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Sánchez se opone a subir el gasto en defensa al 5% del PIB como pide Trump, ¿y ahora qué?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, al inicio de la cumbre de la OTAN en Bruselas, 11 de julio de 2018.

Andrés Gil / Irene Castro

Washington / Bruselas —
19 de junio de 2025 22:05 h

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Pedro Sánchez está diciendo 'no' a Donald Trump a través del secretario general de la OTAN, Mark Rutte. El Gobierno de España, que recientemente anunció su compromiso en gasto en defensa del 2% pese a las fisuras que eso le genera en el gobierno de coalición –con IU, los comunes y Sumar– y en la mayoría de investidura –con Podemos, ERC, EH Bildu y BNG–, ahora rechaza la exigencia de la Casa Blanca de elevar los objetivos al 5% –3% por la vía de gasto clásico en defensa y 1,5% en otras partidas como ciberseguridad, por ejemplo–.

La Casa Blanca ha respondido este jueves al no de Sánchez: “El presidente Trump quiere que cumplan todos”, ha afirmado la portavoz, Karoline Leavitt. “No he visto los comentarios de España”, ha dicho Leavitt a la pregunta de un periodista en la Casa Blanca: “Me aseguraré de que el presidente los vea, y puedo asegurarles que él quiere que todos los países europeos paguen su parte y alcancen ese umbral del 5%”.

¿Qué puede pasar a partir de ahora?

En realidad, cualquier cosa. El mecanismo de conclusiones en la OTAN se basa en el consenso. Es decir, los textos se dan por buenos salvo que algún país presente objeciones y, entonces, se busca un acuerdo. No se votan, no hay mayorías cualificadas ni minorías de bloqueo. Pero todos tienen que estar 'a bordo'.

De esta manera, si un país llevara su oposición a un asunto central como el de los objetivos comunes de los 32 países miembros de la OTAN de gasto en defensa, podría llegar a bloquear las conclusiones.

¿España puede bloquear las conclusiones?

Ese es un escenario poco deseado: una sala a puerta cerrada con más de 20 líderes con Donald Trump a la cabeza pidiendo a Sánchez que firme el 5%. Tanto EEUU como una mayoría de aliados daban por hecho el consenso hace un par de semanas, y la Casa Blanca ha insistido este jueves.

“Es lo justo”, ha afirmado Leavitt, “teniendo en cuenta que los contribuyentes estadounidenses han aportado una cantidad significativa de dinero, del orden de miles de millones de dólares, para apoyar nuestros intereses mutuos y garantizar la defensa”.

Leavitt ha dicho que dejará a Trump “hablar de eso”, si bien ha concretado que el presidente de EEUU “ha dejado muy claras sus prioridades para los aliados europeos, incluida España”.

Lo más deseable para el Gobierno sería que se llegara a un acuerdo en la redacción de las conclusiones que dejara una puerta de escape para los países como España –están en situaciones parecidas otros, aunque de forma más discreta, como Reino Unido, Italia, Bélgica, Luxemburgo o Canadá, por ejemplo– pudieran no verse obligados al 5%. Pero ha sido España la que ha llevado la voz cantante desde que hace unas semanas se puso sobre la mesa formalmente la propuesta.

Por otro lado, si bien es cierto que las conclusiones se aprueban por consenso y no por votación, también es verdad que no hay sistemas coercitivos para hacer cumplir el gasto en defensa de cada país: eso depende de los presupuestos generales de cada Estado miembro, en los que puede influir la presión de la Alianza Atlántica y de EEUU de forma directa o indirecta, pero la integración no es como la de la UE, por ejemplo, donde hay muchos resortes, incluso legales, para hacer que los Estados miembros cumplan con sus compromisos. De hecho, el anterior compromiso del 2% se fijó para 2024 y, vencida esa fecha, un puñado de países, entre ellos España o Canadá, no habían llegado a esa cifra sin que hubiera consecuencias.

En el Gobierno afirman que no quieren bloquear la cumbre, pero tampoco quiere que se les imponga el 5%. Y por eso plantean “flexibilidad” y que la alusión pueda figurar en las conclusiones de manera “opcional” en lo que supone la obligatoriedad al cumplimiento. “La fórmula que propongo nos permitiría preservar el objetivo del 5% en la declaración para aquellos aliados que lo necesiten o que quieran perseguirlo”, dice Sánchez en su carta a Rutte. Lo que no menciona es que da oxígeno a los que, como el laborista Keir Starmer, tienen complejo llegar a ese objetivo.

Pero, ¿qué es exactamente lo que se está discutiendo?

