La batalla contra el 'talaq', la palabra que otorga el divorcio instantáneo a los hombres en India
Talaq, talaq, talaq: durante más de una década, Arshiya estuvo aterrorizada por estas palabras, como si fueran hechizo mágico.
Cuando descubrió a su marido chateando con otras mujeres, él la amenazó: “Si te metes en mi vida, te daré talaq”.
En otra ocasión, encontró mensajes íntimos de una amante en el móvil de su marido. Otra vez, el hombre logró callarla: “¿Dudas de mí? Te daré talaq”.
Mal vista incluso por musulmanes estrictos, y prohibida en Pakistán, Bangladesh y en muchos otros sitios del mundo islámico, la práctica del talaq-ul-bidat – o “triple talaq” – sobrevive en la India, hogar de la tercera mayor población musulmana del mundo.
La práctica le da a los hombres el poder de disolver su matrimonio con una sola palabra, “talaq”, repetida tres veces. Cada vez más a menudo se ejecuta la disolución por correo electrónico o mensaje de texto.
“Es una forma de divorcio absolutamente unilateral e instantánea, que sólo pueden ejercer los hombres”, dice Zakia Soman, activista del estado de Gujarat. “No hace falta ni siquiera que la mujer esté presente. Puede no enterarse”.
Ahora parece que la Corte Suprema de la India declarará el triple talaq, y otra ley que obliga a las mujeres que se vuelven a casar con su marido a acostarse antes con otro hombre, inconstitucional. La prohibición de esta tradición liberaría a 90 millones de mujeres musulmanas de potenciales divorcios deshonestos.
Pero Soman, cuyo grupo reformista musulmán está llevando adelante el caso, quiere algo mucho más extremo: “Decirle a los ulema [estudiosos legales del islam] y al mundo entero que las mujeres musulmanas somos capaces de leer el Corán, de entender el Corán, de interpretar el Corán, y de obtener justicia por nosotras mismas”.
El marido de Arshiya finalmente cumplió sus amenazas, aunque ella no lo oyó pronunciar las palabras. “Un día, de pronto, me dijo que me había dado talaq. Me dijo ‘te lo di hace cuatro días”.
“Literalmente le imploré”, relata. “Me arrodillé y le dije que si quería tener amantes, que las tuviera, pero que no me echara de la casa. ¿Dónde iba yo a ir con mi niño? No tengo trabajo estable, ¿qué iba a hacer?”
Como su marido eligió un divorcio islámico, en vez de uno bajo las leyes seculares más progresistas que tiene India, a Arshiya además se le negó la pensión alimenticia que le correspondía por ley, equivalente a un tercio del salario del marido.
La mujer de 45 años, que ahora trabaja hasta 16 horas por día como maestra en el suroeste de Delhi, está intentando revocar el divorcio y reclamar la exigua compensación que los tribunales indios le suelen otorgar a las víctimas del triple talaq.
Ella no quiere volver con él. La acción legal busca sentar un precedente. “Quiero justicia”, explica. “No se trata de dinero. Yo no era su sirvienta. No era una esclava que le limpió la casa durante 12 años para que luego me echara a la calle”.
Divorcio por mensaje de texto
En el caso de Fátima, la tradición, cuyo origen se atribuye al Corán, tuvo un giro moderno: supo de su divorcio por mensaje de texto.
“Le envió un mensaje que ponía sólo ‘talaq talaq talaq’. Y luego apagó el móvil”, recuerda Mohd, el cuñado de Fátima. La mujer dijo que estaba demasiado deprimida para hacer declaraciones.
Su marido ya estaba casado cuando se casaron en febrero, pero esto Fátima lo descubrió dos semanas después de la boda. Después de enviar el mensaje de texto, el hombre desapareció y envió un amigo a visitar a Mohd.
“Nos informó que le había dado el talaq a Fátima y que se había marchado. Y dijo que si lo intentábamos encontrar nos denunciaría a la policía por intento de secuestro”, afirma.
“No somos una familia de clase media, y él está bien económicamente, así que para nosotros era un situación de mucho cuidado”. El amigo les propuso un trato. “Nos daría algo de dinero para dejar todo atrás”, dice Mohd.
“Obviamente no tuvimos opción. Aceptamos los 3 lakhs (4.000 euros) de compensación y le prometimos que no los difamaríamos ni contactaríamos a su familia ni amigos”.
Como teme que dar esta entrevista a The Guardian se considere una violación del acuerdo, pidió que no se publique ni su apellido ni el de su cuñada.
Soman dice que este tipo de casos es muy común. Un estudio nacional publicado el año pasado por su grupo, el Bharatiya Muslim Mahila Andolan (BMMA), concluyó que una de cada 11 mujeres musulmanas fueron víctimas del triple talaq, y la gran mayoría no recibió nunca ninguna compensación.
