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The Guardian en español

ANÁLISIS

Qué se juega la democracia africana en las elecciones de Nigeria

El presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, en la inauguración de la primera fase de un proyecto de tren ligero eléctrico construido en Lagos, el pasado enero.

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Las elecciones que Nigeria celebra este sábado han sido calificadas como cruciales para la democracia en África, un continente donde los golpes militares y los intentos de algunos gobernantes por aferrarse al poder hacen temer por un “retroceso democrático” tras los avances logrados desde el fin de la Guerra Fría.

Más de una decena de países africanos acuden a las urnas en los próximos 12 meses. Pero según los expertos, las más importantes serán las elecciones presidenciales y parlamentarias de Nigeria, el país más poblado del continente.

Nigeria “es un país que marca la pauta”, dice Nic Cheeseman, experto en política africana y profesor en la Universidad de Birmingham. “Si las elecciones son un éxito y consideradas democráticas, será una gran inyección de moral para la democracia en general en toda África... pero lo contrario también puede ser verdad”.

Para la directora del Centro para la Democracia y el Desarrollo de Abuja, Idayat Hassan, las elecciones son tanto un motivo para el optimismo como una prueba a superar. “Por un lado, son una señal de progreso”, dice. “Nigeria lleva ya casi 24 años de democracia ininterrumpida y está cumpliendo con el límite de las dos legislaturas [para los presidentes]. Pero Nigeria tiene que hacerlo bien”.

La revista estadounidense de asuntos globales Foreign Policy calificó las elecciones de Nigeria como las más importantes del planeta en el año 2023, “un acontecimiento global, aunque el mundo apenas lo sepa”.

Crisis entrelazadas

Las elecciones llegan en un momento crítico para el continente. Además de los golpes de Estado en África Occidental, el extremismo se ha extendido y han estallado guerras. Con la inversión estancada, las economías luchan por remediar los daños infligidos por la pandemia de la COVID-19 y la inflación que generó, en parte, la invasión rusa de Ucrania, entre muchos otros problemas. La inversión se ha estancado.

Nigeria sufre múltiples crisis entrelazadas: turbulencias económicas y una gran parte de su territorio afectada por la violencia, el extremismo y la delincuencia. Desde los secuestros para exigir rescates en el noroeste del país hasta los 12 años de insurgencia yihadista del noreste, pasando por la violencia separatista del sureste y por las tensiones étnicas que llevan décadas enfrentando a pastores y agricultores en la región centro-norte.

Los dos mandatos en el poder de Muhammadu Buhari, el presidente saliente, han sido considerados en general como muy decepcionantes. Incluso su esposa pidió perdón a los nigerianos por no haber cumplido con las expectativas.

La moneda nigeriana sufrió a principios de febrero una nueva caída tras la “sorprendente” rebaja que la agencia Moody’s anunció en su calificación de riesgo crediticio para la deuda del país. El Fondo Monetario Internacional ha aumentado su previsión de crecimiento económico para Nigeria en 2023, pero solo hasta el 3,2%.

Unas elecciones reñidas

De acuerdo con los analistas, los nigerianos aún confían en que el Gobierno electo resuelva los desafíos del país y han seguido con mucho interés una campaña especialmente intensa. En palabras de Cheeseman, “son unas elecciones muy competitivas y reñidas”. 

18 candidatos compiten por reemplazar a Buhari y su diversidad, según los analistas, demuestra la salud de la democracia nigeriana. La principal pugna es entre Bola Tinubu, del partido gobernante Congreso de los Progresistas; Atiku Abubakar, del opositor Partido Democrático Popular; y Peter Obi, del Partido Laborista, que encabeza algunas encuestas.

Tinubu, de 70 años, y Atiku, de 76, tienen bases importantes por todo el país. Ambos son considerados políticos tradicionales que tratarán de movilizar a los votantes valiéndose de su gigantesca capacidad de organización y gasto. 

El exempresario Obi, de 61 años, es percibido como un reformista dispuesto a arreglar el sistema político nigeriano. Su campaña contestataria se basa en las redes sociales, el boca a boca y el impulso de sus seguidores, jóvenes en su mayoría. Más del 80% de los 10 millones de nuevos votantes que se han inscrito para las próximas elecciones tienen menos de 34 años.

“Obi ha surgido como una tercera fuerza que ha desestabilizado un escenario político dominado por los dos partidos tradicionales... aunque, siendo realistas, sus posibilidades son escasas”, dice Mucahid Durmaz, analista especializado en África occidental de Verisk Maplecroft, empresa de inteligencia de riesgos globales. “Los avances democráticos logrados desde que terminaron las tres décadas de gobierno militar [en 1999] demuestran que, pese a todos los problemas, el rumbo sigue siendo positivo”.

Como novedad en unas elecciones nigerianas, los analistas subrayan que no hay ningún exmilitar entre los candidatos principales.

Un factor importante de estas elecciones es la tecnología que identificará a los votantes usando reconocimiento facial y huellas dactilares. Las autoridades confían en que así se harán más difíciles los pucherazos que históricamente han manchado los procesos electorales en Nigeria. Según Hassan, serán “unos comicios que reflejen las principales líneas divisorias, pero en los que la confianza en el proceso electoral sale renovada”.

Mensaje al resto del continente

Un traspaso pacífico de poder podría ayudar a frenar la ola de inestabilidad que ha sufrido África Occidental en los últimos tres años, en los que Malí y Burkina Faso han visto cómo gobiernos electos eran sustituidos por regímenes militares.

Las elecciones de Nigeria también podrían enviar un mensaje a otros líderes y partidos del continente que se resisten a abandonar el poder. Teodoro Obiang lleva gobernando Guinea Ecuatorial desde 1979; Paul Biya gobierna Camerún desde 1982; y Yoweri Museveni mantiene a Uganda bajo un control férreo desde 1986.

En otros lugares, los que siguen al mando son los partidos que en su día derrotaron al colonialismo. El Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) lleva décadas gobernando el país, y la Unión Nacional Africana (Zanu-PF) controla Zimbabue desde 1981. 

“Este es un barómetro importante para África [que] podría mostrar las cartas de otros líderes y decir a los dinosaurios: 'Se os ha acabado el tiempo'”, concluye Cheeseman.

Traducción de Francisco de Zárate.

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