La semana pasada, en una comparecencia ante el Senado de EEUU, el secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth, dijo: “Esperamos que la mayoría de los países europeos miembros de la OTAN se comprometan a destinar un 3,5% y un 1,5%, en total un 5% [de su PIB], a gastos de defensa, lo que era inconcebible antes del presidente Trump”.

La propuesta del secretario general de la OTAN es alcanzar el 5% a través de un incremento de hasta el 3,5% del gasto militar 'duro', es decir, lo que tradicionalmente se ha cuantificado en la Alianza Atlántica, y de un 1,5% de un concepto más amplio de seguridad, que abarca la protección de infraestructuras críticas, logística, movilidad, ciberseguridad, etc.

España, pero no solo España

España está liderando la oposición a ese incremento histórico y sin precedentes del gasto militar, pero no es el único, según todas las fuentes consultadas. Hay otros países que aún tienen cuestiones importantes que despejar. Y en otras capitales comprenden los problemas domésticos que pueden tener los demás a la hora de tomar decisiones de este tipo. Lo que señalan tanto en la OTAN como otras fuentes diplomáticas es que la negociación está en marcha y que se trabajará contrarreloj, aunque la intención es llegar al lunes con el texto cerrado para evitar convulsiones en la propia cumbre.

Otros países tienen unas finanzas públicas al límite, cosa que no ocurre en España, donde la posición tiene raíces más políticas que de equilibrio fiscal. ¿Y qué otros países muestran resistencias? Bélgica, Italia, Canadá, Luxemburgo y Reino Unido, por ejemplo, que está planteando un calendario flexible... cuyo cumplimiento se tendría que producir cuando Trump ya no estuviera en la Casa Blanca, lo cual podría plantear otras hipótesis. La fecha por la que se inclinan es 2035.

En todo caso, de momento solo España ha dicho que no.

El 'impuesto revolucionario' de Trump...

El debate en la OTAN ha pasado en poco tiempo de hablar del entorno del 3% como nuevo objetivo de gasto al 5%. Y en eso ha tenido mucho que ver el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

El presidente de EEUU, obsesionado con las balanzas comerciales y los aranceles, ve en el gasto militar de sus aliados una vía para financiar con dinero europeo su industria armamentística, la creación de puestos de trabajo y la corrección del desequilibrio comercial con Europa.

Del mismo modo que la Administración Trump bloqueó los visados a los estudiantes chinos para lograr un acuerdo sobre tierras raras y anunció aranceles contra México y Canadá cuando lo que perseguía era un acuerdo sobre las fronteras, el 5% del gasto en defensa es algo más que solo eso.

Hay ya quien le llama “el impuesto revolucionario” de Trump, porque lo considera un chantaje para otros fines. Por ejemplo, fuentes diplomáticas afirman que con el 5% se estarían enviando 100.000 millones de euros a Estados Unidos en inversión militar. Unas transferencias de las que avisaba el informe de Mario Draghi en relación con los ahorros de familias y empresas europeas, que cifraba en 300.000 millones que acababan en inversiones en EEUU.

... Y el miedo a Trump

El 20 de enero pasado Trump instauró una era de caos e incertidumbre en la que desempeña un papel hegemónico en el escenario mundial, aunque a menudo sea contradictorio. Y, en ese escenario, los gobiernos procuran evitar el enfrentamiento directo: uno de los últimos que lo hizo, el hombre más rico del mundo, Elon Musk, ha terminado borrando tuits y recogiendo vela, porque gran parte de su negocio depende de Trump.

En efecto, Trump tiene muchas palancas para hacer complicada la vida de aquel que le discuta. Por eso hay algunos países que aspiran a ganar tiempo hasta que caduque su presidencia, y luego ver.

El diablo está en los detalles, y en el lenguaje

A menudo se dice en las cumbres que nada está cerrado hasta que todo está cerrado. Y la mayoría de las veces tiene que ver con el lenguaje, con las palabras que se usan, con el lugar donde se colocan las comas. Esa técnica es la que hace posibles los acuerdos políticos entre líderes de familias muy diferentes.

Y en eso están ahora Rutte y España, fundamentalmente, en lograr “un lenguaje más flexible” que permita a España asumir las conclusiones de La Haya. En el Gobierno recuerdan que hace una década el objetivo del 2% quedó en unas conclusiones orales, y que pasaron años hasta que se hizo vinculante, y más años hasta se cumplió. Y lamentan que se haya pasado del 1% al 2% en una década y ahora se quiera dar el salto al 5% en 5 meses.

Este miércoles por la noche, Rutte pasó un texto en “procedimiento de silencio”, es decir que quedaba consolidado si nadie decía nada. Y España este jueves ha roto ese procedimiento de silencio y se entra en una negociación intensa de cuatro días.

