Historia de un distrito y el regreso a una Usera que no reconoces: adiós al cine de barrio, hola a las casas de apuestas
Los abuelos de Alejandra emigraron en los años 50 a una Usera muy distinta de la actual. Llegados desde León y Cantabria, montaron una carnicería de barrio y se asentaron en el lugar donde crecerían varias generaciones familiares. Él murió en 1982 sin conocer a su nieta, que aún no había nacido. Aunque su esposa vivió algo más, terminó desarrollando alzheimer y falleció sin el recuerdo de aquellos años lejos del distrito de Madrid. Alejandra sigue en el mismo barrio al que se mudaron sus antepasados: ahora es una mujer multitarea. Doctora en Literatura, editora, correctora o con trabajos entre manos para traducir textos del francés, compagina estos empleos con clases en una universidad privada y dar cuerda a su afición por la guitarra. Pero en los últimos años ha sacado tiempo para investigar con lupa cómo el lugar en el que vive dista mucho de aquel que dejaron sus abuelos.
Todo esto era campo es el resultado de largas conversaciones con su madre y un extenso repaso entre álbumes de fotos, recuerdos casi perdidos o lugares míticos en los 50 que hoy resultan irreconocibles. Con tanto material a su disposición y algo de experiencia narrativa, Alejandra García Guerrero decidió rememorar la historia de sus abuelos Paco y Beatriz, pero también del barrio y la sociedad cambiante a la que quedó expuesto. “De pequeña, me gustaba que mi madre me contara historias de cuando ella tenía mi edad. Me encantaba mirar sus álbumes de entonces para poder imaginar sus relatos en blanco y negro”, escribe en un fanzine que dibuja la vida en Usera durante las últimas décadas a través de su propia cronología familiar.
Los fanzines son publicaciones hechas centradas en un mismo tema y sin depender de editoriales, pues su elaboración es casera. Esta vecina de Usera ha decidido reescribir la vida de su familia a través de recortes, dibujos a color, imágenes antiguas olvidadas en el cajón o reflexiones escritas a mano sobre el cambio de un barrio durante más de medio siglo. El antiguo tranvía que dejaba en Atocha y que dejó de usarse en 1958, cuando por Marcelo de Usera comenzaron a circular los primeros autobuses de la línea 47; los cines de barrio como el Copacabana (actualmente vacío después de usarse como salón de bodas) e incluso los Cines Liceo; los recuerdos en la zona del Moscardó... En 12 láminas repletas de detalles, Alejandra traza un retrato de las vidas de ayer y hoy.
“Hay una parte de denuncia: muchos sitios importantes en la Usera de mis abuelos ya no existen, como algunos cines o parroquias, pero es que actualmente en algunos de esos lugares lo que vemos son cadenas y sobre todo casas de apuestas”, relata la autora del fanzine en una conversación con Somos Madrid. Quería que el hilo conductor de todos estos espacios se representara en papel vegetal superpuesto con fotografías, así que en 2023 empezó a fotografiar aquellas zonas que aparecía en los álbumes de fotos de su familia para recrearlos junto con la historia que albergaron.
A lo largo de esta lectura visual se cuentan momentos importantes para la familia de Alejandra que tuvieron lugar en el barrio, como el bautizo de su tía Begoña en la Parroquia Cristo Rey. Era el año 1956 y lo que queda es una foto familiar en tonos sepia y a las puertas de la iglesia, con una bebé en el centro tapada con un manto blanco. Con los años se convertiría en niña, luego en mujer y tendría una sobrina: la propia autora. Alejandra publicó hace unos años esta recopilación de instantáneas y lo movió por pequeños festivales de cine como el PichiFest, celebrado en un conocido centro social okupado de Carabanchel, el EKO.
Más tarde creó junto a su pareja un proyecto llamado Al Retortero, desde el que impulsaron esta u otras obras de fanzine conjuntas adornadas con collages o refranes sobre temas hiperlocales como la gentrificación en el distrito. En Todo esto era campo se remonta, en ocasiones, a hitos fundacionales en el área de Usera: por ejemplo, la construcción de la Parroquia Nuestra Señora de la Soledad, en el actual barrio de Almendrales. Fue uno de los primeros edificios del distrito junto a las escuelas y sobrevivió incluso a la Guerra Civil.
Otro de los negocios icónicos retratados que perduran hasta hoy es el mercado municipal de Usera, punto álgido del comercio local. En el fanzine se menciona cómo los vecinos conocen mejor esta lonja como “el mercado de arriba”, una acepción popular que Alejandra recuerda en sus notas. En los años cincuenta se edificó a las puertas de la colonia del Moscardó, aislado de otras construcciones salvo algunas tiendas o casas contadas. El Mercado de Usera ha atravesado varias reformas con el tiempo, y actualmente se halla a pocos pasos de la estación de metro que lleva el nombre del distrito.
En algunas páginas también aparece la imagen antigua de Beatriz y Elena, tía y madre de la autora, cuando eran unas niñas. Ambas miran a la cámara frente a la carnicería de su padre, el abuelo de Alejandra, en una foto 1953. La familia vivió unos años en el piso de arriba y, cuando abandonaron el negocio, en el edificio abrió una “tienda de señoras”. La calle de Marcelo Usera, epicentro comercial, también ocupa un lugar destacado en el fanzine. Por aquel entonces era “la única del barrio”, como se cuenta en las páginas finales.
En otra imagen de Beatriz y Elena tomada unos años después, en el 56, se aprecia al fondo la transitada vía con el aspecto que tenía por aquel entonces. Al fondo estaba la perfumería El Cerrillo, cuyo característico toldo aún sobrevive; también se aprecia la casa familiar, en una infraestructura que a día de hoy tiene las ventanas tapiadas. La Usera que ha conocido Alejandra es distinta a la que vivieron sus abuelos o, después, su madre y sus tías. Ella ahora vive en Carabanchel aunque asegura volver mucho al barrio y comer en alguno de sus restaurantes chinos favoritos.
La migración ha dado una vuelta de tuerca al barrio. “La llegada de muchos migrantes chinos también ha dado otro sentido al barrio y ha creado comunidades fuertes, aunque estemos como Lavapiés cuando empezó a gentrificarse. Siento que hay cosas que hemos perdido pero otras que vamos recuperando e incluso creamos de cero: tal vez ese sea el sentido de guardarlo todo en una galería de imágenes”, concluye. Algo muy en sintonía con la dedicatoria que inicia su fanzine: “De Usera, años 50, a la Usera de 2023”.
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