ataques contra las Torres Gemelas– y Libia –para derrocar a Gadafi–, entre otras.

Sin embargo, o quizá precisamente por eso, en los últimos meses ha resucitado el debate sobre el ejército europeo propio complementario. Este martes ha vuelto a decirlo Macron ante Trump. La vieja Europa siempre ha tenido problemas para congeniar con los presidentes republicanos. Ronald Reagan, George Bush –padre e hijo– o Donald Trump: demasiado extemporáneos; demasiado desacomplejados; demasiado poco intelectuales; demasiado atrevidos... Y, también, demasiado amigos de las amenazas y del ardor guerrero.

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