¿Qué plantea España? Excepciones

La carta de Pedro Sánchez a Mark Rutte no sólo muestra su rechazo al 5%, sino que plantea una salida por la vía de las excepciones: que se fije el 5% si se quiere, pero que se permita a los países llegar a donde crean que pueden llegar.

“España no se puede comprometer con un objetivo específico de gasto en términos de PIB en esta cumbre”, le responde Sánchez a la propuesta formulada por la OTAN, que plantea llegar al 5% del PIB en gasto militar en 2032, que es la exigencia de Donald Trump a los aliados. Para España, el 5% supondría un gasto anual de 80.000 millones de euros el gasto en defensa.

“Para España, cumplir con el 5% sería no solo irracional sino contraproducente ya que alejaría a España del gasto óptimo y obstaculizaría los esfuerzos de la UE por reforzar su ecosistema de seguridad y defensa”, expresa en la misiva. Lo que argumenta Sánchez es que el club comunitario está trabajando en la interoperabilidad, las compras conjuntas o el equilibrio de la defensa trasatlántica -mirando a Rusia, pero también al flanco sur, que es fundamental para España o Italia-, y que necesita “margen de maniobra”.

“Es el derecho legítimo de cada Gobierno decidir si tiene la voluntad o no de hacer esos sacrificios. Y como un aliado soberano, elegimos no hacerlo”, sentencia Sánchez, que se opone, por tanto, radicalmente a la propuesta de declaración conjunta, que requiere de la unanimidad de los 32 Estados miembros de la OTAN. No obstante, el presidente sostiene que no quiere “obstruir los resultados de la cumbre” que se celebrará la semana que viene en La Haya y plantea “una fórmula más flexible en la declaración de este año”, que permita a cada aliado elegir el camino para cumplir con sus objetivos de capacidades y que introduzca “un objetivo de gasto opcional”.

La contribución no es solo gasto...

Lo que España y el resto de países aportan a la OTAN no tiene que ver solo con el gasto directo en defensa. Por ejemplo, Estados Unidos está usando ahora bases conjuntas españolas para ayudar a Israel en su ofensiva contra Irán. Y ni siquiera es una operación de la OTAN, pero los acuerdos bilaterales permiten a Donald Trump ayudar a Benjamín Netanyahu usando recursos en España.

En marzo pasado se establecieron prioridades para la OTAN, que requieren contribuciones de cada país de acuerdo con sus capacidades y las amenazas detectadas. Lo que argumenta el Gobierno español es que su participación en esas tareas cotidianas de la Alianza Atlántica son máximas, y que, según los estudios hechos, esas exigencias se traducen en un 2% del PIB.

.... Y el 5% puede ser tramposo

Si un país decidiera duplicar el salario de sus soldados, aumentaría de un día para otro el PIB en Defensa. Del mismo modo que si un país tiene que comprar el material a un tercer país en lugar de fabricarlo en casa, seguro que le sale más caro y gasta más. O si en España se tuviera en cuenta el gasto en la Guardia Civil, por ejemplo, se acercaría la cifra más al 3% del PIB que al 2%.

España argumenta que pone a disposición de la OTAN todos los recursos, que participa en 16 misiones, que aporta un 30% del gasto militar de la OTAN, que tiene destinados 3.000 soldados a la Alianza y que ha pasado del 1% al 2% en muy poco tiempo, pero que no puede subir al 5%.

¿Y podría quedarse en el 2% de ahora más el 1,5% en nuevas partidas como ciberseguridad, etc.? Fuentes diplomáticas aseguran en Bruselas que España no veía mal ese 1,5%, pero ahora todos los escenarios están encima de la mesa, y lo que está defendiendo ahora España es “no bloquear nada, sino que cada uno haga lo que crea que puede hacer y nosotros seguir cumpliendo con nuestros compromisos operativos”.

El papel de Rutte

Que el jefe de la OTAN es el inquilino de la Casa Blanca de turno no es ninguna sorpresa. Y que no es lo mismo que ese inquilino sea Trump que Biden, tampoco. Tan es así, que el papel de Volodímir Zelenski pasará de estrella invitada a comensal de una cena protocolaria organizada por los reyes neerlandeses. Y eso que el principal apoyo político, económico y diplomático de Ucrania en estos momentos viene de la UE, uno de cuyos gobernantes fue Rutte durante una década y hasta hace bien poco.

Pero tanto en lo diplomático y estratégico en relación con Ucrania como en lo político y económico en relación con el gasto en defensa, su falta de autonomía con respecto a la Administración Trump está siendo elocuente.

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