Pequeña y aplicada, Soman (de 51 años) habla con frases largas y elegantes pero que dejan caer críticas como bombas sobre los clérigos de la India. “La razón por la que sigue existiendo el triple talaq –explica– es primera y principalmente porque los indios musulmanes somos pobres, estamos relegados a nivel social, económico y educativo.
“Como resultado, hay un dominio absoluto del sistema patriarcal disfrazado de autoridad religiosa. Y se han encargado de difundir la desinformación y los malentendidos”.
Un asunto de interpretación
Durante el dominio colonial británico, los distintos grupos religiosos de la India tenían permitido organizar ellos mismos sus asuntos privados, como las cuestiones relacionadas al matrimonio y el divorcio. Hasta el día de hoy, la ley india dice que los musulmanes pueden regirse por la shariah, o la jurisprudencia islámica.
“Pero la ley no establece una edad mínima para contraer matrimonio, ni un procedimiento de divorcio, ni regula la poligamia y la custodia de los hijos”, explica Soman. “La ley sólo dice que los musulmanes se pueden regir por la sharia. ¿Pero cuál sharia? ¿La sharia de quién?”.
Grupos controlados íntegramente por hombres, como el Consejo Legal de Asuntos Personales Musulmanes para toda la India (AIMPLB, por sus siglas en inglés), han llenado los espacios en blanco, avalando una interpretación del Corán de la que Soman es muy crítica. “No creo que sean capaces de comprender los valores coránicos de justicia, bondad y sabiduría”, afirma.
El desafío del BMMA a las leyes musulmanas de divorcio, y a todo el establishment musulmán de la India, es nada menos que lo siguiente: que ella, o cualquier mujer musulmana, tiene igual derecho a interpretar el Corán que cualquier clérigo o estudioso.
“El triple talaq es absolutamente anti-coránico”, asegura. “El Corán no lo menciona en ninguna parte. Un matrimonio musulmán es un contrato social y el derecho al divorcio lo tienen tanto el hombre como la mujer”.
El grupo de mujeres ya ha obtenido un gran triunfo este año: se revocó la prohibición a las mujeres a entrar en el santuario interno de la mezquita Haji Ali, construida en el siglo XV en Bombay.
Ahora tienen el triple talaq en la mira, después de que la Corte Suprema de la India anunciara el año pasado que evaluaría la cuestión de las leyes de matrimonio musulmanas que van en contra de las garantías de igualdad de género que establece la Constitución india.
El AIMPLB, el organismo legal más importante para los indios musulmanes, se opone a cualquier cambio. Su alegato, presentado el mes pasado, argumentaba que si se eliminaba el recurso del divorcio instantáneo, un hombre podía verse obligado a “recurrir a actos ilegales y criminales, como asesinar o quemar viva a su mujer”.
La cuestión también provocó temores menos irrisorios entre los musulmanes, que siguen siendo marginados en la India a 70 años de la Partición, de quedar sumergidos bajo la ola de nacionalismo hindú que ha surgido en las últimas décadas y es reforzada por el gobierno del primer ministro Narendra Modi.
El discurso de la identidad
Efectivamente, una de las razones por las que se ha mantenido vigente el triple talaq durante tanto tiempo es el miedo, fomentado por los líderes de la comunidad musulmana, de que si el gobierno logra meterse con las leyes de asuntos privados musulmanes, podría un día eliminarlas por completo, “y nos tragará la mayoría”, dice Seema Mustafa, un periodista y escritor musulmán.
Y es verdad que, mientras la Corte Suprema ha estado evaluando el triple talaq estas últimas semanas, miembros del partido nacionalista hindú que gobierna han propuesto reemplazar todas las leyes religiosas que rigen el ámbito privado por un código civil uniforme, que muchos musulmanes temen que esté orientado hacia el hinduismo y pisotee sus creencias.
Soman y el BMMA entienden bien estas susceptibilidades. El grupo se formó durante las revueltas de Gujarat en 2002, en las que murieron unas 1.000 personas, casi todas musulmanas. Advierten que la alternativa al divorcio instantáneo debería tener una impronta islámica: serían dos talaqs, pronunciados con tres meses de diferencia, y después de una negociación entre la pareja y sus respectivas familias.
Soman insiste: “El Corán es claro en que en caso de divorcio, éste debe ser justo para ambas partes”.
Todavía está por verse si la Corte Suprema le da la razón. ¿Pero de qué lado está Dios? Soman responde mirando por arriba de sus gafas: “Dios está del lado de quienes trabajan mucho, de los que son sinceros, de los que son justos y de los que son equitativos”.
Traducción de Lucía Balducci