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The Guardian en español

Por qué Turquía está logrando mediar entre Rusia y Ucrania

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan, durante el discurso de apertura de las negociaciones entre Rusia y Ucrania del martes en Estambul.

Patrick Wintour

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Dentro del grupo de países que compiten para actuar como mediadores en la guerra entre Rusia y Ucrania, Turquía se está destacando como líder, aunque por el momento esas negociaciones hayan producido más teatro que resultados concretos. Mientras Emmanuel Macron insiste con su ronda de llamadas a Vladímir Putin, es el Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía el que ha mostrado la eficacia de su diplomacia acercando a rusos y ucranianos.

Turquía está en una posición peculiar: pertenece a la OTAN y sigue suministrando armas a Ucrania, pero se niega a imponer sanciones a Rusia. Las dos partes parecen respetar al país lo suficiente como para haber celebrado en él las conversaciones del martes pasado.

Los turcos también se están dando cuenta de lo que podría estar en juego. Ibrahim Kalin, asesor y portavoz del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, lo explicó con detalle el pasado fin de semana durante un discurso en Doha: “Una vez que todo esto termine, tendrá que surgir una nueva arquitectura de seguridad mundial; la forma en que se estructure esa arquitectura de seguridad global definirá el curso de los acontecimientos en las próximas décadas; cada paso que demos, cada movimiento que hagamos para terminar esta guerra tendrá un impacto en esa nueva arquitectura de seguridad”.

En resumen, las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania podrían tener repercusiones para todo el mundo y no solo para los combatientes.

Los intereses de Turquía

Sería un error pensar que Turquía no tiene su propio punto de vista al respecto. “Hay que estudiar detenidamente lo que ha llevado a esta guerra”, dijo Kalin. “El desequilibrio de poder que ha caracterizado al orden internacional desde el final de la Guerra Fría y a lo largo de las últimas tres décadas tiene mucho que ver con la explosión de esta crisis y, finalmente, con la guerra que ahora estamos tratando de detener”.

Kalin dijo que la guerra no estaba justificada y no había sido provocada, pero añadió: “Hay que escuchar las causas y los agravios, o las preocupaciones de seguridad, que tenía Rusia al ir a esta guerra, no justificarlas. Tenemos que hablar con Rusia. Si todo el mundo rompe los lazos con Rusia, ¿quién va a hablar con ellos al final?”. Por inferencia, lo que Dalin decía era que la hegemonía estadounidense tenía que terminar.

El ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlüt Çavuşoğlu, dijo el sábado que lo mejor para el Gobierno de Kiev era seguir una política exterior equilibrada y llegó a sugerir que Ucrania se convirtiera en una especie de modelo, negándose a elegir entre el este y el oeste (algo que Turquía se ha visto obligada a hacer, según dijo, debido a su posición geográfica).  

La realidad es más compleja y, probablemente, más interesada: tras un largo período ofendiendo a muchos vecinos en la región, Turquía ha estado haciendo las paces, tal vez impulsada por la debilidad de su economía. En cualquier caso, según Çavuşoğlu, en las negociaciones entre Rusia y Ucrania habría que encontrar “una salida honorable para ambas partes, que puedan vender pública y globalmente”.

Qué se ha fraguado en Estambul

La primera reunión organizada por Turquía tuvo lugar a principios de marzo mientras se celebraba el Foro Diplomático de Antalya. Acudieron el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dimitro Kuleba, y el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Hubo pocos avances, aunque Kuleba concretó la oferta ucraniana de renunciar a la solicitud de adhesión a la OTAN y adoptar un estatus neutral a cambio de garantías de seguridad proporcionadas por un grupo de países no identificados. Claramente, Lavrov no tenía instrucciones para dar una respuesta seria a la propuesta. 

En las conversaciones de este martes en Estambul, que en un principio se habían programado para dos días, la oferta ucraniana se hizo más explícita y fue entregada por escrito. Esta vez el líder de la delegación ucraniana era Mijailo Podoliak, consejero del presidente de Ucrania. Por el lado ruso acudió el consejero presidencial Vladímir Medinski. 

Kalin participó en la elaboración de la lista de asistentes. La presencia de Roman Abramovich en las negociaciones demuestra el protagonismo adquirido por el ex propietario del club de fútbol inglés Chelsea. 

Podoliak dijo el martes que Ucrania quería a China, Rusia, Estados Unidos, Francia, Turquía, Alemania, Israel y Canadá como los Estados garantes de su seguridad. El papel de estos países, similar al recogido en el compromiso del artículo 5 de la OTAN, consistiría en proteger la soberanía del país ante cualquier amenaza, una reelaboración del memorando de Budapest de 1994.

Podoliak dijo que algunos de los países que Ucrania quería como garantes ya habían dado “la aceptación preliminar” y que en su opinión había espacio para celebrar una reunión auspiciada por Turquía. Según el ministro de Asuntos Exteriores turco, un objetivo alcanzable junto al de un alto el fuego humanitario.

“Hasta ahora no hay nada muy prometedor” fue la negativa respuesta de Moscú el miércoles. Pero Turquía es más optimista y cree que hay un plan capaz de interesar a las partes.

El siguiente objetivo de Turquía es conseguir que en algún momento de los próximos 15 días Zelenski y Putin se reúnan en la misma habitación. Por ahora no parece que Putin piense que está perdiendo o que tiene mucho que ganar con ese encuentro. Pero si Turquía lo consigue, sería un giro extraordinario para Erdogan, cuya deriva autocrática amenazaba con convertirlo en un paria internacional.

Traducción de Francisco de Zárate

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